Jackson La semana anterior había sido una tortura. Miradas robadas, roces accidentales, y su cuerpo tan cerca del mío cada vez que trabajábamos juntos que no podía pensar en otra cosa que en sexo. Y luego estaba el hecho de que, sin importar desde qué ángulo lo viera, ella era jodidamente increíble. No había un centímetro de su cuerpo que no fuera hermoso. Era sencilla, auténtica y natural, nada que ver con las bimbos que se esforzaban tanto por captar mi atención que terminaban pareciendo necesitadas, desesperadas o astutas. No, Gabby era diferente. Y eso me hacía querer reclamarla. Una y otra vez. Para que nadie más pudiera tenerla, solo yo. Su blusa cayó al suelo, y su falda lápiz la siguió. La desabroché por la espalda con facilidad y, cuando se deslizó por sus piernas, me detuve

