Capítulo 1

2670 Words
Cuando Gabriel vio por primera vez a Lucía, ella apenas tenía dieciséis años y él dieciocho. Él tuvo que trasladarse a esa zona porque sus papás se volvían a cambiar una vez más, era la típica familia disfuncional. Sus padres solo vivían para hacerse infeliz, peleas, discusiones, maltratos, pero nunca terminaba su relación y él estaba en el medio de ellos, muchas veces, los golpes llegaban hasta él sin ninguna razón. Lo único que deseaba era poder alejarse de ese hogar, hacer su vida y salir de la miseria, ya que la que tenía apestaba y su nuevo colegio no iba a ser diferente, pero justo el primer día conoció a Lucía, ella cursaba cuarto medio. Fue la primera vez que una niña llamo su atención porque sería mentira decir que no se le presentaban oportunidades, él era un chico muy apuesto, pero esta vez era diferente, no haría ningún esfuerzo para acercarse a ella, hizo todo lo contrario, se alejó lo más que pudo. Pasadas unas semanas se encontraron de frente en el pasillo y allí no tuvo otra opción que saludarla, Gabriel tenía algunas amistades, y ya sabía su nombre. — Hola, ¿cómo estás? — ella levantó la mirada y le sonrió. — Bien y tú, ¿Eres nuevo cierto?, ¿Cómo te llamas? — Preguntó Lucía con mucha amabilidad. — Gabriel López, mucho gusto — extendiendo una mano hacia ella. — Lucía Villavicencio, bienvenido — no cabía duda de que era la chica más linda que había conocido hasta ahora, él sonrió. Ese día nació su amistad, Gabriel le llevaba un año, siempre que podía le ayudaba con sus tareas, sin embargo; también le corría a todos los futuros pretendientes que se le acercaban. A su juicio, ninguno era bueno o suficiente para ella, pero sabía cuál era la verdadera razón. Ya era hora de que fuera sincero con sus sentimientos. Porque pronto no estarían juntos, por alguna razón le fue bien en el instituto y lo había terminado, ella le faltaba un año para acabar la secundaria. — Nunca pensé que llegaríamos a ser tan buenos amigos — Dice Lucía mientras caminaba comiendo un helado que él le había comprado. — ¿En serio? Yo, si creí que lo íbamos a ser, ¿sabes por qué? — Gabriel se detiene enfrente de ella con su hermosa sonrisa. — A ver ¿Por qué? — evitando que siguiera. — Lo sentí en mi corazón, supe que tú serías alguien importante en mi vida. — Gabriel sonríe guiñando un ojo. — Y ahora que me voy del instituto, ¿te comportarás bien o me cambiaras por otro mejor amigo? — ella miró al cielo como buscando una respuesta y sonrió de manera traviesa, y cuando hacía eso a Gabriel le entraban unas ganas inmensas de besarla. — Oye, ni se te ocurra suponerlo — mientras ella reía, Gabriel la abrazaba. — ¿Quieres ir de paseo conmigo mañana? — su cara se iluminó. — Si, me gustaría mucho, ¿dónde iremos? — pregunto emocionada. — Subiremos el cerro el Ávila — ella asintió, era muy fácil complacerla. El cerro El Ávila, que su nombre verdadero es Parque nacional El Ávila, localizado en la Cadena del Litoral, dentro de la cordillera de la Costa, en el centro-norte de Venezuela. Se extiende desde Caracas, y todo el norte del estado Miranda y sur del estado La Guaira. Y es eso lo que lo hace majestuoso, desde allí puedes ver tres estados, de un lado la inmensidad de la playa y por el otro los inmensos valles de Caracas y Miranda, y cuenta con diversidad de clima dependiendo la estación. — Me encanta subir al Ávila, es tan relajante mirar desde allí ese mundo tan estresante que vivimos aquí abajo. — Siempre era igual, ella se perdía en las inmensidades de Ciudad. — Sí, es muy bonito, será bueno volver a ir contigo. — tomando su mano entrelazando sus dedos, ella lo mira con su habitual sonrisa. — Bueno, iremos mañana, pero pasas por mí — él asintió. — Claro que sí, preciosa — siguieron caminando tomados de la mano, cualquiera que los ve seguro piensan que están de novios pero no. Lucia llegó a su casa contenta, siempre que estaba con Gabriel la felicidad la embargaba, pero ella sabía que él solo la veía como su mejor amiga, no quería vivir ilusionada. El paseo de mañana sería como una despedida, pues estaba consciente que él en la universidad conocería a chicas lindas y de su edad. Con ese pensamiento pasó de estar feliz a estar triste en segundo y molesta dejo de pensarlo. Por su parte, Gabriel, mientras caminaba, reflexionaba en su situación con lucia; si bien era cierto que sabía que Lucía lo quería, sentía nervio de ser rechazado, dejo de suponer y camino apresurando el paso. En la mañana siguiente él la esperaba en la puerta de su casa, le había avisado que ya estaba fuera de su casa y con rapidez tomo sus cosas y fue a su encuentro. Mientras él se comía las uñas, una muy mala