Si quieres ser mi amiga, no seas mi amiga

3482 Words
VANESSA Oooh, ahora esta– la voz de Mila es un ronroneo, sus ojos muy abiertos mientras hojea mis diseños. Mi cabeza da vueltas. No solo estoy en el pent-house de los Hamilton rodeada de muebles de formas exóticas, columnas talladas a mano y tanto mármol que apenas puedo imaginar cuánto costaría amueblar este lugar, pero una de las mujeres más influyentes del país está hojeando activamente mis deseños, cautivada y emocionada por lo que había dibujado. Por lo que yo, Vanessa Reinhart, la pequeña don nadie de Oakville, había creado. ¿Y para colmo? Mi amor platónico de la preparatoria y jefe está sentado a pocos metros de mí, moviendo un vaso de whisky de un lado a otro en sus manos, con todo el aspecto del multimillonario fuera de servicio que es. Se ha aflojado el cuello y se había arremangado durante una charla intrascendente, lo que casi me deja embarazada aquí mismo, en su sala. No, eso es imposible. El hombre ni siquiera me quiere aquí; eso había quedado claro en la mirada severa que se apoderó de su cara cuando me vio en la sala. Apenas me había dicho dos palabras después de preguntarme como estaba y que pensaba del lugar. Ahora simplemente está sentado en el sillón de cuero gris topo, observándonos sin vernos realmente, melancólico y de muy mal humor. Lo cual también es algo excitante, a su manera molesta. Porque daría cualquier cosa por saber que se agita detrás de esos ojos azul gris. –Vanessa, ¿necesitas otra? – me pregunta Asher, poniéndose de pie de un salto. Mila y yo bebemos vino blanco, y yo he vaciado mi copa. Lo que sea que estemos tomando parece caro, porque estoy borracha con una sola copa. Por lo general, el vino de oferta de seis dólares tarda al menos tres copas para calentarme. Asiento felizmente, ansiosa por más de lo que tengan que ofrecer; esta experiencia en el pent-house, esta compañía, esta lujosa porción de vida. –Gracias, Asher– grito mientras lleva nuestros vasos al bar cerca de los enormes ventanales con vistas a Manhattan. Dominic bebe su vaso, su mirada se cruza con la mía solo brevemente. –Vanessa es una diseñadora de ropa fantástica– dice Mila, sonriéndome y luego volviendo a mirar a Dominic. –¿Sabías eso? – –No lo sabía– dice. –No soy fantástica– digo en voz baja. –Solo estoy aprendiendo– –Te diriges a la grandeza– dice Mila, apretándome el hombro. Lucho contra la sonrisa que amenaza con consumir mi rostro. Su apoyo todavía se siente tan extraño, tan ajeno. Mi trabajo de diseño es un secreto que apenas había admitido, incluso a mis seres queridos más cercanos. Ahora ella me está revelando con orgullo. No tiene idea de lo mucho que significa para mí. Se me hace un nudo en la garganta y me lanzo hacia adelante, envolviéndola en un rápido abrazo. –Gracias– susurro, –Por creer en mi– Una risa escapa de su boca y me frota la espalda. Me recuesto en mi asiento, llevándome una mano al corazón. –Significa mucho para mí, eso es todo– –Aww, mira eso– Asher regresa con nuestras copas, relucientes con vino blanco recién servido. Recibo la mía con una gran sonrisa. –Ahora que nos hemos refrescado, creo que deberíamos seguir mirando– dice Mila con una gran sonrisa. Se sumerge de nuevo en mis diseños, haciendo comentarios sobre los pequeños detalles a lo largo del camino. Me encanta la conversación y su atención a mi trabajo, pero la presencia de Dominic chisporrotea en la periferia. Todo mi cuerpo hormiguea de consciencia, aunque estoy segura de que debo estar imaginando su atención. Asher se acerca a Dominic y los dos comienzan su propia conversación en voz baja. Intento con todas mis fuerzas ser parte de ambas conversaciones, pero no puedo. Mila está demasiado emocionada con los detalles de encaje del vestido que había usado para la recaudación de