Capitulo VI

1198 Words
La ballena se comunicaba, en ocasiones, verbalmente, y otras, telepáticamente. —¿Como apareciste en este lugar, si no te había informado nada anteriormente?—Preguntó Ricard a la ballena. —Somos -los seres cetáceos- muy evolucionados, más de lo que los científicos materialistas puedan comprender. Soy un ser de luz con la capacidad de cambiar de cuerpo. Hay una conexión y una comprensión de unidad entre nosotros, por eso puedo pedir permiso para residir en el cuerpo de esta ballena en particular. Poseo un cuerpo físico, pero, por como Dios concibió el cosmos, todos estamos conectados. Somos uno. Yo y muchos de mis hermanos cetáceos comprendemos esta verdad. Podemos entrar en el cuerpo de cualquier ser lo suficientemente evolucionado. De manera instantánea, vinieron las palabras de Jesús a la mente de Ricard, la de "Cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis¹“. Jesús, en realidad se refería a que todo ser era él, porque su alma estaba conectada con el Todo. —Aunque debo advertirte que las ballenas emigramos guiándonos por señales ambientales, como los cambios de estaciones, es una suerte que alguna se encontrara cerca de aquí. Ricard le preguntó: — Ustedes no solamente son mas avanzadas a nivel espiritual, sino también, a nivel físico. La mayoría de las especies parecen tener una ‹‹ventaja biológica›› sobre el ser humano. Están más adaptadas al medio, y poseen mejores mecanismos de supervivencia. —Tienes razón. Poseemos un cuerpo más resistente. Ricard -por un momento- dejó varada a la ballena en el pozo, y se puso a observar la forma de aquella playa deshabitada. Vista desde el cielo, tenía la forma de una media luna, pero de una media luna perfecta. Su espíritu y cuerpo físico se habían sensibilizado tanto, que sintió que un toque con la ballena lo haría estallar. Tenía un cuerpo largo y esbelto este misticeto. Volvió a emitir un espectacular chorro de vapor de agua, que, esta vez, alcanzó los doce metros de altura. Las ballenas azules poseen una capacidad pulmonar de cinco mil litros, tienen un corazón de más de un metro de longitud y pueden sobrevivir meses sin comer. Tienen tremendas ventajas físicas en comparación con los seres humanos. —Te advierto una cosa—dijo la ballena— No puedes llamarme para frivolidades. De ahora en adelante, vendré cuando me necesites. No siempre vendré cuando me llames.² —Perdóname —exclamó Ricard. Inclinó todo su cuerpo en señal de reverencia—No era mi intención, solo que, tanto la curiosidad, como mi profundo amor por ti, se apoderaron de mí. Oh tú, reina de los mares, Tú, que posees un vehículo de manifestación físico y espiritual perfecto. Tú, que comprendes el corazon y la deplorable condición humana. Mi amada ballena, mi amor y gratitud por tí supera lo que siento por mi madre biológica. Aunque mi madre me trajo al mundo, tú me enseñaste a amarlo. Tu, ser maestro, dame otra revelación antes de que te marches. Dímelo en base a mi nivel de entendimiento y preparación mental. — Hijo, los dos estamos unidos, un fuerte lazo espiritual nos une. Esto se debe a que en vidas pasadas también fuiste un ser cetáceo. Ése es el motivo de tu atracción hacia los mares. Yo vago por los océanos del mundo en varios cuerpos de ballenas. Somos guardianas de tu mundo. Equilibramos las frecuencias oceánicas, y estamos muy conscientes de los dramas y dificultades humanas. La ballena se sumergió e hizo una señal a Ricard para que se subiera encima de su espalda. Tenía cierto nerviosismo, pero su confianza en ella era incuestionable. Su piel era suave, sensible y lisa. Tenía algunas cicatrices, debidas, quizás, a ataques de depredadores, percebes o parásitos. Salieron de la poza lentamente, por el estrecho canal de agua, hacia el mar abierto. Conforme más se alejaban de la poza y la superficie de la playa, más aumentaba su velocidad. Ricard observó la playa a lo lejos, como desapareciendo rápidamente de su vista. La ballena había escuchado el deseo de Ricard de visitar la isla misteriosa que se encontraba a unos treinta kilometros de la playa. Alcanzaron a divisar la isla, cuando, de manera súbita, la ballena -junto con Ricard- fueron absorbidos por un remolino de agua. Entraron en una especie de tubos subterráneos, creados por las corrientes oceánicas, que se interconectaban entre sí. Ambos fueron absorbidos y expulsados una y otra vez de esta red interminable de remolinos acuáticos. En tal escenario, salir era toda una odisea. Ricard creyó que se iba a morir. Uno de los remolinos fue capaz de succionarlo y llevarlo a unos 200 metros de profundidad. Estaba a punto de perder el conocimiento. Tenía daños en los oídos, en los senos paranasales y en los pulmones. Un fuerte dolor torácico y problemas respiratorios. Sentía que la sangre se le había acumulado en la cabeza. De manera muy hábil, la ballena metió a Ricard dentro de su boca. Aún en condiciones distintas, para estos animales, tragarse a un humano es físicamente imposible, porque el tamaño de sus gargantas están diseñadas para peces pequeños. Mientras la ballena lograba escapar de los remolinos eternos, millones de especies marinas eran despedazadas por la corriente. La ballena lo llevó dentro de su boca, muy cerca de la isla. Ricard, al despertar, apenas pudo nadar unos pocos metros para llegar a la orilla de la isla. Sentía mucha fatiga y estrés, desorientación espacial, y tenía acumulación de líquido en los pulmones. Al cabo de unos minutos, se desmayó. Ricard soñaba que el cuerpo etérico de la ballena de fucionaba con el suyo. Una energía curativa fluía a través del animal. Al abrir los ojos, se sentía refrescado y vigorizado. Notó una vegetación espesa. La isla parecía un árbol gigante, cortado con una sierra, con un área de apenas 6 hectáreas, formando acantilados en sus extremos de hasta 60 metros de altura, similar a la isla Filfla, en Malta. Por su belleza, creyó que la isla era su nuevo cielo y su nueva tierra.³ Se sintió completamente aislado de los ruidos del mundo. Creyó que no volvería jamás. Se quedaría en esa isla por veinte, treinta años, o por más. Al regresar, todo hubiera estado tan cambiado, que apenas si lo reconocerían. Imaginó a todos muertos, y a su amada, casada y con hijos.⁴Al final, con o sin él, la vida seguiría su curso natural. Bebió agua de un manantial. La isla era un refugio con limitados recursos naturales: una comida, una bebida, un baño ¡y a morir! La ballena llegó poco antes del atardecer. Viajaron más lentamente. El mar parecía más calmado. Por la oscuridad de la noche, no divisó la playa a lo lejos, antes de llegar. Sintió tristeza de dejar a la ballena. La ballena le hizo un chasquido, realizó un determinado canto, un silbido, y permitió que la tocara. Ricard estaba a punto de llorar de felicidad. Al llegar completamente a la orilla, notó que tenía muy pocas fuerzas. La ballena desapareció de su vista. El clima estaba templado, la oscuridad era inaudita. Ricard apenas si podía caminar, se desmayó.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD