Layla Eveer había pasado gran parte de su vida sumergida entre las penumbras de un pasado doloroso y traumático, creyendo que su vida había sido creada para sufrir y no sonreír ni reír o en todo caso, que ella no estaba destinada a ser feliz en ninguna circunstancia de su vida, pues a cada paso que daba, su pasado se encargaba de destruir lo poco bueno que tenía.
La lastimaron como nunca
Le rompieron, no solo una, sino tres veces el corazón y sí, Layla sabía que la segunda y la tercera vez fueron elección propia, pero también sabía que era débil y confianzuda, manipulable...
Layla Aveer era una inestable sentimentalista.
Pero todo cambió para ella cuando en una de sus crisis lo conoció a él. La vida que llevaba sumergida en un despeñadero dio un giro de tres sesenta cuando el recuerdo de su pasado la envolvió en un manto de miedo y terror, en la agonía de la que tanto se esforzó por salir y de la cual seguía siendo víctima y todo con la llegada de Liam.
Liam Harrison era como el mismísimo Lucifer reencarnado en un cuerpo de Dios griego, rubio, ojos azules como el mismísimo cielo, labios gruesos y de un rojo al natural y sin duda alguna, una complexión alucinante, adictiva e impetuosa.
Su sonrisa era aquella que te recordaba al infierno, pero su manera de sostenerte y besarte te hacía subir al cielo y bajar al averno.
Él no era lo que ella creía
Él no era inocente y eso a ella le gustaba...
Pero cuando la bomba pasional explota, una ola de obsesiones, secretos y mentiras los envolverá en tragedias y verdades que quemarán todo lo que creían tener porque cuando el pasado regresa, nada ni nadie puede escapar del dolor que deja.