Samantha Landers El estruendoso sonido de mi mano al chocar contra su mejilla retumbó en toda la habitación. Mis lágrimas salían sin control alguno mientras la ira se iba apoderando de mi cuerpo. Ella me miraba confundida con la mano posada en su rostro. - ¡Por imbécil casi te vuelven a violar! –le espeté-, ¿tan poco te quieres? - ¿Violarme? –preguntó frunciendo el ceño. - ¡Sí, Camila, el pendejo con quien estabas tomando casi te viola cuando estabas inconsciente! - Yo… no –sus ojos se llenaron de lágrimas-, no lo recuerdo –susurró. - ¡Obvio que no lo recuerdas! –agité los brazos exasperada, ¡estabas drogada; ebria y drogada! –le grité. - Samantha, yo… - Vete, ¡lárgate ahora mismo de mi casa! –le señalé la puerta con un dedo y ella me miró con el ceño completamente fruncido. -

