¿Celos? Un sentimiento tan ordinario y banal de la r**a humana , un arma de doble filo que algunos utilizan en nombre del amor y que otros tan solo por capricho.
La manipulación perfecta de este sentimiento puede llevarte hacer cosas fascinantes o destructivas , todo depende de tu gran imaginación.
Nunca en mi vida he experimentado tal cosa y tampoco deseo hacerlo , tampoco tengo de quién, aunque honestamente es un arma muy volátil y fácil de activar en las personas débiles.
Ya la cuarta taza de cafeína hirviendo se encarga de animar a mi organismo, mientras mis ojos traviesos no se pierden ningún detalle de la escena frente a mí mesa, una pareja tiene una pelea que no es perceptible para los demás comensales pero debido a mi cercanía , consigo estar en primera plana.
Ya hace tres horas de que vi por última vez a Adirael y lo necesito para que me dé información de nuestra segunda visita; la cafeína no puede curar mi ansiedad.
La suela de mi calzado produce un incesante toqueteo contra el piso de madera, no es audible para nadie aquí , pero en mi subconsciente retumba.
— ¡Adirael! ¡Ven! — demando en voz baja , ya esta es la tercera vez que lo intento y no aparece , el muy desgraciado.
¿Qué le pasará? ¿Acaso le hice algo malo anoche? Eeeeh… En mi defensa no me acuerdo de nada.
Ni la resaca sigue conmigo, se fue igual que mis recuerdos.
Mi estómago ruge como un león, haciéndome saber que no he comido nada aún y si comí algo , ya desapareció de mi organismo.
Alzo mi mano para llamar al mesero, que muy gentil se acerca a tomar mi orden.
— Greiber tráeme un buen bistec y unas tostadas — le digo acabando mi taza— y quiero otra taza pero con leche— le indico el recipiente vacío.
—¿Nos conocemos de algún lado señorita?— pregunta el joven enarcando una ceja mientras anota en su libreta el pedido.
— ¿Por qué lo preguntas? — mi dedo índice recorre suavemente el borde de la taza.
— Nadie conoce que mi nombre es Greiber, solo mis amigos y obviamente mi familia.
— ¿Y eso que? — le digo un poco sofocada por la impertinencia del demonio que no aparece.
— ¿Ajá qué como lo sabes? — me vuelve a preguntar con una sonrisa.
— No es como que sea muy difícil, tienes cara de Greiber, ahora puedes mandar hacer mi pedido — le doy la taza en sus manos como clara señal que nuestra conversación se terminó.
El tal Greiber se aleja de mi un poco disgustado pero que más da.
Después de unos minutos vuelve el muchacho con un plato en su mano y el café en la otra, deja ambas cosas en mi mesa y me ofrece una mirada de pocos amigos.
Algo que me vale un comino en realidad, veo con tentación y delicia la carne sobre el plato, el humo de agradable aroma me noquea.
Tomo los cubiertos para atacar al indefenso trozo y descuartizarlo para destrozarlo con mis dientes y saciar mi hambre.
El primer bocado fue suave , tibio y tierno , el punto exacto de cocción, el punto exacto de condimentación, parece elaborado por alguien del palacio de Lucifer.
Dos … Tres… Cuatro bocados introduzco sobre mi lengua y el café no hace esperar a mis papilas.
Intento por sentecima vez llamar a Adirael y espero su llegada, nunca he ansiado tanto un hombre como ahora.
— Veo que lo disfrutas niña — la voz de una mujer se escucha sobre mi hombro, así que volteo para encontrarme con una pelirroja de ojos despampanantemente verdes, las esmeraldas le envidiarían su color.
—¿Quién eres? — le digo a secas , sorbiendo ruidosamente el café de mi taza.
— Está hecha con carne de las más finas — dice la mujer que aparenta unos 30 años.
