Capítulo 2

2938 Words
Tristán sintió a su lobo quejarse y gimotear de preocupación en su interior, y el omega hizo su mejor esfuerzo por calmarle. Pero la verdad es que eso era un poco difícil de hacer cuando él también se encontraba preocupado por su hermana. Cuatro días llevaban en la carretera escapando sin descanso, solo haciendo pequeñas paradas en los pueblos para llenar el estanque para luego volver a salir sin siquiera tomarse un segundo. Joder, Tristán ni siquiera había podido ayudar a su hermana reemplazándola detrás del volante para que esta pudiera tomar un merecido descanso. No sabía conducir y Tezza todavía ni siquiera le había dicho realmente del lugar al que se dirigían. Sí, su hermana había descrito un poco de la manada Gray, pero nunca dijo realmente el lugar exacto donde se encontraba, con nombres y calles. Y en ese momento, todo el cansancio de aquellos cuatro días estaban recayendo sobre la beta. Sus hombros se encontraban horriblemente tensos, unas feas ojeras estaban cubriendo bajo sus ojos y su cabeza se tambaleaba de vez en cuando, como si intentara evitar quedarse dormida o quisiera acomodarse y relajar un poco sus músculos. Por mucho que fueran cambiaformas, después de cuatro días conduciendo sin parar, a cualquiera le estaría cobrando sus facturas para ese momento. Y para su hermana ese momento realmente había llegado, aunque esta no quisiera admitirlo. —Tez... —pronunció, observándole preocupado—. Por qué no te corres a la orilla de la calle y tomamos un pequeño descanso —propuso—. Hace días que dejé de sentir sus emociones, ya nadie nos está persiguiendo, necesitas tomarte unos minutos —expresó. —No, estoy bien —anunció su hermana como un maldito robot. Por supuesto que era una respuesta que el omega ya había estado esperando recibir, por lo que cuando su lobo sumiso resopló con disgusto, Tristán simplemente decidió tomar el asunto por sus propias manos. Aprovechando que su hermana estaba distraída observando al frente como siempre, Tristán alzó su mano y la colocó sobre la de Tezza que descansaba en la palanca de cambios. Como un rayo, todas las emociones que se habían estado desbordando fuera de la cambiaformas betas, corrieron hacia él ansiosas porque su lobo las tomara. Una suave caricia de dolor fue lo primero que su lobo tomó, y Tristán jadeó cuando sintió como si un poderoso puño le golpeara justo en el centro de su estómago, tan pronto como la emoción abordó su cuerpo. Cuando el miedo sopló en su dirección, el omega se estremeció y llevó su otra mano hacia su pecho, para golpear justo en el centro cuando un dolor agudo le atravesó desde su espalda hasta el frente. Y cuando la furia vibró en su piel, Tristán soltó un miserable quejido que hizo eco de su lobo tras sentir que le golpeaban la cabeza con un gran martillo, intentando partírsela de una. Si hubo más emociones que decidieron pasar también a su cuerpo luego de ello, Tristán no fue muy conscientes de estas mientras luchaba contra la bruma que intentaba apoderarse de su cerebro, mostrándole pequeños puntos negros que anunciaban que pronto perdería el conocimiento si no soltaba la mano de Tezza. Pero el cambiaformas omega no deseaba soltarla, no todavía, al menos. Absorber la mayoría de las emociones malas, ayudaría a su hermana a relajarse un momento, lo que le llevaría a tomarse un necesario descanso. No era mucho, pero era lo único que podía hacer en ese momento. Tomando una profunda respiración, Tristán trató de concentrarse junto a su lobo en medio de toda esa confusión de dolor y le envió un leve destello de emociones buenas y cálidas que, finalmente, parecieron hacer reaccionar a su hermana. —Pero ¿¡qué crees que estás haciendo!? —exclamó observándole horrorizada, moviendo rápidamente su mano lejos de su alcance. Ah, pero ya era demasiado tarde, Tristán ya se había llevado en su mayoría las malas emociones en las cuales su hermana se había estado ahogando y se daba bien satisfecho con ello, a pesar del dolor por el que estaba pasando en ese momento. —Por Dios, Tristán —chilló observándole horrorizada—. Te has vuelto horriblemente pálido —exclamó