Mercedes se acercó sonriendo a Úrsula que se notaba sudorosa y pálida. —Bienvenida, suegra— dijo la joven y tomo la mano de la enferma con cariño— recuerde que esta es su casa. A Úrsula estas palabras le llegaron al corazón, nunca antes había sido recibida con tanto cariño. En la mirada de la joven se notaba la sinceridad. —Gracias Mercedes— dijo con lágrimas en los ojos— solo espero que mi presencia no te ponga en aprietos. La joven no dijo nada y tomo la silla y empujo. —Vamos a divertirnos, a pasar un buen tiempo juntas— la iba llevando dentro de la nueva casa. Úrsula la escucha, pero está más concentrada en el hogar de su hijo. —Es bien sobrio este lugar— dijo Úrsula. Mercedes se quedó mirando el lugar. —Apenas llegué, por eso he tenido tiempo de darle un toque femenino —