Mientras tanto, en otra parte del salón, Keith regresaba con aire de derrota a su mesa luego de que el Elfo ancestral lo hubiera apartado como si no fuera nada. Volvía hacia donde sus hermanos lo esperaban en la mesa de los refugiados. Para ese momento, Miriam, Seraphina y Violeta también habían regresado, cansadas de bailar; los jóvenes, Asher, David y Caleb, se lo permitieron, alegando que luego volverían por ellas para seguir disfrutando de la fiesta que apenas comenzaba. Thane también estaba en la mesa, igual de cabizbajo tras el doble rechazo: primero con Elia, y luego cuando ese otro Elfo de aura intimidante lo quitó de encima para bailar con la princesa heredera de Talisia. Él se sentía desmoralizado, pero no abatido; ya tendría otras oportunidades, pensaba el joven. —No puede ser…