preocupada—. ¿Cuánto te has llevado? —exigió saber. "Todo" Pensó el cambiaformas omega. —Solo un poco —respondió en cambio—. Lo necesario como para que tu cabeza estuviera despejada —expresó, sintiendo como su cuerpo temblaba suavemente mientras se inclinaba hacia la puerta, cerrando sus ojos. —¡Tristán! —Estoy bien —anunció, con un horrible tono bajo y tembloroso que no le ayudaba para nada—. En serio —prometió, esforzándose para abrir sus ojos y mostrarle una sonrisa tambaleante a la beta. —Maldición, eres un tonto, Tris —se quejó, golpeando el manubrio con furia—. No tenías que hacer eso, podía con ello. —Solo... Quería ayudar un poco —murmuró, sintiendo como el dolor lentamente iba retrocediendo para dejar un sudor frío recorriendo su cuerpo. —¿Ayudar? ¿Cómo se supone que me ayudas cuando te enfermas de esta forma? —exclamó preocupada—. Solo mírate, pareces estar a punto de morir. —No exageres —rio sin fuerza, estremeciéndose débilmente. —No lo hago —negó Tezza y se angustió cuando sintió que el cuerpo de su hermano se quedaba mortalmente quieto—. Tristán, por favor, no me asustes así y dime algo, aunque sea muévete, quéjate de dolor —ordenó con angustia. Quejándose con su lobo al sentir como su poder deseaba tomar también la angustia de su hermana, las manos de Tristán lucharon intentando desabrochar el cinturón de seguridad. —Por favor, detén el auto —pidió, y la cambiaformas beta rápidamente obedeció girando bruscamente para salir del camino, agitando el débil cuerpo tembloroso del omega con ello. —¿Tris? —preguntó, con sus manos trabajando en su cinturón de seguridad mientras observaba a su hermano abrir la puerta y salir a trompicones. Al momento en que salió del auto, rápidamente se apresuró a ir al lado del omega cuando este cayó sobre sus rodillas y su cuerpo se arqueó mientras soltaba un miserable sonido justo antes de comenzar a vomitar. Y como se trataba de Tristán, un omega especial por su don, obviamente no podía arrojar de su cuerpo algo que no fuera aquella horrible sustancia negra burbujeante y maloliente. Ninguno de los dos sabía que era, solo que cada vez que Tristán absorbía los sentimientos negativos, arrojaba esa cosa extraña hasta que ya no había nada más que pudiera salir de su cuerpo. Torciendo sus labios, Tezza volvió al auto abriendo la puerta trasera y buscó en la mochila de provisiones hasta encontrar la botella de agua. Esperando a que su hermano terminara, la beta se acercó y le entregó la botella de agua. —Gracias —pronunció Tristán con un tono tan tembloroso como su mano. —¿Necesitas ayuda? —preguntó preocupada. —Por favor, no te acerques —rogó, alejándose de su tacto—. Todo mi trabajo habrá sido en vano si sigues así y solo lograrás que me enferme aún más —le recordó. Arrojando un suspiro frustrado, Tezza volvió a retroceder hasta estar al lado del auto y contempló a su hermano seguir arrodillado en el frío suelo. —Realmente no quiero arruinar tu trabajo, pero es algo imposible para mí no preocuparme por ti cuando te ves así de mal —expresó—. No soy una mujer desalmada, Tris —se quejó. —Sé que no —pronunció y suspiró lentamente para controlar sus ganas de volver a vomitar—. Pero sé que puedes con esto, lo has hecho veces anteriores —expresó, tomando profundas respiraciones lentas. —Sí, y siempre he odiado cada una de ellas —gruñó—. No debiste de haber hecho nada, Tristán —volvió a quejarse, comenzando a moverse para cambiar las maletas a la cajuela del auto. —Si lo hice es porque eras un verdadero desastre —anunció—. Así como ibas, pronto caerías y me llevarías contigo porque estabas conduciendo el estúpido auto —refunfuñó sin fuerzas. —Bueno, discúlpame por haber querido poner la mayor distancia entre nosotros y esos idiotas que nos perseguían —resopló. —Te dije que hace días que dejaron de perseguirnos, que podía tomarte unos miseros segundos y respirar, pero no quisiste escucharme —exclamó observándola—. Estaba encerrado en el auto contigo, Tez, malditamente sentía como todas tus emociones te estaban abrumando, ahogando, he estado luchando durante los últimos dos días para no tomar ninguna de tus emociones, pero