TESSA —Cuando termines de limpiar el garaje, ponte a estudiar —mi papá no levantó la vista de su tablet. Empujé los huevos en mi plato. Olían horrible, como si se hubieran echado a perder. O quizá el problema era yo. Cada día me sentía fatal. Había pasado un mes desde que mi padre me puso bajo llave, y lo único que quería era dormir. ¿Quién podría culparme? Cualquiera en mi situación estaría deprimido. —¿Tessa? —ladró. —Seguro —renuncié a los huevos y mordí un pedazo de pan tostado. Limpiar el garaje era lo último que quería hacer, pero si le decía a mi padre que prefería dormir la siesta, probablemente le explotaría la cabeza. Sentía su mirada sobre mí. En lugar de reaccionar, me quedé mirando por la ventana, fingiendo que no lo notaba. —Sé que me odias por esto —dijo. Me giré h

