Camila Di Salvo Un nuevo día daba inicio y con él mi tortura. Llegué al salón de clases y lo primero que observé fue a Samantha hablando con su maldito novio, ¡es que lo quería matar! Quizás no lograba disimular bien mi incomodidad; y bien sabía que ella estaba libre de pecado, pero me daba coraje el hecho de saber que ella era suya y no mía. Di un portazo que sobresaltó a los presentes y situaron sus miradas sobre mí, no me importó, tenía su atención y era lo que deseaba. Me dirigí hacia mi asiento en la parte trasera, Melody me miraba completamente desconcertada y Ruth con una amplia sonrisa en el rostro. Ella era otra a quien tenía ganas de asesinar; estaba por volverme piromaníaca e incendiarlos a todos. - Buenos días –musitó Mel. - Nada tienen de buenos –espeté en voz baja.

