DOMINIC
–Dios mío, Dominic. ¿Por qué tienes tanta prisa? – Los ojos azules de Hannah, llenos de desaprobación, brillan como diamantes mientras se ajusta los botones de la parte delantera del vestido. Había tenido que desabrochar la mitad para acomodarse entre mis piernas para el deleite de la tarde. Un deleite que normalmente recibo con agrado.
Pero Hannah intentaba deleitarme con tanta frecuencia últimamente, intentaba relacionarlo con otras cosas, como las noches en mi casa y las cenas programadas. Yo no hago esas mierdas. Todas las mujeres con las que he estado lo saben, incluida Hannah.
–Tengo una cita– me paso las manos por la cara, mi polla palpita en mis pantalones casi tan fuerte como mi corazón late con fuerza por la visita inesperada en mi oficina. Hannah ni siquiera se ha dado cuenta de que tenemos un testigo. Pero cada centímetro de mi cuerpo se ha dado cuenta de quien está en mi oficina, y me he corrido más fuete que una maldita estrella del porno después de ocho horas de juegos previos.
¿y que significa eso? necesito un segundo para entenderlo. Sin embargo, Hannah no me está escuchando.
–Tu eres el jefe, solo reprográmala–
El tono de obviedad de Hannah es bien merecido como director financiero de una gran empresa de aguas saborizadas, se cómo funciona mi mundo. Mi excusa es demasiado endeble.
–Además– continúa, –quiero más de esto– Una sonrisa diabólica se dibuja en su rostro y se desliza una mano por mi pecho, buscando con los dedos la entrepierna de mis pantalones. –No me has estado dando lo suficiente–
–Te llamaré–
Su sonrisa descarada se disuelve y agarro su bolso de mi escritorio. –Mas te vale–
Su confiado paso hacia la puerta de mi oficina es suficiente para captar mí atención. Hannah llama la atención de muchos hombres, y le encanta recordármelo. Pero por alguna razón, como muchas mujeres solteras por ahí, ella solo quiere la atención del hombre que no se la dará.
Yo.
Sale sin decir una palabra más, simplemente lanzándome una mirada significativa antes de que la puerta se cierre con un clic tras ella. Un suspiro en avalancha sale de mí, dejando verdades esparcidas por el suelo a mi alrededor.
Vanessa Reinhart esta afuera de mi oficina, o tal vez ya está al otro lado de Manhattan, después de ver lo que había descubierto.
Había escandalizado a la hermana pequeña de mi mejor amigo de la infancia, lo que solo subraya la necesidad de una secretaria confidencial. Si ya hubiera tenido una, esto no habría sucedido.
¿Y la verdad más inquietante de todas? Ver a Vanessa Reinhart materializarse en mi oficina ha sido el mayor tirón de bolas que jamás había tenido. Lo cual no es la dinámica que quiero con mi futura asistente confidencial.
Supuestamente estoy en la cima del mundo; si tan solo los de afuera supieran lo precaria que es realmente mi posición.
Cojo el teléfono y llamo a la recepción de la oficina. Carolina contesta, arrullando un empalagoso. –¿En qué puedo ayudarte, Dominic? –
–¿Quién trajo a Vanessa a mi oficina? –
–Mara lo hizo–
–Dile a Mara que nunca permita que un visitante entre en una oficina de Hamilton sin permiso.
–Pero Hannah siempre lo hace–
Se me encoge el estómago. Las líneas se están difuminando. No puedo permitirlo. –Ningún visitante puede entrar en una oficina de Hamilton por su cuenta, sin permiso. Recuérdale al personal. Si vuelve a suceder, habrá consecuencias. Eso es todo–
–De acuerdo– La voz de Carolina suena temblorosa ahora. –¿Estoy en problemas? Yo…yo–
–Esta bien, Carolina. Pero recordemos esto de ahora en adelante–
Cuelgo el teléfono y luego me paso una mano por el pelo. Cada segundo que pasa sin reconocer a Vanessa solo permite que la incomodidad se multiplique.
