Transcurrida la escena romántica entre dos hermanos demasiado necios para la edad que manifestaban, pasamos varias horas todos juntos. Diego, Elle, y yo, como niñero estrella sosteniendo a Pablito. Lo cual consideraba una tarea titánica, es decir, cómo puedes comer con tenedor y cuchillo con un bebé al hombro; o cómo puedes hacer que tu espalda no te duela de tanto mecerlo, ponerte de pie o sentarte para calmarlo.
Aun así, todo valió la pena, porque desde mi huida por la pelea con papá, no había tenido tiempo de compartir con mi familia. Estaba más enfocado en… demostrar que yo tenía la razón. Pero ¿y si no la tenía?
Otro tema era que cuando las horas se fueron postergando en esta reunión con más invitados de los que esperaba, mis ojos estaban atentos a captar a otros invitados más sorp
