Pero lo que Laura no sabía era que, sin darse cuenta, estaba dejando una huella imborrable en el corazón de Antonio, quien estando detrás de la puerta se tapaba su rostro con sus manos y mentalmente se decía: «¡Ah, como me encanta Laura! ¡sé que no voy a cumplir la promesa que te hice abuela, pero ¿qué puedo hacer?, estoy aquí en la tierra y es difícil la tentación, como dice el reverendo Josh, no soy Jesucristo o el apóstol Pablo… espero que estés donde estés me comprendas mi querida abuela!» Seguidamente, el hombre se fue hasta su habitación, se quitó la ropa y se metió al baño siendo ya las nueve con quince minutos, para quitarse aquella calentura. Abrió la llave, en donde salió agua super fría por aquel sistema especial que él había instalado y comenzó a ducharse. El agua del baño en

