Grace
Sola en mi cubículo, me senté a mirar la pila de trabajo que Mason Reynolds me había dejado.
Sin instrucciones, casi ninguna orientación sobre la oficina y sin presentarme a mis compañeros. Solo señaló una pila de documentos, me ordenó que los hiciera y me dejó abandonada para averiguar por mi cuenta exactamente qué se suponía que debía hacer. ¿Cómo podía exigir excelencia y perfección sin siquiera darme una mínima instrucción?
Después de leer el manual del empleado, estaba tan perdida como antes de empezarlo. Así que me giré hacia el escritorio y abrí la primera carpeta que tenía enfrente, pero su contenido era como un idioma extranjero. Nada tenía sentido para mí.
Lo único que tenía claro era que me despedirían antes de que terminara la semana. Tal vez incluso antes de que term
