NARRA TANDRED:
A la mañana siguiente me estaba cambiando para ir a trabajar, el fin de semana ya había terminado y debía volver a mis responsabilidades. Mientras trato de anudar mi corbata, miro la espalda de Drina que duerme relajada en mi cama, nuestra cama. Todavía no puedo dejar de reír al ver el gran pote de vaselina que ha comprado, pero ese conjuntito, Dios fue la cereza del pastel. Lástima que prácticamente de lo arranque y ya nada queda de él.
Termino de renegar con mi corbata y me acerco a la cama, poniendo todo el cuidado para no asustarle, dejo un beso en el hueco de su nuca, ella se remueve y abre los ojos. Es tan bella, sus ojos brillan y su sonrisa se dibuja en su rostro.
—¿Ya te vas amor? —su voz de dormida es excitante.
—Si hermosa, ¿Tienes planes para hoy?
—Si,