fondos la semana pasada. Pasa otra página. Miro hacia atrás. Dominic agita la cabeza hacia Asher, los dos claramente en medio de una batalla fraternal, y luego se pone de pie. Zero cobra vida, trotando para pararse junto a Asher. –¿Oh, simplemente te vas a ir? – incita Asher a Dominic. Tengo demasiada curiosidad para no mirar. Dominic le hace un gesto obsceno a su hermano y se dirige a la cocina. Asher se ríe entre dientes mientras acaricia distraídamente la cabeza de Zero. –Vamos. Vuelve– –Estoy ocupado– grita Dominic por encima del hombro. –Puedes venir conmigo si quieres– Asher exhala un suspiro exagerado y sigue a Dominic. –Disculpen, señoritas– nos dice a las dos, aunque Mila apenas se da cuenta. Zero regresa a su cama de perro con un suspiro. –¿Están peleando…? – le pregunto a Mila. Una sonrisa se dibuja en sus labios. –Difícilmente. A Asher le encanta provocarlo– –¿Sobre qué? - –De todo, sobre todo– Suelto una carcajada. Eso lo resume muy bien. Veo a Asher y a Dominic retirarse, deteniéndose en la puerta de la cocina y el pasillo para discutir un poco más. Es lo más que he visto mover los labios a Dominic desde que empecé a trabajar con él. Y estoy hipnotizada. –¿No crees? – La voz de Mila me devuelve a la realidad. –Perdona, ¿Qué dijiste? – Me giro hacia ella de nuevo, sintiendo calor en el pecho. Me había pillado mirando a Dominic, que vergüenza. –Dije que harías bien en matricularte en la escuela de moda, ¿no crees? – Trago saliva con dificultad. No quiero decirle que ya estoy matriculada en un curso de moda. No quiero que ella lo sepa, porque no quiero que los hermanos lo sepan. No puedo permitir que nadie dude de mi dedicación al trabajo. Necesito tanto el dinero que tengo demasiado miedo de hacer algo que lo ponga en peligro. –Lo he considerado– digo lentamente, preguntándome si esto se considera un mentira piadosa o una mentira descarada. Mi curso no equivale a un título de moda. Y lo había considerado. –Quizás tenga que ahorrar un poco primero– –Mmm, eso tiene sentido– Se da un golpecito en los labios, pasando a otra página. –Pero tal vez seria redundante. Parece que manejas el aspecto final de las cosas– Eso fue gracias al curso de certificación en moda. Mi pecho se calienta de nuevo. Odio mentir, mentir con disimulo o cualquier forma de ocultar una verdad palpitante. Pero me parece imprudente hablar de algo que ocupa hasta treinta horas de mi vida cada semana mientras estoy sentada a la mujer que probablemente había despedido mucha gante por no actuar adecuadamente. –Gracias– digo. Asher regresa a la sala. Sin Dominic. –Butch dijo que la cena esta casi lista, así que deberíamos ir al comedor. Y para que lo sepan, Dominic no se unirá a nosotros– Frunzo el ceño, recogiendo mis cuadernos de dibujo. –Es una pena– –Necesita descomprimirse– dice Asher, bebiendo un poco más de whisky. –Ese hombre se descomprime constantemente– –¿Cómo si tu no fueras de la misma manera? – pregunta Mila con ironía. –Yo me descomprimo de una manera especial– dice Asher con una sonrisa traviesa. –Contigo- Me río, odiando como mi mente inmediatamente pienso que podría descomprimirme con Dominic si lo necesita. Pero no. Tiene a esa hermosa empresaria morena esperándolo. No necesita a una aspirante como yo. Sigo a Asher y Mila al comedor, donde la mesa ya está puesta con manteles cuadrados negros, platos bajos dorados y mantelería perfectamente doblada en cada lugar. La mesa esta puesta para seis. –¿Se nos unen otros? – pregunto mientras me hundo en un asiento libre, observando como Butch trae los platos de dos en dos. –Solo nosotros esta noche– dice Asher. –Weston ha desaparecido desde que apareció Ivan– –¿Ivan? – pregunto, sin pasar por alto la mirada penetrante que Asher le dirige a Mila. Frunce el ceño. –¿Dominic no te lo…dijo? – pregunta. Asher