—Ambos son buenos chicos, muy buenos lobos. Fuertes. Juegan bien entre sí y trabajan muy bien como equipo. Estoy seguro de que si la enviaras aquí, todos la cuidarían. Sé que no la has visto—. Por un tiempo, pero todavía se preocupan por ti y tu manada, Levi—. Asentí y suspiré. —Debería venir a verlos, debería haberlos visto más —. —No te culpes, es un juego peligroso. Fue devastador para todos nosotros. Tenemos un grupo más joven, pero finalmente empezamos a estabilizarnos desde el ataque. —Ella estaría a salvo aquí Levi. No dejo que nada cruce mis fronteras sin que yo lo sepa. Créeme, los pícaros saben que no deben volver a pisar mi territorio—. El veneno en su voz coincidía con el odio que tengo en mi corazón por los pícaros. Sus fronteras han estado seguras desde entonces, y dudaba

