Luego, fuimos al auto y lo vi muy elegante, parecía una mini limosina. Elegancia y distinción es todo lo que rodea a mi querido doctor, pero claro, es vizconde eso es obvio porque es un noble. El chofer muy amable me sonrió, me abrió la puerta de los asientos traseros y me senté con nerviosismo. Luego, el señor me miró por el espejo retrovisor y con una sonrisa amable me respondió:
—¡No se preocupe señorita Laura, llegaremos en un santiamén, me sé una muy buena ruta!
De lo nerviosa que estaba no le pronuncié palabra alguna, si no solo asentí con mi cabeza a través de mis lentes oscuros y mi pañuelo.
El hombre condujo y el camino hacia la embajada fue largo y lleno de tensión. Cada vez que miraba hacía el camino, esperaba ver el rostro de Vladik aparecer en el cristal. A pesar de que est
