Huyendo del deseo

Capítulo 2

Dariel Pov:

¡Mierda! ¡Mierda! ¡Mierda!...

Es lo único en lo que soy capaz de pensar y en qué tengo un asco de suerte.

Siempre he tenido una suerte de mierda.

Bufo ante esa verdad, mientras me acomodo en el cómodo asiento de una de las múltiples camionetas que le pertenecen a mi padre.

Yo no quería venir a Nueva York, sé que aquí viven mis abuelos y es la tierra que vio nacer a mi madre, pero no quería dejar Rusia ¡Era mi hogar! Ahí estaba mi vida entera, que aunque haya sido una total mierda, era mi mierda de vida ¡Maldita sea!

-No pongas esa cara de funeral, enana- me susurra el idiota de Aleckey- no es la primera vez que venimos a Nueva York.

Lo miro de reojo; quisiera estar tan conforme como él con la precipitada decisión de nuestro padre; pero la verdad es que ahora me encuentro confundida por todo esto ¿Por qué teníamos que dejar Rusia con tanta urgencia? ¿Qué pasa? ¿Papá está bien? Yo sé de sobra que el trabajo de papá es muy peligroso, pero me preocupa saber que le puede pasar algo ¿Por qué se quedó papá en Rusia?

-Deja de joder, idiota- digo con molestia, fulminándolo con la mirada.

Al él le gusta joderme la existencia y más cuando estoy molesta.

Él me sonríe mostrando un poco sus blancos y perfectos dientes.

Mi hermano es totalmente un adonis irresistible; no puedo negar que es un bombón, pero eso viene de familia; el ejemplo más cercano soy yo. No es por presumir, pero soy muy bien formada y se puede decir que soy muy hermosa; no lo digo yo, me lo dicen muy seguido. Me gusta que los hombres se mueran por mí y me gusta llamar la atención, es extraño porque mi mamá y mi papá son completamente diferentes, a ellos no les gusta llamar la atención, pero a mí sí, y si es la atención masculina pues mejor, me hace sentir poderosa. No soy una chica fácil, sólo que el que me gusta me lo follo y listo.

Sin compromisos.

No siempre fue así, todo cambio después de…

-Dariel, cariño- escucho la suave voz de mi madre.

Salgo de mi trance y la miro fijamente. Mi madre, es hermosa, muy hermosa y dulce; hay veces que me gustaría ser así como ella, pero la verdad no me sale ni de chiste. Adoro a mi madre al igual que a mi padre, cuando estaba más pequeña siempre soñaba con encontrar un amor así como el de ellos, luego cuando fui una adolescente idiota quise encontrar a alguien que me mirara así como mi papá mira a mi mamá.

Todo fue una pérdida de tiempo.

-Dime, mamá- digo mirando por la ventana los altos edificios de Nueva York.

Fue un vuelo tranquilo; yo estoy muy acostumbrada a los aviones, siempre que mi papá tenía tiempo salíamos de viaje. Mis abuelos deben sentirse contentos al saber que viviremos aquí, ellos decidieron abandonar su vida en Rusia, porque extrañaban su tierra; eso es lo que nos dicen cuando les preguntamos porque decidieron regresar, además que querían darle privacidad a mi mamá y a mi papá.

-No pongas esa carita, tesoro- dice mi mamá con voz suplicante ¿Cómo no? Yo no quería venir- Sé que ahora lo ves así, pero mi tierra no es tan mala- intenta animarme pero me gana el desgano, no me importa si su tierra es mala o no, yo quiero la mía- Ya verás que cuando hagas amigos será más fácil y a mis papás les dará mucho gusto saber que viviremos aquí.

¿Eso debería alegrarme?

Esa es una mierda.

Mi madre suspira al ver que no logra levantar mi ánimo.

-El lunes empezaran el colegio, tesoros- dice ella a Aleckey y a mí mirando al frente. La verdad no tengo ánimos ni de luchar contra ella.

-Está bien, mamá- dice Aleckey.

Yo ni respondo, no quiero nada de esto, no quiero estar aquí.

Nada está bien cuando no te sientes bien…

. . .

-¡Aleckey!- lo busco iracunda por toda la mansión.

La verdad la mansión es muy bonita y muy bien organizada, tiene de todo, piscina, muchísimas habitaciones, un hermoso jardín y demás; sinceramente nunca había visto esta mansión; mi padre es dueño de muchísimas propiedades que están esparcidas por todo el mundo y cuando veníamos a visitar a mis abuelos nos quedábamos en otra propiedad, así que esta es totalmente nueva para mí. Siempre me gustaron los lugares así de lujosos, pero ese no es el caso.

