Capítulo 7

1562 Words
Gael "El precio del trabajo." Había quedado con Nico. No me gustaba nada cómo, en pocos días, las cosas habían cambiado tanto. El trabajo era sencillo: entrar, recoger y no dejar huellas. Ya lo había hecho mil veces. Tanto tiempo repitiendo lo mismo que mis manos se movían de forma automática. Pero mi cabeza no estaba aquí. Seguía en ella. En la barra. En esos tatuajes que me invitaban a explorar más de lo que debería. Nico me miró con ojos inquisitivos. —Concéntrate en el trabajo. Qué fácil decirlo. Qué fácil exigir que deje de pensar en lo único que me ha despertado de este maldito letargo. Pensé que jamás conocería a nadie capaz de hacerme olvidar que esto era lo que soy. Un último clic a la caja metálica y se abrió. Guardé lo que necesitábamos, cerré todo como si nunca hubiéramos estado ahí. Sombras en pleno día. Ese era nuestro oficio. —Vamos —dijo Nico, asomándose a la ventana. Lo seguí. Otro trabajo perfecto. O eso murmuró, como si todo el esfuerzo hubiera sido suyo. La verdad es que casi siempre era yo quien hacía el trabajo. Si no fuera por la deuda de lealtad que arrastro con él, ya lo habría dejado todo atrás. —Aquí lo tienes. Yo me largo —le dije, entregándole el sobre. —Nos vemos en el bar —me gritó al alejarse. Maldito imbécil. Me quedé solo, el pulso acelerado, con un pensamiento clavado como un hierro candente: Debo sacar a Lía de esta mierda en la que la he envuelto. Pero aún no sé cómo hacerlo sin que me cueste la vida. Lía "Confesiones de hermanos." Decidí que era mejor hablarlo con alguien. ¿Quién mejor que Óscar para escucharme en estos momentos? Al fin y al cabo, ambos compartimos ese pasado oscuro con Manuel. Ese que pocas veces nombramos, pero que quedó tatuado como un sello de nuestra hermandad. Le mandé un mensaje de texto. Antes de soltar el móvil ya tenía su respuesta: La cafetería de siempre. No necesitaba poner más. Solo estar ahí. Llegué primero y pedí un café sin azúcar. A ver si con el amargor podía frenar mi cerebro por un momento. Él entró como siempre, con ese caminar tranquilo de alguien que va ligero por la vida. Amaba esa actitud, esa forma de mirar el mundo sin cargas. Sus ojos limpios me interrogaron y sin mediar más levantó la mano para que Lucy trajera su café de siempre. —Suéltalo —me dijo. Y ahí, en ese momento, me derrumbé. —El chico de la moto. —Las palabras me salieron como un suspiro entrecortado—. Sigue ahí cada noche. Me mira como si pudiera leerme por dentro. Y lo odio, Óscar… lo odio porque siento que no soy yo misma cuando está cerca. Él se inclinó hacia adelante, con calma. —Ya lo sabía. Lo miré, desconcertada. —¿Cómo? —El otro día, cuando me despedía, me detuvo. Me midió de arriba abajo, como si quisiera intimidarme. —Se encogió de hombros—. No funcionó, claro. Sé cómo son los de su tipo. Lo aprendí de… ya sabes quién. El nombre de Manuel no hizo falta. El recuerdo cayó sobre la mesa como plomo. Un calor de rabia me subió por el pecho. —¿Cómo que te intimidó, Óscar? —Tranquila, Lía. No fue para tanto. —¿Y por qué no me lo dijiste? —solté, entre rabia y desconcierto. Él bajó la vista al café. —Porque sabía cómo te ibas a poner. Y odio verte así. Apreté los labios, mordiéndome las palabras. —Ese hombre… con mi hermano no. Eso no se lo consiento. Me va a escuchar. Gael "El cazador divertido." Cuando salí del taller solo pensaba en una cosa: darme una ducha caliente e ir a verla. Me preparé como si fuera un adolescente en su primera cita. No sé desde cuándo esto se había vuelto una rutina para mí… o si lo supe desde el mismo instante en que apareció en mi vida. Llegué al bar. Ahí estaba, en su barra, en su terreno. Trabajaba más rápido de lo habitual, o tal vez era solo mi percepción. Entré y sus ojos me taladraron en cuanto avancé hasta la barra. Dios… qué hermosa es cuando está enojada. Lo confirmé en el golpe seco con que dejó el botellín contra la madera. —¿Lo