Wesley —Patricia, espera. No te vayas. Mis palabras sonaban huecas, desprovistas de emoción. Estaba demasiado aturdido para hacerlo mejor. No fue suficiente para evitar que saliera corriendo de mí. Traté de seguirla, pero ya estaba demasiado lejos, atravesando las puertas principales y saliendo a la calle, donde la oscuridad de la noche cubrió su partida. —Maldición —murmuré, pasándome una mano temblorosa por el cabello. Caminé en círculos durante varios minutos, dejando que parte de la tensión se liberara de mi cuerpo. No debería haber dejado que Patricia se fuera así, pero estaba en shock y no tenía la mente en el lugar correcto como para saber qué decirle si, por algún milagro, se diera la vuelta y me ofreciera una segunda oportunidad. El corazón me martillaba en el pecho. De todas