Mierda.
Me pongo de pie y cruzo la distancia entre mi escritorio y la puerta en cuatro grandes pasos. Abro la puerta de un tirón, enderezando mi espalda hacia atrás, poniéndome la máscara gélida y neutral. La máscara que tengo que usar en Wall Street y en la mayor parte de Manhattan. La máscara que me permite hacer las cosas sin derrumbarme por completo.
Aunque estoy en la cima del mundo, no tengo ganas. Nunca me había advertido que sería tan miserable aquí arriba. Tan completamente aburrido y estresante. ¿Quién podría culparme por una mamada al medio día para ayudarme a superarlo?
Vanessa se sentó en la silla de invitados en lo que debería ser la oficina de mi secretaria, mordiéndose el interior del labio mientras su mirada rebotada por el espacio.
–¿Vanessa? –
Se sobresalta, me mira y luego aparta la mirada.
–Ahhhh. Hola–
Bien. Así que esto va a ser muy incómodo.
–¿Estas lista para entrar? –
–No lo sé. ¿y tú? –
Reprimo una sonrisa. No nos hemos visto en más de trece años, pero una energía familiar vibra entre nosotros. Eli Reinhart y yo éramos inseparables. No hablábamos tanto como antes, pero nos cubriremos las espaldas de por vida. así son las cosas. Lo que significa que haría cualquier cosa que pueda cuando se trata de su familia.
Incluyendo contratar a su hermana pequeña, de quien había estado enamorado durante la preparatoria. Pero también había tenido demasiado miedo para hacer un movimiento.
Trece años después, estoy aún menos inclinado de hacer un movimiento, incluso aunque todo en Vanessa ha mejorado con la edad.
Se pone de pie de un salto, mirándome con la espalda recta y los ojos cristalinos de color verde claro que me habían cautivado como un chico cachondo de diecisiete años y de nuevo como un chico cachondo de treinta y dos años y un poco más maduro.
–Pasa. Podemos…charlar– digo apartando la mirada de su figura. El vestido largo y el aire de los cincuenta que tiene funcionan demasiado bien. Es una modelo pin-up en persona, con curvas en todos los lugares adecuados. Había fantaseado solo un millón de veces en la preparatoria sobre como seria seducir a Vanessa Reinhart pero no querer cruzar la línea con Eli, siempre me había frenado.
El aire zumba entre nosotros mientras ella me sigue a la oficina. Me dirige a mi escritorio, frotándose la nuca. –Escucha…–
Se aclara la garganta, sentándose remilgadamente en la silla de visitas. Me acerco a mi escritorio por detrás y me apoyo en él, presionando las palmas de las manos contra la superficie. Me atrevo a mirarla a los ojos. Sus ojos cristalinos me esperan, el rubor de sus pómulos altos sirve como un chuchillo en mi pecho. Mirarla tan de cerca después de tanto tiempo produce algo demasiado cálido y sinuoso dentro de mí.
Peligrosa. Es el peligro de cabello castaño claro envuelto en el paquete más hermoso y voluptuoso.
–Disculpa por lo que has visto– digo, necesitando sacarme esa mierda de encima primero. –Probablemente ya expuse porque necesito una secretaria confidencial con tanta urgencia, ¿eh? –
–Hey, es tu oficina, Dominic. Haz lo que quieras–
Me levanto con una risa. –Bien. Bueno, empecemos de nuevo. ¿Qué pasa, Vanessa? Cuanto tiempo sin verte–
Esboza una sonrisa, relajando ligeramente su postura. –Hey, Dominic. Supongo que Eli te puso al día–
–Si– La señalo.
