—Ah, qué bueno que vi a la tonta de Kassandra, ahora me hará rico, porque creo que no solo le pediré esas doscientas mil libras jeje. Después de haber intimidado a Laura, ese hombre se dirigió estando muy calmado hacia una pequeña sala de reuniones en el templo, donde continuaría su encuentro con los demás hombres. Al entrar, actuaba como si fuera alguien reservado y de pocas palabras, cambiando su tono de voz a uno más calmado. Se sentó entre los demás caballeros y comentó: —Lamento la demora, ya... estoy mejor. Disculpen la interrupción. —No se preocupe, señor Dorochenko —respondió Devon—.Sigamos donde nos quedamos. Sin embargo, Antonio estaba inquieto porque Laura todavía no regresaba del baño. Se levantó del banco y les dijo: —Lo siento, iré a ver si mi esposa se encuentra bien. C

