Primera Impresión

2581 Words
Ya han pasado unas cuantas semanas desde que acepte el castigo que mi padre me "impuso". Iba conduciendo uno de mis tantos coches en dirección a un restaurante para empezar a hacer los acuerdos de mi "matrimonio". Le suplique a mi padre que me dejara escoger a mi futura mujer; no obstante, rechazo rotundamente la idea. Así que gracias a Robert, tendré que contraer matrimonio con alguna de las hijas de sus amigos empresarios, y esto, con el fin de obtener nuevos negocios y crear nuevas sucursales y alianzas. He de admitir que no es tan mal trato si se ve desde ese punto de vista; aunque, si consideramos que alguien (o sea yo) tendrá que perder su libertad contrayendo nupcias con alguna chiquilla malcriada y mantenida por "negocios", no es una buena idea. ¿O si? Creo que es una forma de que pague por todo el daño que le he hecho a las mujeres durante los últimos años, bueno, y por ensuciar la reputación de mi familia. Aunque gracias a mi somos reconocidos a nivel mundial. Llegue al restaurante, entre y me dirige a la recepción ha preguntar si Robert ya había llegado y en que mesa me estaba esperando de ser así. — Buenas tardes caballero, ¿En que puedo ayudarle?— saludo la anfitriona del restaurante. — Estoy buscando al señor Robert Scott, tenemos una reservación— anuncié con indiferencia. La chica empezó a teclear en una pequeña computadora y a los minutos respondió: — En efecto, tiene una reservación a las 11:00 PM, sin embargo él aún no ha llegado. Si gusta puede esperarlo en su mesa o si prefiere... — Lo esperare en el bar— la interrumpí y me encamine al otro lado de la recepción para sentarme en la barra del bar. ... Pasaron 20 minutos desde que llegue, Robert aún no llega y estoy empezando a perder la paciencia. Hay varias personas en la barra sentadas junto a mi, algunas hablan y otras ahogan sus penas en alcohol. Llevaba dos vasos de whisky y justo antes de pedir el tercero mi teléfono sonó, era una llamada de mi padre, espere un momento y atendí. — ¿En donde estas?— pregunté un poco irritado. — Estoy en la entrada — contestó inocentemente como si fuese un niño- Nos vemos adentro. — Está bien— suspire. — Y, Marcus... —¿Si? — No voy sólo— fue lo ultimo que dijo antes de colgar la llamada. Perfecto, no le basta con castigarme si no que ahora me hará conocer a mi futura esposa o yerno, porque conociéndolo sé que viene acompañado por alguno. ¿Esto no puede empeorar más? Me levanté de la barra, pagué la cuenta y me encamine hasta el restaurante para encontrarme con Robert. — Marcus, ya conoces a Steven Jones— preguntó papá señalando a mi invitado. — Efectivamente, ya nos conocemos— indicó Steven antes de estrechar mi mano. — Un gusto verte de nuevo Steven— ya había hecho negocios con él y también conocía a su familia. — Me parece que nos falta alguien— exclamó mi padre a forma de duda. Se que ese alguien es mi futura esposa, quien supongo, es una de las hijas de Steven. — Si, mi hija llegará un poco tarde— se disculpó Steven. Espero que se refiera a su hija mayor, no toleraría tener que hacer el papel de niñero, seria el colmo. — Bueno, considero que deberíamos seguir está conversación sentados— hablé en tono seco e indiferente a lo que ellos hicieron caso y nos dispusimos ha sentarnos. Me senté junto a mi padre, quien tomó asiento frente a Steven, dejando así una silla vacía frente a mí para la chica ausente. — Cuéntanos Steven, ¿Qué tal van las cosas en casa?— pregunto Robert para sacar conversación mientras esperábamos. — No me quejo, Sonia mi esposa, fue ha pasar una semana en Londres. Nuestra hija Barbara esta estudiando su ultimo semestre en derecho y la pequeñaOlivia esta en su último año de preparatoria, va a graduarse dentro de poco, además, asiste a clases de danza todas las tardes. — ¿Y su otra hija?— pregunté curioso- ¿Que hay de...? ¿Cual era su nombre?. — Elizabeth— dice Robert, en ese momento el teléfono de Steven empezó a sonar interrumpiendo nuestra charla. por lo visto solo era un mensaje. Tras leerlo, sé levanto de la mesa. — Vuelvo en un momento— sin mas que decir se retiro. Apenas vi que Steven salio del restaurante, aproveche para interrogar a mi padre. — ¿Qué estás tramando?