–Te ves…– Impresionante. Impresionante. Como la mujer de mis sueños>>. –Genial. Me dijo que viniste a Nueva York este verano, ¿verdad? –
Ella asiente, pasándose la lengua por su grueso labio inferior. No puedo apartar la mirada mientras ella traza la línea rosa suave allí. –Llegué aquí en agosto. Ha sido un viaje salvaje desde entonces–
Cruzo los brazos sobre el pecho, desconcertado por la forma en que me mira. Algo brilla en su mirada, como si pudiera ver a través de la fachada de profesional que he estado usando durante la última década. En cierto modo, habría sido más fácil si solo fuera una desconocida de la calle. Me había acostumbrado a usar mi mascara. Demasiado cómodo, tal vez.
Y, honestamente, una parte de mi prefiere una total desconocida para un trabajo como este. Alguien que no llame mi atención ni despierte sentimientos cálidos, dos cosas que Vanessa ya había hecho. Pero trasladarla a otro departamento dentro de la empresa no es una opción en este momento. No hay otro puesto vacante en Hamilton Enterprises, no desde que redujimos algunos puestos y nos reorganizamos a raíz de la investigación. Quiero ayudar a los Reinhart, y este es el único puesto que necesita cubrirse.
–¿Qué has estado haciendo? – Eli no había entrado en muchos detalles. Solo que estaba persiguiendo arcoíris en Nueva York, lo que a mí me sonó como si estuviera vagando sin rumbo hasta que encontrará algo que se quedara.
–Solo intento que funcione– dice con una risa.
–Es la ciudad de los sueños, ¿verdad? Bueno, tengo algunos sueños que he ignorado durante demasiado tiempo–
–Eli dijo que estás buscando un nuevo trabajo–
Abre la boca, pero al principio no dice nada. –Mas o menos. Mi situación económica ha cambiado, así que necesito un salario más alto–
Asiento. –¿Qué cifra tienes en mente? – no es mi estilo hablar de cifras antes que, de experiencias o responsabilidad, pero sé que Vanessa puede hacer este trabajo hasta dormida. Siempre ha sido la hermana pequeña detallista y motivada en comparación con Eli, y eso solo es suficiente para asegurarme de que puede lograrlo.
Sus ojos se abren de par en par. –Eh… ¿sesenta mil al año? –
Me río. –Vamos Vanessa–
Se desanima. –¿Cincuenta? –
–Por el camino equivocado. Apunta más alto. ¿Cuánto necesitas al mes para el alquiler? –
Sus ojos se abren como platos. –Eh…tres mil–
Hago un cálculo rápido y asiento. –Empezaremos con 100 mil y revisaremos en tres meses. Si haces un buen trabajo, podemos aumentar a partir de ahí. ¿Te parece bien firmar un acuerdo de confidencialidad? –
Las estrellas en sus ojos son casi tan seductoras como el rubor de su cuello. –Um…por supuesto. Espera. ¿hablas en serio sobre los 100 mil? De verdad lo dijiste, ¿verdad? ¿O lo estoy soñando? –
–De verdad dije 100 mil–
Su garganta se mueve bruscamente. –¿Cómo en dólares estadounidenses? –
–Podemos hablar de criptomonedas si prefieres–
–No, no. seamos realistas. Nada de esas cosa digitales– frunce los labios, con una sonrisa que amenaza con explotar. –¿Puedes decirme el salario inicial otra vez? –
–Cien mil dólares–
Ahora tampoco puedo evitar sonreír.
–Simplemente porque este trabajo es lo que podríamos llamar…tiempo completo y más. Empezamos a las ocho de la mañana y, a veces, tendrás que quedarte hasta tarde. Surgen cosas, se programan reuniones tardías y tenemos cenas de negocios y otros eventos. Mis hermanos y yo estamos pasando por algo ahora mismo que, a veces, puede llevar mucho tiempo. ¿Quizás te has enterado? –
–La investigación– dice en voz baja.