La mujer se toma el atrevimiento de sentarse en mi mesa justo en el asiento del frente , sus rizos frondosos son recogidos rápidamente por sus manos en un moño desarreglado sobre su cabeza.
— No podemos permitirnos que un cabello dañe tal plato maravilloso ¿no? —enarco una ceja — soy Lucebeb , pero todos me llaman Lux, puedes hacerlo si quieres.
— Eso no me dice nada de ti y el porque estás en mi mesa , interrumpiendo mi hora de comer — le digo dándole otro mordisco a mi carne.
—¿Qué necesitas saber? Solo soy una chica que sabe apreciar una buena comida cuando la ve — la mujer le hace señas a una mesera para que venga a tomar su pedido
—No te he dado permiso de sentarte junto a mí — le digo aunque en vano porque le dice a la chica que le traiga lo mismo que me trajeron a mi.
— Ya sé que no lo hiciste, no soy estúpida cariño, pero creo que no hace falta hacerlo, después de todo tú conoces perfectamente a las personas intrépidas y decididas — la mujer saca su celular y se toma una selfie frente a mí.
Su cintura se acentúa con el body color azul rey que lleva puesto y sus jeans anchos que le complementan el oufit.
— Pero no me agrada cuando esa osadía afecta directamente mis necesidades — le digo dejando el cuchillo y el tenedor sobre la mesa.
Una sonrisa ladina se abre camino entre las comisuras de los labios de la mujer.
— No te frenes por mi princesa, puedes degustar tu plato en paz — me dice como si nada.
— ¿Qué demonios quieres si? No estoy de humor para bromas malas , ni nada por el estilo ¡oíste!
— Reina no te debes de alterar, nada malo ha de pasar ¿o acaso frustrada ya estás? Por aquel que no termina de llegar, princesa no pareces ser tú, te nublas sin pensar, las personas te buscan coquetear y tú ¡ja! Aferrada al pasado aún estás …
— ¿Acaso estás cantando? P— las rimas de la mujer me descolocan.
— El plato sobre tu mesa no logrará saciar lo que tu alma envenenada busca curar, triste chiquilla, desgraciada cree estar y desperdicias tus dones en boberías de por acá.
La mesera llega con el plato y lo deja sobre la mesa pero no sé inmuta por la melodía de la mujer o ¿acaso me lo estoy imaginando?
—
La carne dulce y jugosa , digna de un manjar , tan deliciosa como el cometido que buscas lograr, pobre chiquilla , desdichada crees estar , el sentimiento en tus ojos no se puede ocultar y la verdad es que te conozco desde hace tiempo atrás, tu padre un ser especial y tu madre, mujer digna de admirar.
—
Puedes dejar de cantar, rimar o lo que sea que hagas, ve directo al grano.
—
Pobre chiquilla , desorientada , ya hoy no puedes reconocer a quien de tu r**a es , triste y sola vas a quedar, aprende a socializar más ¡imbécil!
— ¿Perdón, cómo me dijiste?
— Imbécil — se encoge de hombros y le da un bocado a su carne , la mastica lentamente, con parsimonia y degustando cada tono de sabor para luego eructar disimuladamente y veo como una mosca sale de su boca y se va volando.
— Ya sé quién eres — le digo algo confundida , no sé porque no puedo percibir en ella nada de nada, es totalmente humana para mí.
— ¿En serio? No creo, dime ¿quién crees que soy pobre chiquilla?
— No me llames así que no soy una niña…
— Para los humanos si lo eres — me dice devorando el último bocado de carne y yo aún tengo el mío por la mitad.
— ¿Qué haces aquí? Señor o señora de las moscas — decido omitir su comentario.
— Señorita, chiquilla, soy señorita para ti y bueno estoy comiendo ¿o acaso aparte de desdichada eres ciega? — llama a otro mesero y le ordena 3 filetes más.
— Muy estereotipado de tu parte — le digo ante su petición.
