Wesley
Cada fibra de mi cuerpo estaba electrificada. Mis sentidos se despertaban por primera vez en lo que parecía una eternidad.
Patricia fue la primera en separarse, con el rostro torcido por la indecisión. Mi mente me gritaba que parara cuando lo hizo, aunque mi corazón latía impulsivo e impaciente por seguir. Una corriente de deseo me recorrió, pero le di espacio y la observé.
Ella colocó las manos sobre mis hombros y me estudió, sus ojos recorriendo mi rostro. Sus labios estaban rojos y lastimados por mis mordiscos y succiones.
—¿Qué pasa? —pregunté.
Respiraba con dificultad, los ojos abiertos de deseo, lo que aumentaba mi confusión sobre por qué se había detenido.
—Es que yo... —Frunció el ceño y cerró la boca con fuerza, como si no supiera qué quería decir.
—¿Estás bien? —pre
