En la misma casa, en el nivel superior, una Arianna un tanto adormilada, al escuchar el sonido del teléfono local se despertó, se sentía pesada por el efecto del medicamento para el dolor, pero eso no impidió a que contestara la llamada como hace siempre.
Sin quererlo escuchó toda la conversación que César tuvo con su madre. Arianna se sintió peor de lo que ya el mismo dolor de la enfermedad le hace sentir. Si bien es consciente que la relación con Angélica no era buena, desconocía hasta dónde podría llegar el rechazo de esa señora. Cada palabra que escucho venir de ella fue un puñal clavado en el centro del pecho, cada ofensa, cada menosprecio le hizo expulsar una lágrima detrás de otra. Y para terminar de darle la estocada, saber de su deseo de ver a César casado con otra mujer solo por