— ¿Qué más quieres? Después de todo estos diminutos seres me ven como la personificación y la culpable de su hambre voraz y desmedida, debo dar la talla en mi rol en este mundo.
— ¿Qué haces aquí? — le vuelvo a preguntar.
— No seas tan intensa niña , no todo gira en torno a ti , solo iba pasando me dio hambre y me senté aquí — los otros trozos de carne hacen aparición.
— No me creo esa excusa — el café pasa quemando mi garganta — que un querubín caído este pasando justamente frente al restaurante donde estoy, es muy inverosímil.
Ya otro filete desaparece del plato, la mujer si que tiene apetito.
No había notado hasta ahora el tatuaje en su muñeca derecha, es un escrito con una tipografía muy bonita pero no entiendo su significado.
Dice : “Belsabub goity, Belsabub beyty”
Debe decir algo tan profano como ella o solo algo muy absurdo.
—
¿Querubín? Hace milenios que nadie se refería a mi por ese nombre, suena tan patético ahora que lo pienso — el olor de su perfume de vainilla es intenso — me gustaba más cuando esos… ¿Cómo se llamaban? Ya no recuerdo en realidad, el caso es que me gustaban sus sacrificios en modo de ofrenda.
— ¿Te comías esa carne cruda y hedionda? Eres un asco — le digo viéndola a los ojos.
—
Obviamente no ilusa, ni siquiera entraba a esos templos antihigiénicos , solo disfrutaba desde lejos como perdían su tiempo y aclamaban a gritos a ídolos vacíos , es como una satisfacción interna de verlos ridiculizarse , pobres ovejas tan ciegas, muchos me tuvieron frente a ellos y aún así , siguieron vanagloriando un metal hueco — se ríe cínicamente.
— ¿De que te ríes? Igual eres reconocida como el señor de las moscas y bueno no es así precisamente como te retratan los humanos — la señaló de arriba a abajo haciendo hincapié en su vestimenta y su arbitraria belleza.
Su cara se vuelve seria por segundos , pero vuelve a devorar su carne y luego una sonrisa ladina condecora su imagen.
— ¿Has oído de la falsa trinidad? — asiento con la cabeza — soy parte de ella preciosa, ¿crees que me importará unos retratos? ¿Sabes cuántos libros y brujas he inspirado? Hasta el exorcista ese — su tono despectivo hace hincapié — el que se murió, me temía hasta los huesos.
— Creí que lo narcisista era algo de Rael — mi ceja se enarca casi automáticamente y eso le causa gracia.
Estoy intentando desde ya hace minutos tratar de buscar, sentir , oler , percibir , eso que despide todo demonio y por alguna razón ella no lo hace.
— ¿Rael? ¿Ese avaricioso? Hace ya un siglo que no lo veo , pero siento que fue ayer cuando fuimos juntos a los valles del infierno.
— Yo también siento que fue ayer que lo vi.
— ¿Aah? ¿Qué dijiste?
— Nada Luceb — veo mi celular y las notificaciones en este — ¿ahora sí me dirás tú propósito?
— Fíjate que yo también lo busque hace mucho tiempo y no lo he encontrado aún, si ves uno por ahí me envías un e-mail para ir a reclamarlo — su sarcasmo no me afecta en realidad.
—
Bueno si veo uno te lo hago llegar, yo encontré el mío desde hace ya tiempo — le digo acabando con mi café y escudriñando sus ojos intrigantes.
—
¡Wow! Genial ¿y cuál es ese propósito tan inesperado? — la mujer cruza una pierna sobre la otra y se endereza sobre la silla, sus manos sobre la mesa con los dedos entrecruzados — porque a mí punto de vista, te sigo viendo tan agobiada y perdida como siempre.
—
Creo que no es tu problema que hago con mi vida, no te conozco mucho y digamos que no confío mucho en demonios — mi voz es neutral.
— Pero con Adirael es diferente ¿no?— me dice sonriendo — es muy guapo el maldito.