-¿Qué quieres, pulga?- dice tranquilamente acostado en un cómodo sillón leyendo un puto libro.

-No me jodas, imbécil- digo entredientes- quiero que saques tus cosas de ¡MI HABITACIÓN!

Él alza un momento su mirada grisácea del libro y me mira a mí.

-¿Tu habitación?- dice pensativo, asiento energéticamente- que yo recuerde mamá dijo “Elijan las habitaciones que quiera,” y pues yo quiero esa.

¡No me jodas!

La verdad el idiota este tiene razón. Apenas llegamos mamá nos dijo que eligiéramos la una, la que quisiéramos; pero el estúpido de mi hermano solamente para joderme la paciencia eligió la misma que yo.

Entre cierro mis ojos mirándolo desafiante. Siempre consigo lo que quiero y esta no será la excepción.

-Pues entre todas las demás ¡Elijo esa!- me cruzo de brazos mirándolo fijamente- así que ve sacando tus cosas de ahí.- chasqueo mis dedos para darle énfasis a mis palabras.

-¿Y porque tendría que hacerte caso, pulga?- me mira con el mismo desafío con el que yo lo miro.

Me quiere tocar los putos cojones que no tengo.

-Aleckey Kozlov Williams- digo entre dientes, mi enfado está llegando al límite- solo dame la puta habitación y ya.

Sonríe de lado y me mira con burla.

-No me da la gana- se acomoda mejor y en el sillón ignorándome. Si será…-Tus problemas no son mi asunto, ahora fuera de mi vista.

Este puto.

Ando que si me pinchan no sangro.

No digo más, simplemente me doy la vuelta y a zancadas me voy directo a MI habitación. Aleckey me conoce muy bien, sabe que si quiero algo no me importa lo que tengo que hacer, siempre lo consigo y esta habitación va a ser mía.

Agarro con fuerza una de las maleta del idiota de mi hermano y no lo pienso dos veces cuando la lanzo por una de las ventanas cercanas; seguidamente hago lo mismo con la otra y la veo caer hasta el suelo, cabe decir que esta habitación es del último piso son 3 pisos toda la mansión entera.

Eso le enseñara a no meterse conmigo.

Sacudo mis manos y con una sonrisa me dirijo tranquilamente a la cama, en la cual me acuesto y me pongo a revisar mi teléfono.

Escucho unos pasos y cuando veo en el umbral de la puerta esta Aleckey quien al mirarme se detiene abruptamente y me mira con su ceño fruncido.

-¡Hola, hermanito!- lo saludo alegremente.

-¿Qué haces en mi habitación, Dariel?- pregunta confundido

Lo miro burlonamente. Si él supiera lo que hice, bueno ya se va a enterar.

-¿Tu habitación?- digo mirando para todos lados- Yo no veo tu nombre por ningún lado.

-Mis maletas están aquí…-señala al lugar donde anteriormente estaban sus cosas, al no ver nada me mira a todos lados confundido- ¡Mis maletas! ¿Dónde las metiste, pulga?

-No sé de qué me estás hablando, idiota- digo entre risas, mirando nuevamente mi teléfono. Esto va a estar bueno.

-Dariel- me llama amenazadoramente y yo levanto de nuevo- ¿Dónde están mis cosas?

Al ver mi rotundo silencia decide investigar; lo sigo con la mirada mientras camina en dirección al lugar donde estaban sus cosas. Revisa por todos lados hasta que revisa por la ventana.

-¡JODER!- voltea a mirarme molesto- ¿¡Estás loca!? Pudiste dañar mis cosas.

-Tus problemas no son mi asunto, ahora fuera de mi vista.- repito sus palabras con diversión.

Esto le pasa por c*****o.

Él me fulmina con la mirada y se va dando un portazo. Siempre peleamos, nos queremos, pero nos gusta jodernos la paciencia.

Me acomodo mejor en la cama y me dejo llevar por mis pensamientos. Es raro vivir en un lugar nuevo, aunque esta mansión pertenece a mi papá, nunca habíamos venido aquí. Papá se quedó en Rusia, pero dijo que pronto venía con nosotros.

Rusia.

Allá quedo todo, mis lágrimas, mis risas, mi vida, mis desgracias…

Dejo salir un largo suspiro. No tengo muchas ganas de estudiar y mucho menos de vivir aquí, pero mientras pueda me divertiré, estoy segura que encontrare la manera de divertirme…

Sigo con vida después de todo.

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