La acidez en mis entrañas regresa, la que me acompaña todos los días al despertar y todas las noches al acostarme. Me trago la sensación, guardándola en los recovecos de mi mente y mi cuerpo. Si no lo hiciera, me derrumbaría en el acto.
La investigación de fraude de la comisión de Bolsa y Valores de Estados Unidos fue uno de los giros más devastadores de mi vida. lo único que lo supera es perder a mis padres biológicos a los siete años, y luego perder a mis hermanas menores en el sistema de acogida y luego el tráfico s****l durante mi adolescencia.
Lo malo siempre sigue a lo bueno. El universo me tiene preparadas enormes trampas, lo que significa que tengo que andar con cuidado. Eso incluye mantener el romance en un cero absoluto. ¿Por qué esa sensación cuando conoces a alguien y tu corazón da un vuelco? Eso se llama arritmia. Esa mierda te matará. Es mejor mantenerse alejado de todas las amenazas potenciales.
–Ha traído su propia carga de trabajo a nuestras vidas– digo. –Pero más allá de eso, serás principalmente responsable de mi horario directo, asistiendo a reuniones, preparando informes, haciendo recados según sea necesario…–
–¿Así que, básicamente tu perra? – una carcajada sale disparada de mí.
–Ese no es el termino técnico, pero claro–
–Por 100 mil al año, seré tu perra, Dominic Hamilton– su sonrisa tímida, junto con el tono áspero de su voz, hace que mi polla se ponga rígida en mis pantalones. reprimo la curiosidad que brota en mi interior, el impulso de jugar con este hilo.
–Genial. Ahora bien, ser mi perra tiene reglas– continúo, –Puede que no lo parezca después de lo que viste, pero aquí llevamos un barco muy estricto cuando se trata de nuestro personal. Somos justos, pro nos gustan las cosas de cierta manera. Se que nos conocemos desde hace mucho tiempo, pero aquí, solo eres parte del equipo de Hamilton. Así es como tienes que ser.
Ella asiente efusivamente. –Entonces, lo que estás diciendo es que necesito mantener en secreto al resto del personal que tú y Eli quedaron en último lugar en futbol americano de bandera todos los años en la preparatoria, ¿verdad? –
–No hay necesidad de compartir mis trapos sucios de la preparatoria, Vanessa. Además, si empiezas eso, no querrás que tome represalias– bromeo. Pero tan poco como las palabras salen de mi boca, deseo no haberlas dicho. La cálida sonrisa que floreció en sus labios es un fuerte tirón al pasado, y no tengo tiempo para una distracción como esa.
–Bien. Nos guardamos todos los incidentes de las escuelas públicas para nosotros mismos y nadie sale lastimado–
–Trato hecho– capto su mirada cristalina por un momento antes de recordarme a mí mismo que debo seguir adelante. El tiempo corre. Tengo demasiadas cosas en mi lista de tareas pendientes y demasiados pensamientos sobre Vanessa que quiero ignorar. Necesitamos terminar con esto y seguir adelante bajo una nueva dinámica: distante y profesional empleador y empleado.
Un suave golpe en mi puerta me hace levantar la puerta. La figura alta y cuadrada de Weston entra en la oficina un momento después. –¡Wow! Vanessa Reinhart, ¿de verdad eres tú? – La estable voz de barítono de Weston no delata ni una pizca de la tensión que los hermanos Hamilton habíamos estado viviendo los últimos meses. Y, para ser honesto, todavía no estoy seguro de hasta qué punto planeo dejar que Vanessa se involucre en las tonterías familiares. Ella será mi secretaria confidencial, pero eso no significa que tenga que saberlo todo.
