El arcadio sonríe cómplice cuando una delgada mano recorre su espalda, ladea el cuello a la izquierda para recibir los besos de esos fríos labios que lo hacen estremecerse, lo abrazan por la espalda, él acaricia los brazos que lo abrazan, una mano viaja a los labios de Darío atrapando con sus labios el dedo índice da un juguetón mordisco haciendo jadear al dueño. Se gira, se le echa encima Dédalo comiéndoselo a besos, besos que corresponde de igual manera, Darío lo toma de las nalgas echándoselo encima quedando abrazado de él con los brazos y piernas, finalizan los besos él mayor suelta al menor. Darío lo toma en brazos, el vampiro recarga su cabeza en el pecho desnudo del joven, el arcadio se inclina lo suficiente para besar su frente, busca un lugar seguro para ambos, pero sobre todo que

