Grace —Hola, extraña, cuánto tiempo sin verte —bromeó Michael cuando entré a nuestro departamento temprano el lunes por la mañana para recoger algo de ropa—. Hace tanto que no te veía, que ya no estaba seguro de si aún vivías aquí o no. —Claro que sí, y aquí tienes la renta de este mes para probarlo, además de un poco de interés por todas las veces que me retrasé y tú me cubriste —le tendí un sobre con un cheque que saqué de mi bolso, pero no lo tomó. Solo se quedó mirando mi cuello con la boca abierta. —¡Mira ese collar espectacular! Nunca he visto piedras preciosas brillar tanto. No me extraña que hayas pasado casi todas las noches del último mes en casa de Lover Boy. Con esas rocas pesándote, me sorprende que tengas fuerzas para levantarte de la cama. —Ja, ja, muy gracioso, Michael

