Un dulce sonido despertó a Elie, quien al abrir los ojos pudo ver que habían llegado a una hermosa casa, no era enorme, elegante, pero era perfecta, acogedora, esos lugares que con solo verlos te hacen sentir en casa. — Despierta bella durmiente, hemos llegado. Marcus le tendía la mano a Elie, que froto su rostro para despertar. Agatha había bajado del auto ya, y Marcus le ayudo a Elie a bajar también. — ¿Dónde estamos? Elie veía el lugar y era tan lindo, como Agatha siempre le contó, cuando ella se jubilara se compraría una linda casa a las afueras de la ciudad y viviría cómodamente, Elie comprendió que el supuesto vuelo solo fue una salida al puerto que había a unas dos horas de la ciudad, era una zona mercantil con pescadores. — Este será tu hogar hasta que lo decidas, aquí nadie