no pude seguir haciéndolo más. Yo solo... Quería ayudarte —terminó en un susurro. Observando a su hermano con su cabeza baja, decaído, Tezza dejó caer una maldición silenciosa por haberlo hecho sentir mal. —Lo sé —anunció finalmente con un suspiro—. Y gracias por ayudarme, realmente me estaba perdiendo ahí sin darme cuenta —aceptó, logrando que el omega le observara con una pequeña sonrisa—. Ahora, ¿qué tan mal estás realmente? —cuestionó, tomando un par de mantas más antes de cerrar la maletera con todo su equipaje ahí. —Lo mismo de siempre —se encogió de hombros suave, finalmente haciendo el intento para levantarse del suelo—. Supongo que con un par de horas de descanso estaré bien otra vez —expresó. —¿Un par de horas? —alzó una ceja, enderezándose tras acomodar las mantas en el asiento trasero. —Bien, tal vez tardaré más que un par de horas —aceptó, con sus rodillas doblándose un poco. —Solo entra ahí, tonto —resopló, sosteniendo la puerta abierta para él. —Claro, no sé cuántas veces te dije que paráramos y estiráramos un par de mantas en los asientos traseros para dormir más cómodamente y me ignoraste cada vez solo para escucharme ahora —resopló, avanzando lentamente. —¿Cómo te puedes seguir quejando cuando estás tan débil? —cuestionó su hermana, negando con su cabeza. —Mi poder especial —gruñó, dejándose caer en los cómodos asientos para transformarse en una pequeña bolita temblorosa—. Estoy sintiendo tu preocupación —canturreó. Quejándose silenciosamente, la cambiaformas beta se inclinó cerca y estiró la restante manta sobre el pequeño cuerpo de su hermano, intentando acomodarla a su alrededor sin llegar a tocarlo. —¿Necesitas algo? —preguntó, tragándose la preocupación que le cubrió al descubrir una palidez enfermiza en el rostro de su hermano. —Bueno, una cama con colchón suave sería realmente agradable junto a una taza de café, pero sé que no es posible aún —pronunció, temblando suavemente. Juntando sus labios, Tezza se alejó cerrando la puerta y sacó su teléfono no solo para comprobar cuántos kilómetros le faltaban, sino que para asegurarse de que todo estuviera listo tras llegar al pueblo. Ahora Tristán necesitaba descansar realmente más que nunca, o no mejoraría pronto. Esperando a que su contacto le respondiera, la beta intentó controlar nuevamente sus emociones para que su hermano no sintiera la necesidad otra vez de tomarlas. Aunque el poder de Tristán podía en realidad tomar todas las emociones, su lobo siempre se concentraba en tomar las malas que molestaban a los demás, era simplemente como una parte instintiva en el omega desear que todos a su alrededor siempre estuvieran bien, lo que llevaba al poder de su hermano simplemente aparecer y entrar en acción sin importar como quedara el receptor de dicho poder. Había costado un poco, pero logrando investigar al respecto, Tezza había descubierto la razón por la cual su hermano no podía controlar muy bien su don empático, y era debido a que él se trataba de un portador de alto rango, y eso era lo que le dificultaba controlar todo y sentir las emociones de todos tan fácilmente como si estuvieran pintados sobre ellos. Y Tezza estaba segura, de que, si el alfa líder Terball se llegaba a enterar en algún momento de ello, solo se obsesionaría más que su hermano. Ya que estaba segura de que llevarse las malas emociones e influir buenas en su lugar, no era lo único que podía hacer Tristán. Pero como apenas estaba registrado como un omega ente el consejo, no había representante que le ayudara y explicara sobre su don como había oído que supuestamente ellos hacían. Escuchando un suave quejido provenir del interior del auto, la cambiaformas beta bajó la preocupación de su lobo, recordándole que hacer eso no ayudaría para nada a su hermano. Cuando sus emociones finalmente estuvieron mejor controladas y su mente más despejada gracias al poder de Tristán, Tezza se subió al auto y volvió a cruzar el cinturón de seguridad sobre su cuerpo. Aunque su mirada deseó viajar hacia el espejo retrovisor para comprobar al omega, se negó a hacerlo sabiendo que contemplar la pequeña figura del cambiaformas