LAS EXQUISITAS

Daniela cae en un juego sin retorno.

Ya en la oficina, ellos comienzan a hablar, Daniela le pide a Leonard, que se calme, que no es lo que él se está imaginando. El no reacciona, y la comienza a presionara para que le diga la verdad. —Daniela, esto a tan solo unos pasos de que todos sepan la verdad, tu y yo teníamos un pacto, te exijo me digas, ¿Tienes algo como ese tipo? —.

Daniela se queda callada, se ve muy nerviosa no sabe qué decir, el sigue y sigue presionando, y comienza a amenazarla, —si no me dices en este momento la verdad, voy a decirle a la madre superiora y al doctorcito toda la verdad, que no eres enfermera, sino que bailas semi desnuda en un Bar—. Daniela en medio del desespero besa a Leonard, con el único fin de hacerlo callar.

Leonard disfruta de ese beso, y Daniela acaba de cometer uno de los peores errores, pues, esto que acaba de hacer solo va a lograr que Leonard se encapriche más con ella, y por nada del mundo, la dejara en paz.  El beso es intenso, algo totalmente diferente a los de Arthur. En definitiva ellos dos son totalmente diferentes.

Daniela reacciona de lo que acaba de hacer, y sale corriendo de la oficina, la madre superiora que se encuentra afuera no comprende lo que pasa, y entra a su despacho a conversar con el señor Benefactor, para que él le explique ¿Qué sucedió?

Leonard sale de la oficina, y se encuentra con la madre superiora justo en la puerta, quien bastante consternada le pregunta: — ¿Qué sucede que Daniela salió así, tan afectada? —. Leonard, astutamente le responde: —Estando aquí recibió una llamada, al parecer le sucedió algo a un familiar suyo en Venezuela, y después de eso salió así, me permite ir a hablar con ella—. La madre superiora contesta: —Para nada señor Leonard, ¿Cómo se le ocurre? Si ella está en el baño de mujeres, creo que si tomo esa actitud es porque quiere estar sola, la vida lejos del país de uno, y en las condiciones que pasan las jóvenes como Daniela no es nada fácil, afortunadamente ella tiene la suerte de conocer personas buenas como usted, pero igual enterrarse de noticas lamentables, y sin poder estar allá, acompañando a sus familiares no es fácil.

Leonard finge solidaridad y dice: —Es que a mí se me crio con la idea de ayudar a los demás madre superiora, ¿De qué sirve tener si no haces nada por la gente que necesita? —. Responde la madre superiora:

—Aquí en la fundación somos muy afortunados, en menos de nada han llegado dos personas maravillosas, y de las cuáles agradecemos mucho a Dios, esas son, usted señor Leonard, y el Doctor Arthur, él desde que llego ha sido un alma de Dios, no nos cobra nada por sus servicios, pidió que su sueldo fuera dado en ayudas a lo que necesitan los niños, y sin contar el excelente equipo que hace con Daniela, a fin de conseguir ayudas y beneficios para nuestros niños—.

Leonard intenta disimular lo mal que le caen esas palabras de la madre superiora, el solo hecho de que lo comparen con ese señor lo llena de ira, pero debe seguir disimulando. El premio que es Daniela lo vale, y ahora no solo es que la desee, esta por medio, según él su “Hombría”. Si Arthur se queda con ella le estaría ganando.