suspira, apenas perceptiblemente. –Probablemente te lo diga mañana. No te preocupes– Pero es difícil no preocuparse, especialmente cuando está claro que algo importante había sucedido durante esa reunión de esta mañana. ¿y quien demonios es Ivan? Mis preocupaciones se desvanecen una vez que Butch pone mi plato delante de mí. Es una delicia casera, el plato n***o lleno de todo lo mejor: bistec, patatas y macarrones con queso. Pero no se parece en nada a mis platos de casa. El bistec esta sobre microvegetales, y unas emocionantes líneas de colores brillantes atraviesan el plato, salsas desconocidas que no puedo esperar a probar. Los macarrones con queso parecen sacados de una sesión fotográfica de revista, con motas de pimienta ingeniosamente dispuestas en la parte superior. –Esto es increíble– digo, Butch solo sonríe. –Espera a probarlo– dice, echándose la toalla al hombro mientras desaparece de regreso en la cocina. Parpadeo y miro a Asher y Mila, que están sacando los cubiertos de las servilletas. –No hay forma de que Dominic no pueda tener esto– digo. Asher solo refunfuña. –No ha comido en todo el día– continúo. –Comió una dona, y solo porque básicamente lo obligue. ¿Debería llamarlo? – –No responderá– dice Asher. –Entonces le llevaré el plato– Miro los cubiertos de Dominic. Los macarrones con queso humean ligeramente, pero no por mucho tiempo. El hombre necesita comer, y necesita comer mientras la comida este caliente en su mejor momento. –¿A done se fue? No me importa– La sonrisa de Mila esta entre la lastima y dulzura. –No tienes que perseguirlo– –Te prometo que no es una molestia– Me levanto de la mesa, decidida a terminar con esto. Dominic, podrá tener la edad suficiente para alimentarse solo, pero claramente no es capaz de concentrarse lo suficiente como para hacerlo. Aquí es donde entro yo. Puedo ver donde me necesitan, donde soy mas útil. Y alguien necesita recordarle a este hombre que coma. –¿Ahora, hacia donde se dirige el Servicio de Entrega de Vanessa? – Asher me mira con una sonrisa divertida. –Está haciendo ejercicio. ¿Recuerdas el recorrido de antes? Dirígete a la parte trasera del pent-house y gira a la derecha– Asiento, repitiendo las instrucciones para mi misma. El recorrido había sido breve y había estado demasiado asombrada para retener mucho. Este es el tipo de lugar en el que realmente podrías perderte. –Entendido– Tomo el plato, los cubiertos y el paquete de servilletas y me apresuro, sin estar segura de sí se trata de la típica amabilidad o de una locura impulsada por el vino. Mila probablemente tiene razón: no necesito perseguirlo dentro de su propia casa. ¿pero y si quiero hacerlo? Mis pasos resuenan silenciosamente en el suelo pulido mientras me dirijo a las cavernas tenuemente iluminadas del pent-house Hamilton. Los muebles del salón se alinean en el pasillo, frente a las ventanas del suelo al techo. Una cosa que había notado sobre este lugar es que puedes detenerte en casi cualquier lugar y simplemente disfrutar de la vista. Tal vez esa había sido una de las cosas más importantes para ellos. Dios, sé que esta vista vale el precio que hayan pagado. Casi a las siete de la tarde. Manhattan y está envuelto en el suave manto de otra noche de otoño. Las interminables luces brillantes y los rascacielos más allá de los gruesos paneles de vidrio me roban la atención. Tropiezo, casi cayendo hacia adelante. Jadeo, estabilizándome, mirando el plato de comida. Mantén la calma, Vanessa. Tu eres la que siempre la mantiene. Siempre había sido así. Yo era la que siempre se aseguraba de que mi madre se despertara a tiempo para ir a trabajar después de sus noches de fiesta. Yo era la que había escrito el curriculum de mi ex para que pudiera conseguir el trabajo que quería. Ahora soy yo la que le lleva la cena