| ALEX | —Así que sus prescripciones deberían estar listas para cuando salga de aquí, y tendrá que hacer un seguimiento conmigo en dos semanas, dijo la Doctora Stevens. Era una joven rubia con una coleta alegre y ojos color miel. Su mirada era cálida y su conducta directa. Me gustaba. A pesar de donde estuvieron sus manos. —Allí esta— dice la doctora, después de un momento y gira la máquina del ultrasonido para que pudiera ver la imagen en blanco y n***o. Mi corazón tartamudeó e ignoré a la intransigente varita entre mis piernas por primera vez desde que había aparecido. —¿Es eso...?— —¿Tu bebé? — la Doctora Stevens presionó un botón en la máquina, imprimiendo la imagen. —Si. O tal vez debería decir, ahí esta tu frambuesa ya que tu pequeño es del tamaño de esas bayas— —¿De verdad?— pr