—
¿Cómo sabes de él? ¿Acaso me has estado espiando? Me imagino que ese degenerado te ha mandado a vigilarme.
— Primero conozco a casi todo el infierno y segundo yo no soy mandadera de nadie , ni porque tu papá suba al trono en los cielos , lo volvería a obedecer.
— ¿Estás molesto con él? O tu aclamado rey te decepcionó — le digo con ironía.
— Yo no tengo reyes, solo lo seguí por qué le tenía respeto, pero ese respeto ya se esfumó — hizo un ademán de querer seguir hablando pero luego su cara cambio, su mirada perdida en el vacío — además no debo darte explicaciones, solo eres un niña queriendo jugar a ser ruda , pero si te diré algo , ten cuidado con lo que haces, el eco de tus pasos retumba en el infierno, no creas que eres un cero en la izquierda entre las tinieblas, todos tus actos conllevan una consecuencia y no tardará nada a que llegue a oídos de tu padre.
— Yo no estoy haciendo nada, solo estoy viviendo, bueno intentando…
— Entonces tu encuentro de ayer con Aita , es solo porque son muy buenos amigos — las palabras de Lucebeb son como hojillas que cortan la delgada tela de mi mentira.
— Ese pequeño bastardo soplón — creo que mis pensamientos fueron escupidos por boca sin querer.
— Él no me ha dicho nada, pero no hay movimiento del infierno del cuál yo no esté enterada.
— Entonces si venías por algo ¿qué estás buscando? ¿Detenerme?
— ¿Detenerte? Osea que piensas seguir, ¿qué quieres lograr? ¿Cabrear a tu papá? Porque eso harás — la mujer habla levantándose de su silla, se inclina hacia mí asiento, su centro de peso apoyado en sus palmas extendidas sobre la mesa.
— Los haré pagar, a cada uno de ellos, hasta no ver cómo la vida se esfuma de sus iris, no descansaré.
— ¡Wow! Eso suena muy tétrico hasta para la hija de Lucifer ¿y precisamente a quienes quieres destruir? — la intriga de la mujer es tediosa, aunque algo dentro de mi me dice que , solo pregunta por molestar porque ya sabe la respuesta.
— Ya sabes la respuesta, para que preguntas — decido responder a secas.
La mujer divaga un segundo, como perdida en un punto entre mis cejas y mi nariz, luego solo sonríe.
— Me recuerdas mucho a él, cuando tan solo tenía un siglo de ser creado, tan engreído.
— No vuelvas a compararme con ese imbécil , jamás en tu vida.
— ¡Ja! Yo no recibo amenazas mi amor, por cierto ese demonio al que esperas llegará pronto.
— ¿Qué sabes de Adirael? No me digas que tú tienes que ver algo con que no aparezca , porque te juro que…
— ¡Ayyy! Niña , déjate de estupideces, crees que perdería mi tiempo en cosas tan absurdas , como impedir que tú perro faldero venga a ti — la mujer pone los ojos en blancos — te dije que no hay movimiento del que yo no me enteré y justo ahora viene llegando.
La mujer termina de hablar y tal como sus palabras, el olor del demonio no se hizo esperar.
Lucebeb voltea su mirada sobre mi hombro derecho y justo hace aparición el desgraciado que llevo todo el día llamando.
Viene vestido muy casual, algo que no es habitual en él, unos jeans cortos y una camisa de cuadros a modo de top, dejando su abdomen plano a la vista y para completar su vestimenta que de seguro yo no me pondría ni muerta, unas botas negras con blanco.
Adirael me da una mirada rápida para luego ver a la mujer del otro lado de la mesa y su impresión no fue precisamente disimulada.
—
Señor ¿qué hace aquí? — Adirael prosigue a hacer una reverencia a Luceb.
— No es necesario de eso aquí , estamos en un lugar lleno de personas y digamos que no es muy típico que un joven le haga reverencias a una dulce doncella como yo.