al hombre que no recuerda comer. La luz se filtra hacia el pasillo desde debajo de la puerta del gimnasio. Desde allí, puedo oír los matices apagados del entrenamiento de Dominic: el ruido metálico de las pesas, los gruñidos entrecortados. Trago saliva con fuerza, preparándome para lo que pueda ver al otro lado, y empujo la puerta para abrirla. Una pared de espejos es lo primero que noto. Y luego el propio Dominic, sentado a horcajadas sobre un banco, frente a los espejos, con su ancho pecho a la vista de mí. todo el aire de mis pulmones se evapora al contemplarlo. Su cabello rubio oscuro está revuelto y manchado de sudor, y no puedo obligarme físicamente a apartar la mirada de la ondulación de sus hombros. Solo lleva pantalones cortos rojos de deporte: su estómago se encoge al agacharse para tomar una botella de agua. mientras lo hace, su mirada se encuentra con la mía en el espejo. –Vanessa– Apenas puede tisular el silencioso “oh, mierda” delante de mi nombre. Me obligo a sonreír, acercándome con piernas de madera. La testosterona en la habitación es tan espesa que apenas puedo respirar. O tal vez es mi propia atracción por este hombre, apretando lentamente mi cuello hasta que no puedo inhalar. –Dominic. Quería traerte la cena– Trago saliva de nuevo, con la boca totalmente seca. Dios, ¿Por qué estoy haciendo esto otra vez? –Asher me dijo que no planeabas unirte, pero eso es ridículo. Mira lo que hizo Butch– Me acerco y le muestro el plato. –No puedes no comer esto. Es prácticamente un pecado– Su mandíbula se flexiona mientras me observa. Su mirada se desliza hacia la comida. Luego aparta la mirada. –¿Has comido? – Niego con la cabeza. Su mirada esta fija en mi en el espejo. –Todavía no– –¿Por qué no vas a comer? – –No has comido en todo el día. Se que no. Te hice comer una pequeña dona y eso fue todo. Ahora estas aquí quemando todas esta calorías. Necesitas una comida casera– El inicio de una sonrisa se curva en una comisura de su boca. –En serio, no está bien perderse una comida tan buena. Mira esta increíble cama de microvegetales, Dominic. Elí se pondría furioso si viera esto y tu solo vas a actuar como si no estuviera bien caliente delante de ti– Su expresión se suaviza. Vuelve a mirarme a los ojos en el espejo y luego se gira lentamente para mirarme de verdad. La anchura de su pecho me deja sin aliento de nuevo, ¿Cuándo no lo hará? Y extiende la mano hacia el plato. –Probablemente tengas razón– Se lo entrego, sintiéndome ligeramente victoriosa. Bueno, muy victoriosa. –Tengo razón– Su sonrisa se ensancha un centímetro, torcida y gloriosa en su autenticidad. –Sueles tener razón, ¿verdad? – ­ Mi corazón se acelera, aunque no puedo decir por qué. –Eso suena a trampa si estoy de acuerdo– –Te conozco desde hace más de dos décadas. Solo hablo por experiencia– dice con la mirada fija en el plato en sus manos. –Me gustaría pensar que normalmente tengo razón– admito. –Tal vez no en todo, pero al menos tengo razón en el hecho de que un genio como tu necesita comer un poco de proteína si quiere seguir cambiando el mundo– Se ríe suavemente, pero suena triste. –Y escucha– continúo, con el vino blanco aún ardiendo en mis venas. Me siento a su lado en el banco de pesas, ya que claramente ya no estoy tomando decisiones racionales. Le he traído al hombre macarrones con queso gourmet durante una sesión de entrenamiento. ¿Quién hace eso? Mujeres borrachas que necesitan cualquier excusa para ver a su chico más sexy del universo, son quién. –Tengo razón en algo más– –¿En qué? – Su voz áspera me raspa, y cuando inclina la cabeza para mirarme, el calor me llega al alma. De repente, me pierdo en el abismo azul de su mirada. Estamos a sesenta centímetros de distancia, pero bien podemos estar follando. Esto es tan erótico como pasar el rato con él