— cuestioné irritado. — Me conoces bien— comentó descaradamente. Por lo visto es algo que tenemos en común— Pero, tendrás que esperar para que te cuente. — Vaya, eres muy creativo... — Caballeros— interrumpió Steven que venia acompañado de una joven castaña. Descaradamente la mire de pies a cabeza, tenia unas piernas de infarto y llevaba puesto una falda y un top rojo que resaltaba todas y cada una de sus curvas. ¡Dios! Me dieron ganas de follarla ahí mismo, y para completar tiene una perfecta cara de ángel. Labios carnosos, pómulos medianamente definidos, ojos verdes delineados naturalmente, pestañas largas, nariz respingada... Sencillamente era hermosa y sexy, exageradamente sexy. — Ella es mi hija Elizabeth— anunció Steven. — Encantado— dije a Elizabeth con una sonrisa seductora mientras me ponía de pie para estrechar su mano. Que les puedo decir, las mujeres bonitas me pueden. — Quisiera decir lo mismo— soltó ella mirándome de forma escéptica. ¿Pero que carajos...? — ¿Disculpa?— estaba un tanto indignado, ¿Quien demonios se creía ella para actuar así? — Marcus— intervino mi padre para romper la tensión entre nosotros dos— Comportarte, no querrás causarle una mala impresión a tu futura esposa. Esto debe ser una puta broma... Esta niña malcriada no puede ser mi esposa. No tengo duda alguna de que este, bueno, ella, sera un problema para mi vida. ... Han pasado 2 horas desde que conocí ha Elizabeth y, he de admitir, que me esta sacando de quicio, es la mujer mas malcriada e inmadura que he visto en lo que llevo de vida. Desde que llegó ha hecho berrinches por todo, solo los niños tienen actitudes tan inmaduras como esas. Estábamos tratando de llegar a un acuerdo. Primero Robert y Steven empezaron explicando que debíamos hacer para cumplir con mi castigo. — Bueno, como ya es obvio— habló Robert con seriedad y calma— Deben contraer matrimonio. No se preocupen, sera algo sencillo, solo tendrán que ir a una oficina fiscal y... Casarse— vi a mi padre de forma incrédula, mientras Elizabeth veía a su padre con mucho rencor y enojo. — Segundo— continuo Steven— Mientras estén "casados", deberán vivir como si fuesen un matrimonio de verdad. Eso implica compartir todo lo que los rodee— ahora solo se estaba dirigiendo a ella con un gesto muy estricto y dominante, a lo que ella solo respondió torciendo la mirada y asintiendo. No obstante, yo no estoy dispuesto a compartirlo todo. — Eso ni lo sueñen— yo particularmente soy muy territorial, lo que es mio no se toca y punto, pero esto lo arreglo ya. « Podemos vivir en la misma casa, pero no dormir en la misma cama y mucho menos compartir el mismo cuarto. Propongo vivir en la misma casa y que cada quien tenga su cuarto. Elizabeth me miraba con algo de gratitud, y yo solo desvíe la mirada de la suya, no lo hice por ella, lo hice por mi comodidad. Mi papá y Steven se miraban el uno al otro pensativos, como si debatierán algo entre ellos hasta que uno hablo. — No es mala idea— concluyó Steven— Sin embargo. ¿Siempre tiene que haber algo en contra? « Tienen que ir a donde el otro vaya. La cara de Elizabeth cambio por completo, sus ojos estaban tan abiertos que creo que podrían salirse de sus cuencas. Me imagino que ahora tendré que acompañarla a fiestas y a bares, cosas que no me molestaría del todo. — ¡No!— habló ella llena de enojo— Prefiero compartir habitación—. ¿Pero que carajos le pasa a esta mujer? Yo quiero mi espacio. — Está bien, compartirán habitación y no se discute más sobre el asunto— sentenció mi padre con satisfacción. Esto va a ser peor de lo que pensaba. — Demonios— la oí quejarse por lo bajo. Al parecer no soy el único que piensa eso. — ¿Cuál es el tercer acuerdo?— cuestionó ella mirando a su padre. — Facil— dijo mi papá, quien me miraba a mi con malicia y una sonrisa— Deben serle fiel el uno al otro, lo que implica no poder acostarse con alguien más, Marcus. — ¡¿QUÉ?!— esto es inaudito, ahora si que estoy cabreado— ¡Estas loco, no pienso acostarme con ella!— grite señalando a la chica que estaba sentada a mi lado. Ella me miraba sorprendida, ofendida y muy, muy indignada. Creo que acabo de cometer un error muy grande al decir eso, aunque dije que se me antojaba y obviamente soy capas de follarla. No obstante eso era antes de pasar dos horas soportando sus rabietas de niña malcriada. — Ni sueñen que eso— hablo señalando despectivamente mi entrepierna— Va ha entrar en mi, puedo contraer una enfermedad. ¿Saben a cuántas mujeres se a follado?