Prólogo-2

657 Words
Ya a bordo del avión de Lufthansa que lo llevaría a Beijing luego de dos escalas y algo más de 17 horas, Ivo Bianchi permitió que su sistema nervioso se descontracturara, abandonando la actitud de alerta permanente y la consiguiente ansiedad que los viajes internacionales le producían. Con un vaso de vino tinto en la mesita de su asiento su mente volvió naturalmente a repasar los últimos acontecimientos y los que estaban en perspectiva. Su relación con Federica ya databa de cinco años, cuando ella tenía cincuenta y él veintitrés. La mujer era descendiente de una antigua familia del patriciado veneciano, divorciada dos veces y con una hija de aproximadamente la edad del joven a la que raras veces veía. Al terminar sus estudios de historia en la Universidad Ivo había entrado a trabajar en una Fundación de estudios heráldicos e históricos del Véneto, para lo cual había debido mudarse de su Milán natal. Allí había conocido a Federica que estaba divorciándose de su último matrimonio y el enamoramiento había sido mutuo e instantáneo. La mujer era una de los miembros de la Comisión Directiva de la Fundación y tenía un rol preponderante en ella, ya que el resto de los vocales eran gente de avanzada edad y que vivían dispersos en el norte de Italia. Aparte del amor romántico y el compañerismo Federica y él habían explorado todas las posibilidades del erotismo y ni uno ni el otro tenían fantasías sexuales que no hubieran probado. Ivo conocía cada rincón íntimo del cuerpo de ella como pocos hombres conocen los de sus parejas, y la mujer podía decir lo mismo. Aunque Federica le había permanecido fiel había tolerado las escapadas del muchacho con Meryem, la joven marroquí con la cual mantenía una relación esporádica pero tórrida. Para Ivo la relación con Federica era un plácido arroyo que discurría en el bosque, mientras que la que tenía con Meryem era asimilable a un volcán. Cuando dos meses antes el presidente de la Fundación había traído la propuesta de su viaje a la consideración de la Comisión Directiva y Federica la había apoyado fervientemente y finalmente había logrado su aprobación. Fue el Presidente, un caballero de la Orden de Malta quien había impulsado el nombramiento de Ivo para realizar los trabajos de campo en China, y Federica lo había apoyado en medio de suspiros. La vinculación con la nobleza veneciana, según los datos que tenía Federica sobre sus propios orígenes se remontaba a las familias más poderosas de la Reppublica Serenissima di Venezia desde por lo menos el siglo XIII cuando los antepasados de ella se habían codeado con los Dandolo y otros príncipes que manejaban la ciudad y su tráfico naval. No obstante ello la mujer militaba desde hacía muchos años en las agrupaciones de la izquierda más radical y participaba abiertamente en todo tipo de manifestaciones públicas. Esta aparente contradicción estaba entre los detalles del carácter de ella que Ivo más amaba, aun cuando en su fuero íntimo estaba convencido de que se trataba de poses adoptadas por su amante, incapaz de vivir sin estar rodeada de confort y un cierto lujo. Mientras el muchacho estaba perdido en esos gratos pensamientos el recuerdo de las preguntas con que se había despertado sobresaltado regresó como un relámpago a su mente. Encontró que en la misma había madurado durante el día transcurrido la respuesta al menos de la última de ellas, ¿Por qué abandonas el confort de Venecia y del cuerpo de tu amada para emprender este viaje? Ivo sonrió al hacerse consciente de la respuesta. > En efecto, el deseo de hacer algo con su vida antes de sumergirse en el tedio de una cátedra de Historia Clásica o de una función en un museo era el motor que lo impulsaba a aceptar el reto de lo desconocido. Finalmente el cansancio por el trajín de los preparativos del viaje lo venció y el sueño minó las resistencias de la vigilia.
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