Todo estalla, como una bomba ante mis ojos. Capítulo 7

740 Words
El sonido del disparo todavía resuena en mi cabeza cuando Sebastián me empuja contra el suelo. Caigo sobre la alfombra gruesa, aturdido, sin entender nada. Mis manos se aferran al piso, temblando. Otro disparo. Y otro. Cristales estallan en algún lugar de la casa. —¡AL PISO! —grita Maximiliano, con una autoridad que hace vibrar las paredes. Lo escucho moverse. No lo veo, pero lo escucho: pasos rápidos, certeros, el chasquido metálico de un arma cargándose. Mis oídos laten. —¿Qué está pasando? —mi voz es apenas un hilo. Sebastián se inclina sobre mí, cubriéndome con su cuerpo. —Nos encontraron… —susurra, pálido como un fantasma. Un escalofrío me atraviesa la columna vertebral. Nos. Encontraron. A mí. Hay otro estruendo en la entrada. Voces. Pasos apresurados. Todo pasa tan rápido que siento que mi cerebro no logra procesarlo. De pronto, una mano fuerte me agarra del antebrazo. Es Maximiliano. Me levanta como si yo no pesara nada. Su rostro está tenso, concentrado, casi salvaje. Y sus ojos… son dos tormentas azules listas para destruirlo todo. —Conmigo. Ahora. —ordena, sin espacio para discusión. Mi respiración se corta. Solo puedo asentir. Él me rodea por la cintura con un brazo, pegándome contra su costado para mantenerme agachado mientras avanza. Su cuerpo es un muro caliente y firme entre los disparos y yo. Puedo sentir el latido acelerado en su pecho. Y por primera vez en mi vida… no es atracción lo que me provoca. Es protección. Es miedo. Pasamos junto a una ventana rota. El viento nocturno entra con violencia. Maximiliano me presiona más, cubriéndome. Otro disparo atraviesa el marco. Tan cerca que siento el aire quemado rozándome la mejilla. —¡Mierda! —exclama Sebastián detrás de nosotros—. ¡Son tres o cuatro, todos armados! —¿El Zorro Blanco? —pregunto, sin querer saber la respuesta. Maximiliano no duda un segundo: —Su mano derecha. Esto es una advertencia. Todavía no te quieren muerto… quieren que tengamos miedo. Mi corazón tambalea. Yo ya tengo miedo. Llegamos al pasillo lateral. Maximiliano abre una puerta oculta detrás de un cuadro. Un ascensor pequeño, blindado. —Sube —me ordena. —¿Y ustedes? —¡SUBE! —esta vez, su voz se rompe. No es ira. Es pánico. Por mí. Entro en el ascensor, pero antes de que las puertas se cierren, Maximiliano entra conmigo, arrastrándome de un tirón. Sebastián se queda fuera. —¡NO! ¡SEBA! —grito desesperado. —Vayan —dice mi hermano, apuntando con un arma que ni sabía que tenía—. ¡Cierren ya! Las puertas se cierran. Lo último que veo es a Sebastián, retrocediendo hacia las sombras. —¡SEBASTIÁN! —grito otra vez, golpeando el metal. Maximiliano me agarra del hombro y me hace voltearme hacia él. Su respiración está agitada, su rostro a centímetros del mío. —No vuelvas a hacer eso nunca. Su voz es grave, emocional, peligrosa. —¡Nos están atacando y tú quieres que me calme? —le grito. Él me sostiene la cara entre sus manos, abrupto, casi desesperado. —Mateo… si sales ahí, te matan. ¿Entiendes? Te matan. Su pulgar roza mi mejilla temblorosa. Siento electricidad. Otra vez esa maldita electricidad. —Tu hermano puede pelear. Está entrenado. Pero tú… tú eres… Cierra los ojos un segundo, sus dedos aún en mi piel. —…tú eres lo único que no puedo permitir que toquen. Mi corazón se detiene. Las puertas del ascensor se abren en el piso subterráneo: un refugio blindado lleno de pantallas y armas. Pero yo no veo nada. Solo veo a Maximiliano, tan cerca, tan intenso, tan contradictorio. —¿Por qué…? —mi voz apenas sale—. ¿Por qué te importa tanto lo que me pase? Él me mira como si la pregunta lo destrozara por dentro. —Porque tu padre me lo pidió. Y porque… —se traga sus palabras, como si fueran veneno. Antes de que pueda insistir, uno de los guardias aparece corriendo. —¡Don Maximiliano! Han capturado a dos de los intrusos. Uno pidió hablar con Mateo. Mi sangre se hiela. —¿Con… conmigo? Maximiliano me toma del brazo otra vez. —Vas a escucharlo. Su mirada se vuelve oscura, peligrosa, casi posesiva. —Y yo estaré a tu lado. Siempre. Y entonces lo entiendo. Lo que viene ahora… va a cambiarlo todo.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD