11: King Hathaway

1655 Words
Jehane. Contemplo el impresionante salón donde se lleva a cabo una celebración privada, exclusiva para los miembros de la organización británica. Es un evento al que deseé fervientemente no asistir, pero mi madre y mi abuelo son una roca inamovible cuando se lo proponen. —Muy bien, Abby, intenta mostrarte feliz a su lado y sonríele mucho. Además, no mires fijamente su rostro; no le agrada en absoluto. —Mi madre preparaba a mi hermana con una seriedad que parecía digna de una estrategia de guerra. —Mamá, sé lo que hago, ya lo he visto varias veces. —Lo sé, pero él no ha buscado tu atención. Esta vez, esfuérzate por dejarle una buena impresión. —Mi madre parecía desesperada por asegurar una conexión. A la primera oportunidad de escapar, no dudaría en hacerlo, aunque tuviera que ir caminando hasta el departamento de Max. Mi madre y su esposo entraron primero, y nosotras los seguimos. Pero, en un movimiento rápido, Abby tomó mi brazo con una fuerza innecesaria y me arrastró a un rincón apartado del vestíbulo. —Te lo advierto, Jehane —siseó con la mandíbula tensa—. No te entrometas. Ya tuve suficiente con que me robaras a Max como para soportar otro intento. —No me interesa lo que nuestra madre y tú estén planeando. Sus asuntos me son indiferentes, así que no te prometo nada. —Mantente alejada, o de lo contrario... —¿O de lo contrario, qué? —Me acerqué intimidante, obligándola a retroceder un paso. Abby tragó con dificultad. —Haré que pierdas hasta el último centavo de la herencia de mi madre. —¡Ja! ¿De verdad esa es tu amenaza? Te informo que la herencia de mi padre es considerablemente mayor que la de nuestra madre y tu padre juntos. —Me acerqué a su rostro, disfrutando de su pánico—. No me importa el dinero de esa mujer, y tu estúpida amenaza me resbala. Si alguien llama mi atención, y casualmente es el hombre que te interesa, no podrás hacer absolutamente nada. ¿Sabes por qué? —Sonreí de lado—. Porque tengo una cualidad que ni mi madre ni tú poseen: cuando quiero algo, lo consigo sin esfuerzo. Así que, llévate tus patéticas amenazas a otra parte, muñeca. —Pasé a su lado, rodando los ojos. Es la viva imagen de mi madre, una copia perfecta de su codicia y su debilidad. Apenas crucé la puerta del salón principal, repleto de invitados, mi mirada se desvió de inmediato hacia mi madre, su esposo y un grupo de personas. Mis abuelos estaban entre ellos. No dudé en evadir el encuentro, dirigiéndome al jardín contiguo. El lugar parecía desierto hasta que, a lo lejos, distingo la figura de un hombre alto caminando cerca de los árboles. A pesar de la noche, su piel pálida resaltaba bajo la luz de la luna, y su cabello n***o era tan intenso como el cielo nocturno. Se percató de mi presencia, permitiéndome ver su rostro con mayor precisión. Llevaba un parche sobre el ojo derecho, y su expresión era completamente neutra, casi espectral. Era como contemplar una estatua gótica, tallada en puro peligro. Qué hombre tan increíblemente hermoso y oscuro. Sonreí, a pesar de la inoportunidad del momento. No lo conocía, pero su aura me cautivaba. Él se mantuvo inmóvil, observándome con una intensidad silenciosa. Respiré hondo. Este no era el momento para entretenerme con hombres desconocidos. Saqué mi teléfono y marqué a Max. Mi chico, mi doctor, contestó rápidamente. —Hola, mi amor —dije, comenzando a caminar sin importarme la presencia del hombre. —Nena, qué gusto escucharte. Pensé que sería imposible comunicarme contigo ahora. —Me escapé. Estoy buscando un lugar tranquilo antes de huir de verdad. —Noté la presencia de guardias discretos—. No será fácil. —Debes tolerar estar allí un poco más. Creo que es mejor causar una buena impresión a esa gente, ya que estás en su territorio. —Lo sé. Debo pasar desapercibida, ser invisible. Escuché su risa nerviosa. —Eso no lo lograrás, menos con ese maldito vestido que llevas puesto, mi amor. Estás radiante, y tu belleza es demasiado llamativa. —Es una lástima que no estén aquí conmigo. —Suspiré—. Me divertiría mucho más si los dos estuvieran a mi lado. —Félix y yo pensamos exactamente lo mismo. Miré de reojo hacia donde estaba el hombre, pero ya no estaba. Había desaparecido como un fantasma. —Sí, es lo mejor. No es bueno llamar la atención de personas en una mafia que no conozco. —¿Por qué dices eso, mi amor? —Hace un momento, había un hombre justo aquí donde estoy, y se ha esfumado en un parpadeo. —Mmm, ten cuidado, por favor. Será mejor que vuelvas con tu