— touche. Todos en la mesa estábamos atónitos ante su respuesta, me había dado justo en el ego, y ella lo sabía. — Buen punto— señaló Robert. ¿Ahora todos se pondrían en mi contra? Yo uso condones y solo tengo sexo con las mujeres que quiero, no a lo primero que encuentre — Está bien, eso lo deciden ustedes al igual que otras cosas. — No se preocupen, solo tendrán que estar casados por un año y dos meses, no es para tanto— aclaró Steven. Ni que el estuviese obligado ha casarse por conveniencia. — Bueno creo que es todo— comentó Robert. Bueno, al menos ya nos vamos, pensé mientras todos nos poníamos de pie - Nosotros tenemos que trabajar pero ustedes- nos señaló a mi y a Elizabeth - Se quedarán ha terminar el contrato y a conocerse un poco. ¿Pero cual es su puto empeño en hacer que pasemos tiempo juntos?, no entienden que no estamos dispuestos. Sin mas nada que decir, ambos se fueron dejándonos solos a mi y a la berrinchuda de Elizabeth. Ella tomó asiento y cortesmente me indico con la mano que hiciera lo mismo que ella. Dude por un instante en hacerlo pero a final lo hice. Elizabeth llamó a un camarero para pedir el menú, y poco antes de que el señor dejará los menús en la mesa, ella ya había sacado su teléfono. — ¿Qué? ¿Estas cancelando una fiesta?— pregunté con sarcasmo. Ella negó con la cabeza mientras relucía en su rostro una sonrisa incrédula y arrogante. — Adivino— subió la cabeza y me miró expectante— Crees que soy la típica malcriada irresponsable que solo sale de fiesta, es mantenida y consentida por papi y mami, no hace nada bueno por su vida, y mucho menos por la humanidad ¿Verdad? — Si, aunque no creo que te consientan tanto. Si no ¿Por qué otro motivo te obligarían a casarte tan joven?— solté de forma arrogante sin darle importancia. — No, no soy la consentida. Aunque supongo que tú si lo eras, de lo contrario no serías tan desastroso con tu vida fuera de lo laboral— habló despreocupada mientras tomaba el menú y lo leía. — ¿A que te refieres?— le pregunté curioso. — Solo digo Marcus, que no puedes juzgar sin conocer... ¿Pensé que no te importaba lo que otros opinanaran sobre ti?— observó. Ciertamente, tiene razón. ¿Por qué le estoy dando tanta importancia a lo que piense ella? El mesero se acercó, tomó las ordenes y se volvió ha marchar. — No me importa lo que digas o pienses de mi... — Entonces, ¿Por qué estás a la defenciva, Marcus? — No estoy a la defenciva— en ese momento me di cuenta que muchas personas me veían, estaba tan alterado que estaba hablando más fuerte de lo usual sin darme cuenta. — No, para nada— refutó ella con una sonrisa victoriosa— Y no te preocupes por el contrato, pon en el lo que quieras, a mi no me importa— alegó despreocupada cruzando los brazos bajo sus pechos. ¡Vaya! tiene pechos grandes, creo que caben perfectamente en mi mano... — No seas pervertido Marcus— habló sacándome de mis pensamientos— Mis ojos están en mi cara. En vez de sentirme ofendido o avergonzado por haber sido descubierto, continúe viendo los pechos de Elizabeth, las cosas bonitas merecen ser admiradas. Volvió ha escribir en su teléfono. — Eres un idiota...— comentó exasperada. — Lo sé, no eres la única que lo piensa— sonreí lo más arrogante posible a lo que ella respondió poniendo sus ojos en blanco. ... Estábamos sentados aún en el restaurante, esperando a que nos trajeran el postre. Yo resolvia algunos asuntos del trabajo desde mi teléfono y Elizabeth sólo escribia y leía sabra Dios qué en el suyo. El ambiente era muy incómodo, la tención era tan palpable que podías pasar un cuchillo para intentar cortarla. Por el momentos no se me ha ocurrido nada que pudiera poner o exigir para nuestro contrato. ¡Esto es estresante! Tengo muchas cosas que hacer en la empresa y no he podido hacerlas por estar aquí con "mi futura esposa", de la cual no conozco ni la talla de sus bragas. — Mientras vivamos en la misma casa— hasta que por fin se le ocurre decir algo— Quiero habitual una habitación y usarla como estudio... — ¿Más o menos para qué?— ahora siento un tanto de curiosidad por el asunto. — Solo quiero un estudio, yo me encargaré de comprar los muebles y las otras cosas que requiera— aparte de malcriada caprichosa. Sin duda alguna me saque la lotería para la esposa y el matrimonio perfecto. « Es lo de único que pido para mi. — Está bien. Pero ¿De donde sacarás el dinero para comprar los muebles?— pregunté con mucha curiosidad, no creo que ella trabaje. — Creo que eso no es de tu incumbencia. Solo conformate con saber que no será tu dinero— sentenció mirándome fijamente. — Eso espero, no cuentes con ser la típica esposa trofeo porque... — Marcus, seré tu esposa por castigo, no por placer y mucho menos porque esté interesada en ti— se levantó de su asiento. « Y si me disculpas, tengo cosas más importantes en las cuales ocupar mi tiempo. Sin decir más, se puso de pie y llamo al mesero con quién intercambio algunas palabras. — La cuenta ya está paga. Nos vemos en dos días querido— culminó agregando mucho sarcasmo a su querido. ¿Pero que carajos le pasa ha esta mujer? Ni siquiera quiso discutir el contrato... Este va ha ser un largo año por lo visto.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD