Capítulo 4: Su rostro Angelical.

1665 Words
•Narra Roswell• —Roswell ¿Qué significa esto? –Frederick me cuestiona mientras estamos en mi despacho, las mucamas dirigieron a Marta y sus hijos para que se puedan dar un baño y cambiarse a una ropa más cómoda. Tiro un resoplido y tomo asiento frente a mi escritorio. —Les estoy apoyando, ella tuvo un incidente muy desagradable y debía ayudarla. —Él no quita su gesto de asombro. —Impresionante eres como siempre, tan impredecible. Déjame decirte que no estoy enojado, es más, me alegra que después de tantos años hayas traído a alguien a casa, aunque realmente son extraños, pero claro está que inofensivos. —Él ríe un poco. Pero yo pongo mi rostro serio, eso le hace ponerse de igual forma. —¿Fue grave su asunto verdad? —Me la crucé cuando su esposo la estaba maltratando en frente de sus hijos, ella intentaba escapar. —Mi primo suspira y toma asiento en frente de mí entrelazando sus manos. —Ahora comprendo todo. ¿Entonces viste en carne propia tu vida pasada cierto? —No lo sé, creo que sí, me puse en el lugar del pequeño. No planeaba en traerla desde un principio, solo quería ayudar, pero me di cuenta de que no tenía a dónde ir, y no tuve otra opción que apoyarla. No podía abandonarla con sus niños así en la calle. —Comprendo, Roswell hiciste bien. —Se recuesta en la silla cruzando las piernas —. ¿Entonces que piensas hacer? —Por ahora no estoy seguro, pero brindarles comida y un techo donde dormir por ahora es suficiente, me haré cargo de sus necesidades hasta saber que planes tiene ella en mente. —Bien Roswell, tienes todo mi apoyo. °Narra Marta° El Sr. Roswell ha sido demasiado bueno al permitir quedarnos aquí por unas semanas, al principio dudaba, pero rápidamente me di cuenta de que era una buena persona. El Sr. Frederick, también nos recibió de forma muy agradable, sé que somos unos simples desconocidos, pero ellos al tratarnos de una manera tan importante explica que son muy solidarios, definitivamente mi estadía aquí no será en vano, ayudaré en lo mínimo que pueda. —¿Mami me veo bien? —Matías se encuentra emocionado por la ropa nueva que nos acaban de obsequiar. Está vestido con un short de color azul oscuro, camisa celeste y zapatitos de charol. —Te ves lindo mi vida. —Ya quiero bajar y agradecerle al Sr. Robert por ser tan bueno. —Yo me río a su equivocación. —Roswell hijo —exclamo sonriente mientras termino de vestir a Cloe con un vestido rosa que me trajeron. —Bueno estamos listos. Dejo unos minutos a la bebé sentada sobre la cama y me acomodo el vestido lila con flores hasta la rodilla que trajeron para mí. Nos sentimos frescos y relajados después de un calmado baño. Por primera vez, nos metimos los tres juntos a un Jacuzzi, mis dos niños chapoteaban como si fuera una piscina. —Disculpe —Escucho la voz de Jair en la entrada de la puerta. —¿Sí, dígame? —Antes que siga con lo que vengo a decirle, ¿me podría decir como la puedo llamar? —me dice el señor con su acento muy elegante bien marcado. —Por mi nombre está bien. —Ok Madame Marta, los dirigiré hacia los señores que se encuentran esperando para que almuercen. Por favor, síganme. —Sí —afirmo, cargo a Cloe y sostengo la mano de Matías. —Madame Marta se hace presente. —dice Jair muy educadamente, mientras ellos dos voltean a verme. •Narra Roswell• Me quedo viéndolos a los tres y se ven bien portados y elegantes. Marta definitivamente es demasiado atractiva, aunque ese pequeño moretón al lado de su labio me hace recordar a ese idiota que se atrevió a tratarla de tal forma. La pequeña Cloe está despierta y ahora puedo distinguir claramente como es. Es tan idéntica a su madre, con esos lindos ojos miel y piel tan clara como la nieve. —¡Wow, se ven fabulosos! –Frederick aplaude animándolos–. Deberían estar en una pasarela de moda, es un hecho que serían el centro de atención –exclama con sus pésimas bromas que nunca hacen reír a nadie. Sin embargo, Marta y Matías ríen, e incluso Cloe, que como los ve reírse ella les sigue el paso. «Son tan tiernos» —Miren que ternurita –El tonto de mi primo se levanta, y acercándose le pide permiso a Marta para cargar a Cloe—. ¿Quién es esta lindura de bebe? —le dice con su voz graciosa, alzándola de arriba hacia abajo, de arriba hacia abajo. Ella y su hijo sonríen al ver como Cloe ríe muy divertida. «Al parecer le gusta que le hagan así», analizo la situación para el día que me toque