Sentí el dolor del impacto cuando mi puño atravesó la tablaroca, y se hizo añicos bajo la presión de mi puño, mientras golpeaba la pared con fuerza por la ira. Estaba harto de este lugar. No sabía por qué mi propia familia había sentido la necesidad de enviarme a una manada diferente para recibir tratamiento por mi ira. Estar lejos de mi propia manada no era lo que necesitaba en este momento. Y estar en este “entorno seguro”, como lo llamaban, era más como estar encerrado en una maldita prisión.
La terapia y el manejo de la ira no estaban haciendo ninguna diferencia. No había nada malo en mí, así que no había nada que curar. Así que no sé qué esperaban que sucediera mientras estaba aquí. ¿Esperaban algún tipo de milagro y que algún ángel emergiera de los escombros en los que aparentemente
