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1359 Words
Las nueve de la noche, yo temblaba cómo tonta.Hace sólo horas conocí a Jonah y me dio un placer increíble, algo casi como una droga que me instó a más.Nunca había tenido una experiencia lésbica en mi vida. Quiero decir, una vez, le di un pico a Melissa, una compañera de la universidad, pero sólo fue eso, en una fiesta tonta.Ahora, estaba esperando que una tal Makarena llegara a mi puerta.No sé qué coño pensaba pero sólo vi sus fotos y dije ¿Por qué no? El maldito o maldita que me volviese a decir frígida le arrancaría su aparato reproductivo.Toc, toc.Miré rápidamente mi reflejo en el espejo y me di la aprobación: Short de jean realmente corto, un top color rojo cereza sobre mis senos desnudos, mi cabello suelto con una cinta roja en él y, de nuevo, descalza. — Hola, pasa. — Gracias.Ella era hermosa. Una belleza realmente. Tenía mi estatura, tal vez 1.60cm pero vaya chica. Su cabello era rojizo natural, aparentaba mi edad, hasta un poco menos, sus senos tenían que estar hechos, su trasero era enorme y su abdomen muy plano. Tenía un tatuaje que cubría por completo su brazo derecho y usaba unos jeans rasgados y una franelilla blanca sin sostenes debajo. Sonreía ampliamente y de inmediato me transmitió mucha confianza. — ¿Quieres tomar algo? — pregunté con cortesía. — Claro, gracias. — Le di una gaseosa y tomé una para mí — Me llamo Isabella, ¿y tú? — Soy Zenda. — Que bello nombre — dijo mirándome de arriba a abajo sin sutileza alguna, yo me sonrojé y di un largo trago a mi bebida. Ella se rió — ¿Nunca haz estado con una chica, cierto? — Cierto — le afirmé — Pero me reté a mi misma a probar todo lo que pueda probar. — Amo ese tipo de pruebas.Y sin darme cuenta, me aprisionó contra el refrigerador, dejando sus provocativos labios a milésimas de los míos. — Hay placeres que sólo otra mujer te sabrá brindar.Yo perdí mi cobardía y me acerqué a ella dando el primer paso, por supuesto ella aceptó y abrió su boca para mí. Era un beso delicado, nunca había recibido uno así, su aliento sabía a cigarrillos de menta y tenía un piercing en la lengua. Me estaba calentando mucho todo eso y queriendo demostrarme a mí y a ella que sí podía, estiré mis manos para acariciar sus senos.Debajo de esa franelilla blanca todo era blanco y lechoso, sus tetas estaban muy paradas y sus pezones eran duros, los apreté ligeramente y ella se acercó más a mí, metiendo su lengua más aún en mi boca. Se apartó para quitarse la blusa y tomar aire, con sus labios hinchados me sonrío. — Vaya que eres buena.Yo sonreí con vergüenza y mordí mi labio inferior cuando mi sus senos sin nada para cubrirlos, eran hermosos. — Llévame a tu cama — pidió. Tomé su mano y caminamos al pequeño cuarto. Sobre la cama se sentó, quitándose los zapatos en un rápido movimiento y abriendo el botón de sus jeans.Yo copié su pose y quedé frente a ella, aprovechó para volver a besarme y quitarme el top. — Eres muy bella, Zenda — me halagó. — Gracias, tu eres magnifica — devolví el halago y se carcajeo sobre mi oído, el calor de su aliento hizo que mis pezones despertarán aún más, su boca se posó sobre la mía y ahora el beso era más exigente. Sus manos amasaron mis senos y sabía donde tocarlos para darme placer, quise devolvérselo e hice lo mismo con los de ella, siendo valiente llevé mi boca a ellos y empecé a besarlos y succionarlos. Isa me instó a seguir, acostándose de espaldas sobre el colchón y dejándome a mí probar con su cuerpo.Pasé la lengua por su clavícula y de nuevo a sus senos, besé el canalillo que los separaba mientras con cada mano pellizcaba un pezón y ella tomaba mechones de mi cabello. De un momento a otro me apartó de ella y me miró sonriente aún con la respiración acelerada. — Eres toda una