Grace
—Estás toda sonrisas hoy —observó Maddie mientras me miraba por encima del borde de sus gafas. Su cabello había cambiado de la noche a la mañana de azul a un rosa fucsia brillante, al igual que sus gafas para combinar.
—¿Lo estoy? —fingí inocencia mientras escondía mi rostro detrás de un montón de papeles, intentando parecer indiferente.
Ella me había pillado pensando en la increíble maratón de sexo que Mason y yo compartimos anoche otra vez. Ese hombre tenía un don mágico. Podía despertar en mí placeres que superaban cualquier cosa que hubiera soñado. Cuanto más sexo teníamos, más lo deseaba. Nuestros apetitos el uno por el otro eran insaciables, y aun ahora me preguntaba cuándo podríamos hacerlo de nuevo.
Por supuesto, anoche habíamos acordado que debía ser la última vez, pero
