—¡París, cariño! ¿Puedes creerlo? —exclamó a Dante con ojos brillantes de emoción. El niño sonrió con ternura y asintió encantado con la idea. Mientras tanto, en el exterior del hotel, Damien se encontró con los Donovan. Keegan fue el primero en notar su llegada y se puso de pie con naturalidad, sus hermanos a su lado. —Quiero que revisen todo el perímetro —dijo Damien sin preámbulos—. No confío en los Bellamont. Cathal chasqueó la lengua con un aire despreocupado. —Tenemos a gente recorriendo el hotel justo ahora —avisó con voz calmada. Damien asintió. —Perfecto. Muevan también a un grupo de escoltas cerca de la mansión de Gaspard. Quiero saber si hay movimientos sospechosos. Keegan asintió sin cuestionar. Mientras que Brennan cruzó los brazos, mirando a sus hermanos a