costumbre que tenía, cuando estaba nervioso hacia eso, Lucía lo miró y sonrió. — Buenos días, ¿Pensaste que no saldría? — preguntó ella enseguida. — Buenos días, no, claro que no lo hice ¿Por qué lo no lo harías? — Ella bajó la mirada mientras caminaba y dijo. — Estás nervioso, te comes las uñas y eso lo haces solo cuando algo te inquieta, ¿Qué es? — siguió preguntando, Gabriel ríe con ganas y paso su brazo por su hombro como era su costumbre y le dio un beso en su cabeza. — No pasa nada, pero si me conoces un poquito — dijo él. — Desayunamos primero antes de subir o compramos y comemos allá. — Lucia negó y mostró su bolso. — Aquí llevo nuestro desayuno, subamos de una vez — la miro con orgullo, ella para ser una jovencita era muy lista. Pasaron el día caminando, comiendo y hablando, miraron varios espectáculos y bajaron a Galipán. Esta era otra zona turística donde servían comidas, dulces, bebidas y había muchos trabajos artesanales y ventas de flores; la temperatura era baja y ella siempre tenía las manos frías y Gabriel le gustaba hacer que entraran en calor. Mientras tanto el día pasaba y aun Gabriel no se atrevía hacer lo que tenía en mente. Ahora estaban en el mirador, era el lugar que más le gustaba a Lucía, desde allí podía ver toda la ciudad. — Que linda se ve la ciudad desde aquí arriba — Gabriel solo la miraba a ella. — Sí, es linda, pero está vista la consigo más hermosas desde que comencé a venir contigo, creo que ahora veo la ciudad a través de tú ojos — Lucía se le quedó mirando con ternura, eso fue lo más lindo que le han dicho en mucho tiempo. — Qué lindo, eso fue tan romántico — Gabriel coloca cara de seriedad. — No te burles, estoy hablando muy en serio — arrugando la frente. — ¿Qué tan en serio?, ¿Acaso me vas a pedir que sea tu novia? — riendo y abrazándolo para que no siga molesto. — ¿Qué pasaría si quiero pedirte que seas mi novia? ¿Cuál sería tu respuesta? — preguntó él con sus brazos alrededor de ella, se separan para ver su cara. — ¿Es en serio? — Pregunta ella un poco confundida y separándose un poco, a decir verdad, eso era su más profundo sueño. — Muy en serio — le asegura Gabriel con una sonrisa ladeada, estaba nervioso. — ¿Tu novia de verdad? — sus manos temblaban eso, quería decir que por fin tendría su primer beso y con el chico de sus sueños. — Eso es lo más importante, quiero que sea de verdad y todos sepan que eres mi novia — esperando aún por su respuesta le toma las manos y con su mirada vuelve a formular la pregunta. — ¿Quieres ser mi novia? — ella suelta sus manos y se acerca más a la orilla, Gabriel tiene muchas sensaciones en el cuerpo, estaba en suspenso, pero de repente escucha su grito. — ¡Sí, al fin me pidió que fuera su novia! — levantando las manos hacia arriba, brincando, pero Gabriel se pone nervioso y la toma por la cintura. — ¿Qué te pasa estás loca? — Mirándola con mala cara— ¡Casi te caes!, ¿no ves que estás en un precipicio? ¡No me hagas eso otra vez, por favor! — abrazándola y es allí que Lucía se da cuenta de que estuvo a punto de caer y que el corazón de él laten muy de prisa. Gabriel pega su frente a la de ella y toma su rostro entre sus manos posando sus labios sobre los de Lucia. Lucia dejo de pensar, su chico favorito la estaba besando, no lo podía creer, eran novios, su primer novio, el chico que ha estado con ella estos últimos años y al cual adoraba. También lo sufría suponiendo que algún día le diría que estaba de novio con alguna chica, pero no, él ahora le estaba pidiendo a ella que fuera su NOVIA, estaba muy feliz. — Entonces ¿sí o no? — dijo sonriendo cerca de sus labios. — Me has besado y yo me he dejado, ¿eso no responde a tu pregunta? — él negó con la cabeza. — Sí, quiero ser tu novia — ahora es ella quien lo besa. — Bueno, novia mía, ¿Estás consciente que a partir hoy nada de pretendientes? Porque no estaré para cuidarte y quiero saber ¿Desde cuándo sientes algo por mí? — sus mejillas se tornaron rojas. — Desde siempre — él la mira con ternura. — ¿En serio? Pensé que solo me había pasado a mí — dijo él con vergüenza. — Yo creí que solamente me veías como una amiga — Haciendo mueca con la boca. — Yo también desde el primer día que te vi, recuerdo que iba llegando al colegio molesto como siempre y venías caminando hacia mí riendo con unas compañeras y me quede idiotizado — recordando que ese día por primera vez había visto a la niña más linda y está ni siquiera lo había determinado. — Yo, en cambio, te vi a los pocos días de haber llegado, unas niñas me decían que había llegado un niño muy lindo. — Ella sonríe con algo de timidez. — Pero yo únicamente no les hacía caso, siempre era lo mismo cuando llegaba