Patricia
No tenía otra opción. Era hora de decirle la verdad a Wesley.
La cabeza me daba vueltas como un remolino, amenazando con arrastrarme hacia el fondo. Me estaba ahogando en mi propia ansiedad.
Él sabía que algo pasaba. Tenía que enfrentarme a ello.
—Patricia… —Wesley dejó la frase en el aire, el rostro contraído por la preocupación.
Verlo así, después de que me hubiera besado con tanta pasión segundos antes, hizo que mi corazón se desbocara de miedo.
¿Qué pasaría si me gritaba o se marchaba enfadado? ¿Y si me culpaba? El estómago se me revolvía mientras el pulso me martillaba en las sienes. No podía esperar un segundo más para decirle la verdad.
—Wesley —solté de golpe, justo cuando una oleada de náusea me golpeó el estómago—. Estoy… estoy embarazada, Wesley.
Fue como si le
