TESSA
Mi corazón latía con fuerza y mis manos temblaban. Pero si estaba nerviosa, no era nada comparado con mi emoción.
Escuchar a Gabriel disculparse había sido el bálsamo que necesitaba. No era como mi papá, después de todo. Él me respetaba. Me veía de verdad.
Tan solo la idea me hacía querer llorar. La mayor parte de mi vida había sentido que casi nadie me notaba realmente.
Arrodillada en la alfombra, me acerqué más a él, mis manos rozando su cintura. Su cuerpo respondió con un suspiro, y mi corazón dio un vuelco.
Abrí los ojos de par en par. Nunca había estado tan cerca de alguien así. ¿Era normal sentir tanto? Mis pensamientos se arremolinaban, preguntándome cómo sería estar aún más cerca de él.
Los músculos de mi cuerpo se tensaron, anticipando lo que vendría. No estaba segura
