Grace
—¡No, no puedo hacerlo! —insistí, sujetando el mango de la sartén con ambas manos.
—Tú puedes hacerlo. No te preocupes, voy a ayudarte —Mason se acercó por detrás y puso sus fuertes manos sobre las mías, ayudándome a sostenerla. Me mordisqueó el lóbulo de la oreja, provocándome un escalofrío de placer. No pude evitar soltar una risita.
—Esto es serio —lo reprendí en tono juguetón—. Necesito concentrarme o nunca podré hacerlo bien.
—Dar vuelta una tortilla es fácil —me tranquilizó Mason.
—Sí, porque lo que sube tiene que bajar... probablemente al suelo —dije, nerviosa.
—Eso no es cierto —dijo Mason, acurrucándose contra mi cuello.
—No puedes negar la gravedad —insistí.
—Puedes hacerlo. Solo necesitas confiar en tu capacidad. Yo creo en ti —me animó Mason, y ya me sentía mejor.