en el sofá de mi padre en aquellos tiempos. –Tengo razón en que deberías decirme que te preocupa– digo, tratando de mantener el aire brusco y desenfadado con el que había entrado. Pero es difícil mantener la orientación; siento que me marchito bajo la intensidad de su mirada. Puedo leer tanto en su mirada. ¿Pero quién sabe si realmente estoy aquí? Dominic abre la boca para responder, pero yo sigo adelante. –Se que hoy recibiste malas noticias. Asher y Mila incluso lo confirmaron. Puedes decírmelo, ¿sabes? Quiero ayudar– La mandíbula de Dominic comienza a tensarse, pero su mirada no se aparta de la mía. Finalmente niega con la cabeza, mirando hacia otro lado. –No puedes ayudar. Lo siento– Suelto un suspiro. –¿Y por qué no? – –No necesito entrar en detalles– –¿No crees que puedo con ello? Se supone que soy tu secretaria. ¿Cómo puedo hacer mi trabajo si no puedo con ello? – El silencio de Dominic llena el aire entre nosotros. Todo lo que puedo oír es mi corazón latiendo contra mis costillas. –Llevo casi dos semanas trabajando para ti. ¿No estoy haciendo un buen trabajo? – pregunto, con las mejillas ardiendo de nuevo. Es la pregunta más aterradora que pude haber hecho, porque deseo desesperadamente estar haciendo un buen trabajo para él. Necesito que este satisfecho con mi trabajo en Hamilton Enterprises. Literalmente, todo lo demás en mi vida depende de ello ahora. Sus ojos se cierran y se encoge un poco. –Vanesa…- –Es difícil saberlo, ya que apenas me hablas– Dominic baja la barbilla y su mirada se endurece. –Estás haciendo un gran trabajo. Pero te lo advertí al principio. El trabajo es trabajo. No soy tu amigo. Así es como tiene que ser– –¿Y ahora qué? – –¿Qué quieres decir? — –Bueno, no estamos en el trabajo. aquí solo soy tu vieja amiga Vanessa Reinhart­ – mi corazón late tan fuerte que pienso que me voy a desmayar. No había planeado que nada de esto saliera a la luz ahora mismo, pero ni siquiera yo puedo negar lo mucho que me molesta la distancia en el lugar de trabajo. –¿Verdad? Déjame ayudarte. Sabes que puedo– Se le escapa un gruñido y se frota el borde de las cejas con la mano libre. –No puedo. Es mejor que mantengamos la distancia. No voy a ceder en eso– La decepción me recorre, caliente y efervescente, consumiendo por completo cada centímetro de espacio libre dentro de mi cuerpo. –No entiendo por qué me diste el trabajo entonces. Parece que no querías hacerlo– Dominic cierra los ojos con fuerza, sacudiendo la cabeza. –No sé qué…– –¿Debería buscar otro trabajo? – pregunto. Las palabras que salen de mi boca me sorprenden incluso a mí. Estoy borracha y divagando. Oh. Dios, me arrepentiré mañana. Ya lo sé. –No quiero ser una carga, o tú casi de caridad del mes. No quiero impedirte tener a alguien que realmente pueda hacer el trabajo que necesitas– Dominic frunce el ceño mirando al suelo. –Tienes que confiar en mi cuando digo que es mejor para nosotros mantener esa distancia profesional. ¿De acuerdo? Eso es todo lo que necesito de ti– Frunzo el ceño, sus palabra caen como una bofetada. –Será mejor para todos a largo plazo– dice, poniéndose de pie. –Si de verdad quieres ser mí amiga, no seas mi amiga– Dominic sale furioso del gimnasio, llevando el plato de comida. Lo veo irse, con la cabeza dando vueltas por el giro inesperado que había dado los últimos diez minutos. La pared de espejos reflejan la confusión de mis mejillas sonrojadas. Me siento hirviendo, hirviendo de excitación y confusión. Sin embargo, todavía no estoy lista para renunciar a él. conozco a este chico desde la escuela primaria. Necesita un hombro, eso es obvio. Y el niega lo mucho que necesita ese hombro. Necesito llegar al fondo de esto, y solo hay una persona que puede ayudarme a profundizar: mi hermano.
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