Capítulo XX. Cuidado con quién te juntas

1154 Words
Narra Acerina Después de hablar con Ian me tumbé un rato hasta que me quedé dormida sin darme cuenta. Cuando despierto ya son más de las siete de la tarde, por lo que me levanto y bajo al salón donde se encuentran Ryo, Atid y Yun. -¿Dónde está Ian? -Yun-Ni idea, simplemente nos dijo que no lo esperáramos despierto porque no sabía cuándo iba a volver. -¿Cómo?- Pregunto sin poder creer lo que escucho. -Lo que escuchas, se le veía un poco intranquilo. -Joder.- Digo para mis adentros. - ¿Hace mucho que se fue?- Pregunto ahora en voz alta. -Hará como una hora. Entonces empiezo a pensar que la razón de su repentina salida puede ser algo más que la conversación que tuvimos antes. Sobre todo teniendo en cuenta que nos ha dejado a Mattia y a mí a cargo de sus hermanos. ¡A mí! Les ha pedido que nos protejan con su vida si hace falta, lo que me asusta todavía más. ¿Por qué querría ponerme a salvo? -Pero no te preocupes,- dice Ryo- siempre nos dice que cuidemos así de ustedes. -¿Pero no les parece raro? Siempre nos avisa de a dónde va, pero esta vez no. Yo creo que ahí algo que no sabemos, está claro. -Él sabe cómo arreglárselas, va a estar bien. Narra Ian Después de haber hablado con Acerina estaba muy cansado. Pero antes de poder llegar a mi habitación recibo una llamada. Descuelgo sin ganas y la voz al otro lado de la línea me deja helado. -Ian, cariño, que bueno que coges el teléfono. -Wen… -La misma. -¿Qué quieres? Te dije que me dejaras en paz después de todo lo ocurrido. No quiero tener nada que ver contigo. -Déjame hablar,-dice coqueta- yo solo quiero hacer las paces contigo. ¿Qué tal si vienes a cenar? Así podríamos hablar más tranquilamente y quién sabe si hacer otras cosas. -No.- Digo tajante.- Tengo novia y estoy muy contento con ella. No necesito a ninguna otra mujer para ser feliz. -Lo sé, y me da totalmente igual. Te quiero aquí en menos de una hora. Ya he enviado unos cuantos hombres y tus guardaespaldas no son rivales para ellos, así que date prisa o tu hijo y tu noviecita sufrirán las consecuencias.- Y cuelga sin más. Sé que entre mis hermanos y yo podríamos vencer a esos hombres sin necesidad de ayuda, pero prefiero no arriesgarme. De esa mujer puedo esperarme de todo menos cosas buenas. Sin más que decir, cojo mis cosas y salgo de casa, no sin antes decirle a mis hermanos que cuiden muy bien de Mattia y de Acerina. Media hora después llego a la zona residencial en la que vive Wen. Es un sitio muy lujoso, no tanto como en el que yo vivo, pero si lo suficiente como para que sea el hogar de ex-presidentes y de gente muy influyente del país. A la entrada me reciben dos hombres pero no pasa mucho tiempo antes de escuchar la chillona voz de Wen. Aún sigo sin entender cómo es que pude ser su novio. Para tres parejas que he tenido en toda mi vida me tenía que tocar una loca. -Amor, ya llegaste. -No me llames así.-Digo con un tono de voz seco. Me sorprende ver cómo ha cambiado. Ya no queda nada de la Wen inocente. Lleva puesto un vestido, tan corto que solo le tapa lo necesario, y unos tacones de por lo menos quince centímetros. -Te voy a llamar como yo quiera. Ahora entra, la cena ya está servida. Se da la vuelta sin esperar respuesta y entra moviendo sus caderas de un lado a otro. Me estoy replanteando seriamente el dar media vuelta y salir corriendo sin mirar atrás. Lo haría si no fuera porque tengo a un hombre de por lo menos dos metros detrás de mí esperando a que entre para poder cerrar la puerta. Una vez sentados a la mesa ninguno de los dos decimos nada, hasta que ella decide romper el silencio. -¿Por qué eres tan frío conmigo? -¿En serio me preguntas eso? Yo creo que tú ya lo sabes. Si estoy aquí es por el bien de mi familia y no porque quiera verte la cara. -Yo se que lo que hice no estuvo bien, pero eso ya pasó y, no podemos hacer nada para remediarlo. Intentemoslo de nuevo. -"Pero eso ya pasó, y no podemos hacer nada para remediarlo." - Repito imitando su voz- Lo dices como si fuera una cosita de nada. -Es que no creo que sea para tanto. -¿Qué no crees que sea para tanto?¿Pero tú te estás oyendo? ¿Tú crees que no es para tanto acostarte con los guardaespaldas de mi padre estando en una relación conmigo? ¿Tú crees que no es para tanto drogar a mi padre para robarle lo que él más aprecia y después culpar a Ryo hasta el punto de que casi mata a su propio hijo? Dime, ¿tú crees que no es para tanto?- En este punto de conversación ya estoy perdiendo los nervios y la poca paciencia que tengo se está agotando. -A ver, dicho así suena mucho peor de lo que es. Sólo fue un acostón de una noche y no es culpa mía que tú padre le tenga aprecio a una simple piedra hasta el punto de querer matar a su propio hijo. -Estoy seguro de que si para ti solo fuera una piedra no habrías hecho lo que hiciste. Por tu culpa Ryo y mi padre se odian -Eso es problema de ellos. -Mira, ya me harté de ti.- Me levanto con la intención de irme pero mis piernas no responden y caigo al suelo. Me entran unas ganas inmensas de dormirme y entonces solo escucho las palabras de Wen. -Dulces sueños, Ian. Narra Acerina Estoy en la cama y sigo sin poder quitarme de la cabeza a Ian. Es muy raro que se haya ido sin más. Por la cabeza me pasan miles de cosas que podrían estar pasándole ahora mismo. Intento tranquilizarme y cuando por fin lo consigo siento un fuerte dolor en mi zona abdominal. Me dan ganas de gritar pero no lo hago, no quiero despertar a los demás. Se supone que me faltan tres semanas para dar a luz, así que supongo que son contracciones de Braxton Hicks. Por la mañana me levanto y veo a Ryo preparando el desayuno. -Buenos días, ¿qué tal dormiste? -No muy bien, la verdad. Estuve con dolores toda la noche. -Voy a llamar al médico. -No hace falta, ya se me pasaron. -No importa ya que estás en la recta final y quien sabe si hay algún problema. -Bueno, vale. Por cierto, Ian ya llegó. -No, supongo que le habrá surgido algún contratiempo. -Espero que esté bien.
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