Corrimos duro hacia la línea de pelotón, en dirección a Lusa, lo que no nos llevó demasiado tiempo; pero para cuando llegamos, ya era casi bien entrada la tarde. Estaría oscuro cuando volviéramos, lo que era bueno para nosotros. Necesitaríamos el amparo de la oscuridad para cobijarnos esta noche. Lo primero que notamos al acercarnos a las celdas al otro lado de la línea de Lusa fueron los gritos, bueno más bien discusiones. Me puse una sudadera y unos pantalones cortos de lycra que Ethan había metido en una alforja llena de ropa mientras los sonidos de un macho y una loba muy cabreados resonaban por el bosque. Ethan gruñó molesto mientras se ponía unos pantalones de chándal. —Maldita sea. —¿Qué? ¿Es eso? —Sí,—gimió. —Andrea y Jaxon parece que se llevan muy bien. —Yo hablaré con ella —