Me parece un poco absurdo sus tontos clichés o tradiciones como le digan ellos.
— Tiene razón señor, perdóneme —
Adirael ve fijamente a Lucebeb, así que lo golpeo en el hombro para que me preste atención a mí.
— ¿Se puede saber porque demonios tú no aparecías? Estoy llamándote desde hace media hora y nada que te dignas a aparecer — el demonio me ve estupefacto por mi reclamos.
Divaga un segundo entre mis ojos y los de Lucebeb.
— Lo siento princesa, si oí tu llamado pero estaba ocupado con unos asuntos y no pude asistir al instante — su confesión suena sincera o solo es un experto mentiroso.
—¿Princesa? ¡Que dulce te dice princesa! Pensé que no te agradaba ese título — Lucebeb se burla de mí.
— No, no me agrada para nada, he dejado muy claro que no me gusta verme ligada con su estúpido trono , con su jerarquía, ni nada por estilo — le doy una mirada asesina a Adirael — le he dicho millones de veces al ser este, que me diga por mi nombre.
— No creo que te disguste tanto, porque aún con tus incesantes lloriqueos , sigues sacando provecho de tus virtudes y de tus privilegios — la mujer se levanta de su asiento y hace un ademán de limpiar de su vestimenta y por alguna extraña razón un olor intenso a vino tinto se coló por mis fosas nasales , mi mirada escanea el lugar en busca del origen del extraño aroma y no lo veo — un gran ejemplo de ello es tu demonio acompañante, solo esta a tu lado por tu puesto en el infierno y te obedece como la princesa que supuestamente eres.
Adirael abre los ojos como platos, pero no opina nada al respecto, su postura es recta, impecable y con las manos detrás de su espalda, una postura muy formal, semejante a la de un mayordomo.
— Ok , pero ese no es tu problema si hago o deshago con mis privilegios — le digo un poco harta.
La mujer levanta las manos en señal de paz.
— Yo solo digo que estás como un poco extraviada en tus convicciones, eres y no eres , buena o mala , demonio o humana — Lucebeb se suelta el moño en su cabeza haciendo que sus cabellos caigan a la perfección sobre sus hombros y bajando hasta sus pechos— eres muy bipolar princesa.
— Yo solo soy yo y punto— golpeo la mesa con mis palmas , Adirael solo observa , las demás personas voltean a vernos y Lucebeb sonríe de satisfacción — ¡nos vamos Adirael! — ordeno al demonio mientras tomo mi bolso, para salir del restaurante.
— Ok, Boule — Adirael obedece — con su permiso señor — el respeto de Adirael por Lucebeb es notorio.
Al salir, el sol continua su reinado tortuoso desde el cielo y mis ojos les cuesta un momento acostumbrarse a la luz.
Adirael sigue mis pasos silencioso, continuo caminando por la acera , esquivando lo más que puedo a las personas.
Ese olor inconfundible llega a mi , provocando que voltee a la derecha para ver, y en efecto puedo ver cómo un hombre mayor , se arrastra por el pavimento caliente, escurriendo sangre podrida que se pega y quema con el asfalto, aquel hombre cuya pierna había quedado tirada en medio del camino, gritaba del dolor pero sus alaridos eran inaudibles para todos los peatones.
Decido ignorar esa escena y seguir avanzando hasta llegar a la esquina de la calle y cruzo al otro lado , sin importarme lo que marca el semáforo.
Al terminar de cruzar , me quedo parada debajo la sombra de un árbol , al ver que Adirael aún está del otro lado esperando a que el semáforo indique que es tiempo de cruzar.
Creo que lo hace a propósito, sabe que la sangre me hierve y se pone de gracioso. Al fin el semáforo cambia de color y se digna a cruzar como si estuviese modelando, con toda la paciencia posible .
— ¡Puedes hacer el favor de apurarte! De paso que me haces esperar por ti toda la mañana, también quieres verme enojada — le digo cansada.
