—Está bien, doctor —dijo con voz entrecortada, luchando por proyectar confianza—. Siempre seré honesta con usted. Antonio, apreciando la voluntad de Laura, asintió comprensivo. —De acuerdo. Y, dado que no tienes la posibilidad de salir del país, cuando llegue el momento de buscar a tu madre... la traeré aquí, a Reino Unido. Laura sintió un rayo de esperanza ante la propuesta del moreno. Saber que existía una solución posible para reunirse con su madre en un lugar seguro despertó en ella una mezcla de emociones, desde la alegría hasta la temor. No obstante, en ese momento, se permitió albergar un destello de esperanza en su corazón. —¿En serio, doctor? ¿Hará eso por mí? Antonio se inclinó hacia ella, y mirándola con seriedad en los ojos acariciando una de sus manos sintiéndose con ella