experta ya. Ahora me toca a mí.Me acosté copiando su posición anterior y ella me montó, besó mis labios son desesperó y bajó por mi cuello llenándolo de chupetones leves, llegó a mis senos y empezó a darles la atención que requerían, sin darme cuenta levanté mi pelvis y fue su invitación para abrir el botón de mis shorts y sacarlos de mis piernas. Miró famélica mi monte de venus cubierto únicamente por una pequeña panty fina de color blanco y llenó de besos mi abdomen, pasando su lengua por mi ombligo y causando una revolución en mi interior.Antes de que me diera cuenta, apartó de ladito mi ropa interior y llevó su nariz ahí, aspiró con fuerza y me retorcí admirando a esa hermosa mujer en esa posición. — Mmm... Que rica, ¿puedo probarte? — No esperó respuesta, su lengua caliente encontró mi clítoris y con su piercing en él fue cómo si mil estrellas hubiesen explotado.Nunca había gemido con tantas ganas, ni me había corrido tan rápido, nunca había estado con una mujer y ahora, Isabella, se volvía mi nunca favorito. — ¿Te gustó, nena? — Se saboreaba mis jugos en sus labios y empezó a besarme, dándome a probar mi propio sabor. Ella era deliciosa. — Me encantó. — ¿Quieres hacerlo tú ahora?  — Sí, quiero.La ayudé a quitarse el jean y la chica no usaba ropa interior. Empecé a besar su boca y con mis dedos la toqué como me gustaba tocarme a mí misma, parecía gustarle ya que no tardó en cerrar los ojos y empezar a gemir. Me llené de valentía y llevé mis labios hasta esa v****a rosada y depilada, cómo la mía. El primer lenguetazo no estuvo nada mal, no quería dejar de tocarla con mis dedos así que, mientras mi lengua se acostumbraba a su sabor y jugaba sobre su clítoris, mis dedos entraban y salían de su interior, dándole un gozo extremo que Isabella estaba disfrutando al máximo.Acabó más rápido que yo, y me miraba con sorpresa — Maldición, eres espectacular. — Ya me lo han dicho.Ambas reímos mientras nos besábamos, ambas acostadas sobre el colchón y desnudas, tocando nuestros senos y v*****s hasta llenar las sábanas con nuestros jugos derramados. Ella me acostó con las piernas muy abiertas y se montó sobre mí en ángulo contrario. Cuando nuestros clítoris se empezaron a rozar, la nueva fiesta empezó.Y así, amaneció. Con esa chica de fuego que me hizo adorar la creación femenina.En la mañana siguiente, los cabellos rojos estaban desparramados sobre la cama y quise hinchar aún más mi orgullo robándole un orgasmo matutino.Quité la sabana que cubría su hermoso cuerpo desnudo y abrí sus piernas lo más que pude, empecé a llenarla de mi saliva y a mordisquear su clítoris. Empezó a lubricar para mi y ese sabor dulzón y salado y la vez, me invadió la boca. La penetré con la lengua cómo ella había hecho conmigo y sonreí entre dientes cuando sus manos empujaron mi cabeza más a fondo. Ahora sí estaba despierta.Con mi lengua en su vaivén y mis dedos en su clítoris, apretándolo y torciéndolo a la vez, no tardó en acabar con fuerza y sus jugos llenaron mi boca dispuesta para él. Salí de su entrepierna y le sonreí inocente. — Buenos días, amiga. — Eres una fiera, Zenda. ¡Maldición! Nunca había despertado así. Me encantas, mujer.Y así siguió nuestra aventura por todo el piso hasta que se hizo el mediodía. — Debo irme, mi esposo llega hoy. — ¿Estás casada? — Me sorprendí, ambas estábamos vestidas y tomando una taza de café en el mesón de la cocina, donde hace unos minutos ella me había penetrado desde atrás con sus dedos. Su sonrisa fue resplandeciente. — Claro que sí, y felizmente casada. — Nuestras risas retumbaron en el apartamento y procedí a despedirme de ella.Nos dimos un profundo beso en la puerta abierta y prometí que esta no sería la última vez que la viese.Esa chica me encantó.
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