— Yo no he hecho nada señorita — su tono es neutral y vacío.
— Exacto, no has hecho nada — le digo redundante.
— Pero ya estoy aquí, ¿qué necesita su alteza?— el demonio hace una pequeña reverencia y hace que mis ganas de darle en los bajos crezca.
— No vuelvas en tu maldita vida , hacer eso y dirigirte a mi de esa manera — veo como una sonrisa divertida se asoma en su semblante neutral.
— Pero soy tu humilde mayordomo princesa, es parte de mis deberes — dice casi serio , solo casi.
— ¡Eres un idiota!
— Y tú una mocosa — me dice Adirael.
— ¡Más respeto te exijo cabron ¡ — admito que ya estoy eufórica.
— Ok , My lady seré más respetuoso — hace otra reverencia.
Este estúpido me está tomando el pelo , así que le doy una mirada fulminante y sigo mi camino.
— ¡Muévete! — le grito.
— Hacia donde vamos Prince…— mi mirada lo fulmina — …Boule .
No le respondo y sigo avanzando.
Un par de cuadras más en total silencio de ambos y llegamos a una plaza llena de árboles, camino hasta una banca, tomo asiento y saco cigarrillo para calmar mi estrés.
Adirael en vez de sentarse a mi lado como la gente normal, se tira en el suelo frente a mi, con las piernas cruzadas.
La imagen del mayordomo se esfumó totalmente, ahora solo parece un chico común , aunque no del todo.
— ¿Yyyy? ¿Qué hacemos aquí?— se atreve a preguntar curioso el demonio.
— Yo estoy fumando y tú estás esperando órdenes — le digo viendo moverse las ramas del árbol.
— ¡Ooh! ¡Que interesante! Y si mientras tú te acabas tu arma mortal , yo voy a ese tienda de allá por dulces.
— ¡ No irás ¡ — le digo seria.
— Detenme — amenaza y en un parpadear de ojos , se esfumó si dejar rastro.
Pongos los ojos en blanco por su estúpido juego, creo que Lucebeb tiene un poco de razón, como le ordeno a Adirael, si a cada rato le digo que no soy la princesa, no tiene porque obedecerme.
No pasan muchos minutos cuando vuelve a aparecer el demonio , con una bolsa de gomitas en la mano.
— Ya tienes tus dulces ¿ya estás feliz?
—Si.
— Ok , ahora dime ¿a quién debemos visitar ahora? — ya el cigarro en mi mano dejo de existir.
—Bueno , estuve investigando, está vez más a fondo y creo que nuestro siguiente ataque sería a Dominik Hoffman , es dueño de una agencia de lotería muy grande en Alemania, tiene mucho dinero, pero está metido también en tratos turbios, pude averiguar que está asociado a un cartel de narcos, creo que así se le dice ¿cierto? — pregunta confundido.
— Al punto Adirael.
— Bueno , que es parte de un cartel de drogas en Latinoamérica, contrabandea drogas entre Colombia, Ecuador y México para exportarla aquí a Europa, no es un buen sujeto después de todo.
—Nadie que sea capaz de ser devoto a mi padre, puede serlo — mi tono denotó desprecio por el ser que me engendro.
— ¡Oye! No me considero alguien malo — el demonio se ofende por mi comentario.
— Es diferente imbécil, está en tu naturaleza, no tienes opción — le digo jugando con el anillo en mi dedo— los humanos tenemos libre albedrío.
El demonio se queda en silencio un segundo y me ve a los ojos , pero aún están perdidos en el anillo.
— Es lo único que te queda de ellos ¿cierto? ¿Los extrañas? — su pregunta me tomo por sorpresa, demasiado diría yo.
— Así que Alemania ¿no? Ese país no sabe lo que le espera — decido cambiar el tema , me levanto de la silla y comienzo a caminar.
Yo no extraño a nadie , no tengo tiempo para eso .
¡Alemania ya voy!