familia. Al menos allí estarás a salvo. Sonreí por lo tierno que sonaba. Max no sabía que yo estaba mejor sola y que quien intentara lastimarme se arrepentiría. —Tomaré tu palabra, cariño. Volveré con ellos. —Nos despedimos con un beso sonoro y envié unos mensajes rápidos a Félix. Entré de nuevo al evento. Muchas personas no dudaron en mirarme, pues mi rostro era nuevo en ese círculo. —Mi nieta hermosa. —Mi abuelo se acercó con una gran sonrisa—. ¿Dónde estabas? —Tomando aire fresco. —Ven. Hay muchas personas importantes que debes conocer. Mientras mi abuelo se encargaba de presentarme, mi mirada se dirigió al grupo de mi madre. Ella, junto a mi abuela, mi padrastro y mi hermana, estaban reunidos con el hombre que vi hace unos minutos en el jardín. Diablos. ¿Será esa la llave de la que tanto hablan? —Ese hombre es el líder británico —me susurró mi abuelo—. King Hathaway. Hice una mueca ante el tono de su voz. —Parece que no te agrada. Me llevó a un lugar más discreto. —No es que me agrade. Es el nuevo líder y hay que respetarlo, pero sabes muy bien cómo obtuvo ese puesto. Matar a su propio padre de una manera tan frívola, matar a su líder, es una traición. Sé que su padre era un dolor de cabeza para todos nosotros, pero aun así era nuestro líder. Que él hiciera eso es algo que desagrada a muchos miembros antiguos. Levanté una ceja incrédula. —Quien mata al líder se convierte en el líder. Es la ley de poder en estas esferas. Además, matar a su padre debe haber requerido una capacidad mental inmensa. Lo admiro. Mi abuelo me miró con una mezcla de miedo y reprensión. —No lo tomes como ejemplo. No quiero ver a tu madre tendida en el piso por tu causa. Carcajeé, asustándolo aún más. —Me sorprende que conozcas mi deseo más oscuro, pero no, abuelo. No es mi intención deshacerme de mi madre. Y sabes por qué lo hago —miré a mi abuela—. No podría lastimar a mi abuela. —Bueno, gracias a los demonios que aún tienes una pizca de moderación. —Tomó mi mano—. Vayamos a saludar. El líder debe conocer a la nueva m*****o. —Por el momento. —No dijo nada ante mis palabras, solo se dispuso a seguir caminando hacia el grupo. —King, te presento a mi nieta menor, Jehane. Estará con nosotros por un tiempo indefinido. No dudé en clavar mi mirada en la suya, algo que noté que lo descolocó, ya que ninguno de los presentes lo hacía. No me importó. Además, se veía peligrosamente atractivo con su parche y la notoria cicatriz que le cruzaba la ceja. —Gracias por recibirme, aunque no disfruto de estar en este lugar —dije, honesta. —Jehane —Mi madre me miró con exasperación—. Sé más educada. —Sé más disimulada, madre. Durante el tiempo que estuve junto a ellos, me di cuenta de que King apenas hablaba. Parecía mudo, lo cual no era cierto, pues de vez en cuando articulaba una o dos palabras cortantes. Abby intentaba impresionarlo de todas las maneras posibles: hablándole de su carrera, de sus intereses y tratando de sacarle más palabras. Mi madre la ayudaba. Pero King era una montaña inamovible. Ninguna, excepto yo, se atrevía a mirarlo directamente. Me alejé lentamente, dirigiéndome a la mesa de bocadillos. Me serví algunos. —Linda noche, ¿Cierto? —dijo un hombre a mi lado, también eligiendo aperitivos. Lo miré de reojo por un instante. —Si eso es lo que crees. —No te había visto por aquí. ¿Eres hija del señor Elijah? —Él ya quisiera que yo fuera su hija. —Sonreí de lado—. No, no lo soy. —Entonces, ¿Qué hacía con ellos? —No tengo por qué dar explicaciones a un desconocido. Me miró impresionado. —Lo siento, linda. Me llamo... —De repente, sus ojos se abrieron y tragó saliva—. Mejor me marcho. —Se retiró a toda prisa. Bufé. —Lo espantaste. —Regresé a mi labor, sabiendo lo que acababa de suceder. La presencia intimidante de King era reconocible al instante, incluso después de unos pocos minutos a su lado. Me di la vuelta para mirarlo. —Parece que todos aquí le tienen un gran respeto. —No todos —respondió su voz grave. —Aun así, deben tenerlo. Ahora es el líder, sin importar cómo. —Probé un bocadillo sin quitarle la mirada. Este hombre era un dios salido del inframundo. Su aspecto, su aura, todo en él era pura oscuridad controlada. Su complexión me recordaba a Javier, pero su presencia era distinta, más fría y brutal. Lo siento, Abby, pero este hombre ya me echó el ojo, y yo a él. Solo debo ser cuidadosa. Meterme con otro líder podría ser peligroso para Javier y, por supuesto, para mis chicos.
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