–¡Soy yo! Me alegro de verte de nuevo, Weston. ¿Cómo van las cosas? –
–Oh– dice, golpeando una hoja de papel enrollada contra su puño cerrado. –Hay de todo. Estoy seguro de que has oído hablar de…todo–
–He oído hablar de algo, seguro. Pero quiero ayudarlos en todo lo que pueda–
–Te lo agradezco, Vanessa. ¿Cómo estan Eli, Tabitha y tus padres? – Vanessa se encoge de hombros. –Todos estamos iguales. Para bien o para mal–
Se por Eli que su madre había ido a rehabilitación por heroína otra vez este año, un habito que había comenzado cuando Vanessa llegó al primer año de secundaria. Lo que significa que su madre estaría en el peor extremo del espectro.
–Deberíamos traer a Eli aquí algún día– dice Weston. –Puedes enseñarle los alrededores, lo invitáremos a cenar y a beber. Será genial–
Vanessa resopla. –Buena suerte. Creo que ese hombre es alérgico a cruzar la frontera del estado de Kentucky–
–Podría traerlo aquí– suelto. –Créeme. Con lo mucho que le gusta la pizza a Jonah, lo traería aquí–
Vanessa se ríe, tapándose la boca con la mano. –Puede que tengas razón en eso–
–Entonces, anotemos el secuestro de Eli– dice Weston desenrollando el papel que tiene en la mano. Se acerca a mi escritorio y me lo pasa. Lo hojeo mientras el sigue hablando. –Mientras tanto, deberías investigar esto, Dominic. Recaudación de fondo para Jóvenes por la Tecnología. Probablemente deberíamos poner nuestros nombres detrás de una gran donación aquí–
La recaudación de fondos se llevará a cabo el fin de semana siguiente, y toda la premisa se centra en llevar computadoras y habilidades de codificación a las zonas más desentendidas de la ciudad de Nueva York. Es una misión tan hermosa que me molesta que nuestra propia organización benéfica no lo estuviera haciendo ya. Esta mierda es muy querida para mí, especialmente la parte de la codificación. Y con mi propio código en el punto de mira de la investigación de la Comisión de Bolsa y Valores de Estados unidos, entiendo el punto de Weston.
–Deberíamos donar y deberíamos irnos– dejo el periódico, mi mirada se desliza hacia Vanessa –¿Alguna vez has ido a una recaudación de fondos en Manhattan? –
–Yo, eh…– Traga saliva con dificultad, mirando entre Weston y yo. –No he tenido fondos, así que…–
–Consideremos esta tu primera tarea– digo.
–Iremos todos. Puedes tomar notas por si alguna vez necesitamos hacer algo así en el futuro–
Weston arquea la ceja con aprecio. –Vaya idea–
–Y después, probablemente tendrás una mejor idea de si este trabajo es adecuado para ti– le digo a Vanessa, mirándola de arriba abajo tan furtivamente como puedo. Apreciando la atractiva curva, los volantes sobre sus caderas que me ruegan que les dé un pequeño tirón.
Vanessa estaba terminando su segundo año de preparatoria la última vez que la vi, demasiado joven en ese momento y demasiado inaccesible por culpa de su hermano.
¿Pero ahora? Es toda una mujer, puras curvas y estilo, con un brillo en los ojos que me tiene listo para dejar de lado las políticas de mi oficina
–Suena como un plan– me inmoviliza con una sonrisa que muestra los dientes, una que me hace dar vueltas en la barriga.
–Genial– cruzo los brazos sobre el pecho, recordándome a mí mismo el verdadero plan: conseguir que Vanessa alcance el estatus de empleada lo más antes posible, donde no me atrevería a fantasear con ella, a sentirme tentado por ella. Porque mi vida no tiene espacio para el romance ni para nada más que una felación ocasional. –Bienvenida a Hamilton Enterprises, Señorita Reinhart–
Señorita Reinhart, así tiene que ser de ahora en adelante. Así tiene que seguir siendo.
Si estuviéramos en cualquier otro lugar, ella seria mi primera opción. Pero aquí, dentro de las paredes de Hamilton Enterprises, no puedo tenerla más cerca que a un brazo de distancia.