Sentado en la parte trasera de su auto, observando fijamente la casa en la cual vivía su compañero de vida, el alfa Dominic ni siquiera se inmutó cuando la puerta a su costado derecho fue abierta, y su hermano entró tomando asiento a su lado, mientras que Ava eligió el frente, acompañando a Jules. —Se supone que te ibas a quedar en la mansión, Dominic —expresó River con cierto reproche. —Nunca dije que me iba a quedar quieto en mi casa —contestó con tranquilidad—. Y deberías agradecer que Jules me convenció a esperar a que el sol se ocultara antes de venir aquí. —Supongo que debería de agradecerle también porque no estás metido en esa casa golpeando a un humano —resopló River. Desviando brevemente la mirada de la ventana, el alfa dominante observó de reojo a su hermano. —La única razó