sumiso no ayudaría en nada. —¿Cuánto falta para llegar? —preguntó Tristán manteniendo sus ojos cerrados cuando sintió el auto en movimiento. Si los abría y observaba el camino moverse, se sentiría más mareado de lo que ya estaba y eso le llevaría a vomitar nuevamente, cosa para la cual ya no tenía fuerza. —Solo aguanta un poco más —expresó, revisando su celular. El alivio recorrió su cuerpo al leer las instrucciones de su amigo por el camino más seguro junto a la promesa de que todo estaba listo para cuando llegaran. —En unas horas más, estaremos en la manada Gray y entonces podrás recostarte en esa suave cama que pediste —prometió, abandonando su celular para concentrarse en la carretera, solo acelerando un poquito. —Eso suena bien —suspiró—. Pero tendremos que buscar un lugar donde pasar la noche y no estoy tan seguro de que los miembros de la manada Gray sean tan buenos con unos desconocidos —expresó, sintiendo como finalmente, una presión comenzaba a caer sobre su cabeza, sumándose a los demás síntomas. —Debes de tener más confianza en tu hermana mayor, Tris —indicó—. Cuando te digo que ya tengo todo arreglado, es porque así es —expresó—. Tan pronto como lleguemos, tendremos un pequeño departamento perfecto para nosotros dos esperando —anunció. —Pero... ¿Cómo hiciste eso? —preguntó curioso. —Un amigo —respondió—. Cuando nuestros padres estaban buscando una nueva manada lejos de Terbell a la cual mudarse, se encontró con la madre de Norman, y yo seguí en contacto con él todo este tiempo, esperando el momento perfecto para irnos —explicó. —¿Nuestros padres estaban viendo otras manadas a las que mudarnos? —preguntó con sorpresa. —Por supuesto que sí, tan pronto como te presentaste como un omega y tus dones aparecieron a los días después —respondió—. Seguramente Terbell se enteró de esto y por eso tuvieron aquel accidente —bufó. —¿Por qué no sabía nada de esto? —preguntó con dolor. —Porque eras un cachorro aún —le recordó y le lanzó una rápida mirada—. Si te comienzas a preocupar al respecto, yo también lo haré y eso no te ayudará en este momento —indicó. Quejándose bajo, Tristán lo aceptó y alejó el pensamiento de sus padres un momento, ya podría volver a pensar en ellos una vez estuvieran refugiados bajo un verdadero techo amplio y en una cómoda cama para culparse de todo. —¿Estaremos hablando con el alfa líder de la manada Gray apenas lleguemos? —preguntó, aguantando un quejido de dolor cuando su cuerpo se sacudió por caer a un bache del camino. —No, estaremos llegando durante la noche, no será bueno molestarlo a esa hora, menos cuando llegaremos cansados y malolientes —comentó—. Lo que me recuerda... —le observó por el espejo retrovisor—. Cuando lleguemos, no menciones nada de tus dones, incluso frente a Norman —ordenó. —Pero él nos está ayudando —le observó confuso. —Piensa que el líder Terbell te estaba forzando a aparearte con él, pero eso es todo lo que sabe y en parte, no es mentira —explicó—. Hasta que pueda ver que su manada es realmente de confianza y el alfa líder Gray no intentará abusar de ti si se entera de que tienes un don, quiero que esto quede entre nosotros y solo seas Tristán, un simple omega. —¿Otra vez quieres que juegue al sumiso callado? —preguntó con una mueca, con su cuerpo volviendo a estremecerse debido al camino mal hecho bajo las ruedas. —Nop, quiero que seas tú mismo para poder comprobar que Norman dijo la verdad al decir que tratan a los omegas como a cualquier otra persona sin importar que sean lobos sumisos —expresó—. Intenta dormir, el camino se pondrá peor de ahora en adelante —advirtió—. Cuando estemos cerca, te despertaré para que ocultes tus ojos, por más que tengas el cabello rubio, no te juntarán como un omega especial hasta que vean tus ojos azul violeta —le recordó. —Lo sé —suspiró, apegando más su espalda al respaldar del asiento—. No te asustes si me quejo y solo sigue —advirtió cerrando sus ojos mientras subía más las mantas. Solo tenía que aguantar unas horas más, solo unas horas más y todo estaría bien otra vez. O al menos, eso esperaba.
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