Cuando Antonio comenzó a acelerar el ritmo, la intensidad del placer se multiplicaba. Los gemidos de Laura susurraban en su oído, alimentando el deseo aún más. Seducida por el ardor del momento, ella suplicó entre sus jadeos: —¡Más fuerte, doctor! Antonio con sus ojos cerrados respondiendo a su petición dejándose llevar por la pasión desenfrenada que Laura le respondió entre jadeos. —¡Oh… oh…ok! Así que el hombre chocaba sus caderas contra las de ella con fuerza, llevándolos después a alcanzar el clímax mutuamente con Antonio derramando todo sus fluidos dentro de ella. —¡Ahhhh!—gritaron los dos al mismo tiempo. Minutos después… La pareja se encontraba abrazada, acurrucada bajo la cálida cobertura de la sábana, con sus piernas entrelazadas en un gesto de conexión íntima. Laura apoy

