Recargando su espalda en su auto estacionado, Dominic McBriety esperaba a que su hijo saliera de la guardería a la cual asistía dentro de la comunidad. El alfa se encontraba de tan buen humor con el reciente avance con su dulce humano, que ni siquiera se molestó cuando Ava le abordó apareciendo de la nada. Deteniéndose al lado de su alfa líder, la beta mantuvo su espalda recta, con una postura implacable en lo que esperaba una señal para hablar. Cruzando sus brazos sobre su pecho, Dominic reconoció su presencia y la observó de reojo. —¿Qué noticias traes hoy? —Primero, ¿puedo preguntar algo? —pidió. —Depende de la importancia de tu pregunta. —Estás sonriendo. Es leve y pequeño, pero está ahí junto a tu buen humor. Eso no es algo que ocurra todos los días —comentó Ava. Por un momento,