también cargarla. —Sr. Roswell... —El pequeño Matías llama mi atención—, ¿me veo muy bien? —Yo le hago un gesto con las cejas y le digo: —Por su puesto que sí, te ves como todo un caballero de alta alcurnia. —Muchas gracias, Sr. Roswell, mi madre y yo... —Comienza a hablar como todo una persona grande, parece que ya no se siente tan tímido como al inicio—, estamos muy alegres y agradecidos que nos hayan regalado ropa nueva, hace años que mi papá no nos ha comprado nada. —Pone su rostro triste. —Matías… —Marta le reprende algo apenada y tira un suspiro—, hijo no digas esas cosas. —Su rostro se ve demasiado rojo. Frederick y yo nos observamos unos segundos a tal incómoda situación. —Lo lamento de verdad. Mi hijo está muy emocionado. —Su voz cambia de semblante, ahora se siente apagada—. Como ven, no éramos personas que tienen altos recursos como ustedes, a las justas podíamos mantenernos para los alimentos del día a día —confiesa obligadamente, agachando la mirada debido a la situación. —No te preocupes Marta. —Frederick se muestra cortés—, no debes avergonzarte ni sentirte mal en contarnos ese tipo de cosas. Su expresión parece relajarse. —Gracias —exclama y vemos que por sus mejillas caen lágrimas—. Les estamos demasiado agradecidos a los dos. —Matías va y abraza a su madre—, de que nos hayan recibido de tal forma. Nunca olvidaré este lindo gesto. —Tranquila. —Me atrevo a interferir—. Traten de estar tranquilos estos días, este lugar... —Extiendo mis brazos—, ahora será también el suyo, hasta que decidan que hacer. —Muchas Gracias, ayudaré en casa en todo lo que pueda. —Yo asiento sonriéndole. "Una semana después…" Desde años, la casa no se sentía tan cómoda y agradable. Marta incluso se ha estado metiendo en la cocina para ayudar a las empleadas. El curioso Matías, siempre que llegamos a casa Frederick y yo, nos recibe con un abrazo. Y la tan bella Cloe, con sus risas por todo la casa, nos hace sentir felices. Definitivamente ellos llegaron para darle color a nuestros días. —Buenas tardes Sr. Roswell. —Marta se asoma por la puerta de mi despacho. —Buenas tardes, pasa —le respondo desde el frente del estante de libros, en la que me encuentro revisando uno. —Gracias. Pensé que llegaría más tarde, pero Mirella ( la sirvienta), me dijo que usted ya había llegado. —Si, hoy no me sentía tan bien que digamos. —¿Puedo ayudarlo con algo? —Avanza con paso acelerado hasta a mí. Parece preocupada, y me siento algo nervioso por ese gesto. —No, es solo un dolor de cabeza. —respondo posicionando de nuevo el libro en su sitio—. He tenido mucho trabajo últimamente. —Paso mi mano ahora libre por mi cuello, algo intimidado. —Bueno, entonces con una pastilla que le traeré luego, se le calmará. —Te lo agradezco. –Le sonrío—. ¿Y los niños? —Cloe duerme, y Matías jugando a su lado, también cayó rendido. Así que aproveché a darme un paseo por la casa. —Le hago un gesto agradable. —Hiciste bien. —Por cierto, todos estos... ¿Son sus libros? —Observa hasta lo alto del estante. —Sí. —Son demasiados… —Bueno un poco, y eso que no has conocido nuestra biblioteca. —Wow…, no lo puedo creer. —Al parecer vio un libro que llamó su atención—. ¿Puedo? —me dice estirando su brazo para coger uno de ellos. Yo asiento. —“La imagen y el olvido de Pedro Alzara” siempre quise encontrarla —añade, mientras se empina para alcanzar el libro que se encuentra en lo alto. Me causa algo de gracia como hace todo lo posible para llegar, pero no lo logra. Me le quedo viendo divertido, sé que si yo lo hago, alzando mi brazo lo alcanzaría tranquilamente. Ella, calculo que mide 1.65 a mi altura que es 1.90 es claro la diferencia. Río un poco. Por lo tanto, cansándome de verla sufrir, doy mis pasos hacia ella, pero de pronto ella pierde el equilibrio de lado y llego a tiempo para detener que se caiga con mi pecho. Sin embargo, mi inestabilidad con el bastón me da una mala jugada y caemos juntos al suelo. Ella está encima de mí, y mi corazón está completamente acelerado al tener su rostro angelical tan cerca del mío. ________&&&________ Hola! soy la autora Elemer, espero que esta nueva aventura la disfruten tanto como yo. Les agradezco por acompañarme y les invito a agregarme a mi f******k como "Elemer15" y a mi ** "elemer.15" para detalles y actualización.❤️ Mil gracias por leerme ❤️ Espero sus lindos comentarios ❤️
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD