Beatriz y Teresa se habían vuelto más cercanas después de los extraordinarios y terroríficos acontecimientos ocurridos en el colegio. El colegio tenía una respetable antigüedad. Grandes y famosas personalidades de la antigüedad habían pisado sus aulas. Teresa había investigado y, según los registros más antiguos, J.J. Quevedo y F. Galindo habían fundado la institución.
Los rostros de los fundadores correspondían con dos rostros que acontecimientos le había descrito a Teresa, el de los guardias fantasmas.
—No debería sorprendernos—dijo Beatriz, como si la noticia no le llamara la atención.
—¿Acaso no ves que los fundadores del colegio aún están atrapados aquí?—dijo Teresa de manera algo dramática.
—¿Atrapados? No lo creo. Yo sentí el celo con el que vigilaban la institución. Esas criaturas están adueñadas del colegio. Y no son nada amigables.
—Yo creí que esos fantasmas necesitaban ayuda—dijo Teresa.
—Eso es porque no los viste. Cuando los vi, un frío de ultratumba recorrió mi cuerpo. Ahora veo que tienes razón. Cuando me explicaste que este no es un planeta de luz era cierto. Las fuerzas de oscuridad lo gobiernan todo. Ellos creen que este colegio les pertenece. Nunca te había contado esto pero, siempre me pareció extraña su arquitectura, y su lugar de ubicación. Quiero decir, no parece un lugar hecho para estudiar. Quizás en la antigüedad era otra cosa. En las noches este lugar es tan terrorífico. Y como observamos antes, salir de aquí es como intentar escapar de una prisión.
— Algún pacto los debe estar condenando a vigilar por siglos este colegio o, el apego a esta institución no los deja ser libres—Dijo Teresa, en ese momento, recordó una frase bíblica, la de "lo que ates en la tierra quedará atado en el cielo¹“—Quizas en la antigüedad aquí se practicaba hechicería. O no era un colegio.
—Creo que las fuerzas de oscuridad deben ejercer una gran influencia sobre todos.
Ambas comprendían la vida oculta del colegio, su oscuridad astral y su -casi seguro- pasado escabroso. Sentían que, de manera sutil, las fuerzas del mal ejercían su influencia sobre todos los involucrados en las actividades del colegio. Por un tiempo, tanto Beatriz como Teresa se volvieron muy paranoicas.
—Vas a incrustar todo esto en tu cuerpo. Y de aquí, no te tocará nadie—Le dijo Teresa a Beatriz, mientras le entregaba una cadena de protección y unos amuletos con simbología sagrada.
Cuando un compañero, amigo de Beatriz, notó todo lo que usaba, se burló de ella. Le dijo que con esos amuletos tan extraños, espantaría a todo hombre que quisiera tener intimidad con ella. Porque algunos amuletos estaban pegados a su cuerpo. Los amuletos tendían a generar resistencia en las personas. La gente más oscura la rechazaba.
Beatriz había visto a los fundadores fantasmas del colegio hacer alianzas con legiones de demonios. Creía que el colegio le pertenecía a las fuerzas del mal.
—No puedo con esto—le decía muy angustiada a su amiga Teresa.
—Resiste—le decía Teresa mientras la consolaba—es el precio que debes pagar por el don del discernimiento de espíritus². A veces, consideraba que Ricard era la causa de todas sus desgracias. Fue la meditación profunda -que practicó durante su desaparición- la que le abrió la visión interna.
En una ocasión, mientras estaba en el baño del piso más alto, vió, desde la ventana, a un grupo de estudiantes usando las computadoras del piso más bajo. De manera no intencional, su visión interna se activó, y empezó a ver a unos pequeños demonios flotando sobre cada uno de los estudiantes. Estos demonios se parecían mucho al diablo pequeño pegado en el aura del padre de Ricard. Beatriz creía, por la escena, que ningún estudiante estaba siendo influenciado por el bien. Ella, en ese momento, era el único ser de luz.
Para ella esto tenía todo el sentido del mundo. La conducta desagradable, los hábitos nefastos y excesivos, las adicciones y las malas tendencias de la mayoría de estudiantes, le hicieron creer que estaban siendo influenciados por demonios. Y si las verdaderas responsables de sus conductas insanas eran las hormonas, entonces, dichas hormonas estaban siendo influenciadas, a su vez, por estas entidades oscuras. O, los demonios se meten en la genética y crean gente así, fea por dentro y por fuera. Esta última observación se la hizo a Teresa, ella estalló en risas.
Los pasos escuchados en el pozo días antes también terminaron teniendo explicación. Investigaron a fondo. El pozo había dejado de funcionar hace más de 400 años. En la historia contada por los profesores se había dicho que la persona encargada del pozo había muerto ahogada. Antes de su muerte, había sacado agua como un condenado. Esto era algo que siempre había avergonzabo a los dueños del colegio, ya que, en la antigüedad, y por muchos años, en el colegio se había practicado la esclavitud.
Esto mantuvo a la mente de Beatriz ocupada por mucho tiempo ¿y si las batallas -de las entidades invisibles del colegio- se debía a los resentimientos pasados, por las injusticias y atrocidades cometidas siglos atrás? Quizás por eso el colegio -en el astral- era tan denso, por la mucha sangre derramada.
Durante un tiempo, la rebeldía de Beatriz sobrepasó los límites de las autoridades. No soportaba que la corrigieran en nada, se revelaba ante reglas mínimas, si las consideraba injustas. Creía que si la energía del colegio guardaba tanta culpa, por sus crímenes pasados, el colegio no tenía ningún derecho de exigirle nada. Era la cima de la hipocresía. Beatriz sabía que las principales autoridades se mantenían siempre en el poder por tema de linajes. Y dichas autoridades eran las encargadas del manejo de la narrativa, con la cual habían hipnotizado no solo a los estudiantes, sino a toda la sociedad.
Varios estudiantes sensibles dijeron que, más de una vez, habían escuchado a alguien sacar agua del único pozo. Escuchaban pasos, sonidos de herramientas, voces. Beatriz, antes que asustarse, se enfado muchísimo, porque dijo que el pobre hombre en realidad había sido desvivido en la antigüedad. Ella si entendía lo que el muerto intentaba comunicarle.
—Este colegio clama, clama sed de venganza. Aquí yace la sangre de muchos inocentes—le decía a Teresa—El colegio es feo por dentro y por fuera. Su estructura física y su alma es una podredumbre.
Desde fuera el colegio daba terror. Parecía un castillo de muerte. Ubicado en un lugar deshabitado, seco, desértico, con escasa flora y fauna, antigüo. Según la mayoría, lo único aceptable era la playa. Por eso, hasta Ricard se habia desquiciado por un tiempo. Lo único que le hacía volver era su paseo por el mar.