alguien nuevo al colegio y luego te vi. — Suspirando. — Recuerdo que te veías molesto hasta triste y por alguna razón quise estar contigo, pero no me atreví a acercarme. —Ella continúa el relato de su primera impresión. — Luego pasaban los días y siempre te buscaba con la mirada, hasta el día que me hablaste. Allí me sentí muy contenta, pero claro que me daba vergüenza que lo notara, ahora es diferente, puedo decir que soy la chica más feliz de todo este lugar — él la tomó entre sus brazos y la volvió a besar. — Lo bueno de todo, es que ahora nos conocemos, no somos los típicos novios fugaces. Tú sabes lo que me molesta y lo que me agrada, conoces mi vida, el desastre de mi familia, yo sé de ti y de tu familia, nunca dejaremos de ser amigos, pase lo que pase, Lucía siempre estaré para ti y por ti — sus ojos se cristalizaron. — ¿Y si conoces a alguien más en la universidad y te enamoras? ¿Seguirías estando para mí? — él conocía esos miedos eran los mismos suyos. — Preciosa, te entiendo cómo te sientes porque yo me siento igual, tú eres la chica más linda que conozco y me costó un mundo mantener a raya a todos esos chicos que también se enamoraron de ti, ¿sabías que a muchos les dije que eras mi novia, pero a escondida? — ella abrió los ojos incrédulos de lo que oía. — ¿Por qué hacías eso? Con razón no he tenido novios, eso no se hace Gabriel, por lo menos me lo hubieses dicho — él se encogió de hombros, no se arrepentía de nada. — Porque quería que fueras mi novia, pero cuando estuviéramos listos, como ahora, y también influye el hecho que me voy a la universidad y quiero que todos sepan que ya eres una chica comprometida y no disponible, mientras yo esté en este corazón, además también aplica para mí. Cariño, yo te voy a respetar siempre y no lo olvides, pase lo que pase yo estaré contigo — podía ser irreal, pero si algo tenía él era que cumplía sus promesas. — Yo también te voy a respetar, lo prometo — Abrazándose a él. Así pasaron los días, los meses y su noviazgo iba muy bien, él siempre estaba junto a ella, se veían todos los días, en pocos días cumplirían seis meses de novios y él quería hacerle un regalo. — Mira lo que compre. — mostrándole unos boletos para pasar un fin de semana en la Colonia Tovar, un pueblo turístico con raíces alemanas, que fue fundado hace 175 años, muchos capitalinos van a este pueblo los fines de semana a pasar un día diferente, lejos del ajetreo de la ciudad, también se puede decir que aparte de turístico tiene un aire de romanticismos, por sus lindas cabañas y clima por lo que los amantes tienden a dar sorpresas en este lugar. — ¿Un fin de semana en la Colonia Tovar?, gracias me encanta, te amo mucho — saltando a sus brazos y besando sus labios. — Quería darte una sorpresa, pero es mejor que digas en tu casa que nos vamos de paseo este fin — ella asintió. Estuvieron juntos toda esa tarde y luego ella fue a informar que se irían de paseo. Cuando llego el fin de semana antes de llegar al sitio, Gabriel le pidió que cerrara los ojos antes de entrar y la tomó de la cintura, guiándolos para colocarla en medio de la habitación. — Ya los puedes abrir, feliz cumple mes amor mío, quiero que sepas que todos estos meses han sido los mejores en toda mi vida, te amo mucho — Ella se quedó mirando con detenimiento, lo hermoso que estaba todo y sus palabras tocaron cada fibra de su ser. — ¡Qué bello todo, amor! Estoy tan feliz, que tengo muchas ganas de llorar de la emoción — Abrazándolo, él la besa de manera profunda. Pero en alguna parte la razón pudo más, tenían que terminar de instalarse y aprovechar el día. — Cariño, esto es un paquete completo, así que hay que aprovecharlo, podemos ir al SPA para que te consientan, luego a comer es la parte que más me gusta — él ríe con ganas y al mismo tiempo abrazándola. — Tú entrarás al SPA también los dos o ninguno, eso sí que tu masajista sea un hombre — y Gabriel se quejó a lo que ella le dio un pequeño toque con su codo. Así pasaron todo el día para luego volver a su cabaña, aún no habían terminado las sorpresas, porque cuando entraron la mesa de centro estaba decorada con varias delicatesen y una botella de champán. — Siento que estoy en un sueño Gabriel, en serio todo ha estado muy lindo, gracias amor. — él la abrazó. — Te mereces esto y más, porque nunca me había sentido tan pleno y afortunado, todo eso lo has logrado tú. Cuando llegaste a mi vida todo es más bonito y fácil — Era cierto, para él, ella era su tabla de salvación a lo único que tenía que aferrarse, seguir y ser mejor en la vida, solo le pedía a Dios que siempre lo guiara para no fallarle y perderla.
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