de siempre? —preguntó, sin apartar la vista de mí. —Sí —respondí. Me estaba midiendo. Yo lo sabía, y ni siquiera entendía por qué lo disfrutaba tanto. Abrí la boca para decir algo, pero ella levantó la mano en un gesto que me cortó en seco. —Este no es el momento ni el lugar. Pero usted tiene que aclararme algo. ¿Usted? Me lo soltó con un veneno elegante, con esa distancia que a la vez me atraía como un imán. —¿Usted? —repetí, sorprendido. Ella asintió, cortante. —Sí. Usted. —Giró sobre su cuerpo con esa seguridad altiva y desapareció tras la puerta que conectaba la barra con la cocina. Me quedé quieto, con la cerveza a medio camino. No sé qué hice para encenderla así. Pero lo volvería a hacer, solo por verla con esa fuerza que saca de un lugar que nadie más conoce. “Céntrate, Gael”, me dije. Aunque en el fondo lo sabía: ella iba a ser mi perdición. Lía "El papel que quema." Estaba agotada. Lo único que quería en ese momento era llegar a mi casa y que mi estropeado colchón hiciera el resto. Pero aún no podía. El turno no se terminaba y parecía que todo el pueblo se había puesto de acuerdo en la plaza cercana para venir al bar a la vez. Entonces Julia se acercó con una servilleta doblada en la mano. —¿Qué quieres que haga con esto? —le pregunté, sin paciencia. —Me lo ha dado el chico de la moto. Ese que no te quita los ojos de encima cada vez que viene. Rodé los ojos. En serio… ¿no le había quedado claro que yo no era parte de su pequeño experimento? Pues me iba a escuchar. Pensaba esperar al final del turno, pero no. Había llegado el momento. Héctor asomó desde la cocina y, al verme en ese modo, volvió a meterse sin decir nada. Sabía que era mejor no cruzarse conmigo cuando estaba así. Con la servilleta en la mano me planté frente a él. Levantó la vista y enarcó la ceja derecha. ¿Por qué demonios hacía eso? Era lo único que conseguía bajarme la guardia por un segundo. Me recompuse y leí en voz alta: —Gael —pronuncié, clara—. Y un número de móvil. Él se sonrió. No sé si por nervios o porque disfrutaba de la vergüenza que me estaba obligando a pasar. Pero no me quitó la mirada ni un segundo. Y en ese instante supe que estaba perdida. —Mire, señor Gael —solté, clavando el papel sobre la barra—. No sé de qué instituto o institución ha salido, pero le advierto un par de cosas si aún no las tiene claras: no recibo servilletas de nadie, y nadie se mete con mi hermano para después venir aquí como si nada. Así que haga el favor de no molestar más y guarde sus servilletas para chicas con ganas de vivir aventuras oscuras. Yo no estoy para eso. Me di la vuelta, sintiendo cómo mis hombros se relajaban de golpe. No sabía de dónde había sacado la fuerza ni el coraje. Tampoco entendía por qué ese hombre, que olía a peligro a kilómetros, no había hecho nada. Estaba loca, sí. Pero Óscar es intocable. Eso que le quede claro. Lo peor fue cuando miré mis manos. Todavía tenía la servilleta conmigo. No solo no se la devolví. La guardé. A qué juegas, Lía. Gael "Señales." Me senté en la moto a reflexionar lo que acababa de pasar. Todavía no daba crédito al valor que tuvo para plantarse frente a mí y dejar la servilleta sobre la mesa. Es hermosa. Sus gestos lo son aún más cuando está enojada. Comenzó a hablar y yo solo podía ver sus labios. Qué ganas de callar esa boca con un beso. Pero me contuve. Me quedé quieto, disfrutando de la exclusividad de tenerla tan cerca. Hasta que soltó esas dos palabras. Aventuras oscuras. Eso me dejó helado. Una persona cualquiera dice aventuras a secas. Solo alguien que ha vivido en mi mundo puede añadirle oscuras. Ella lo definió. Ella lo conoce. Y si conoce mi mundo… también lo ha sufrido. Por eso lleva ese tatuaje del ave fénix en su espalda. No es un adorno de moda. Es una declaración de intenciones. Renacer. Sobrevivir al fuego. Me tensé al pensarlo, porque sé que Nico no tardará en darse cuenta de ese detalle. Y lo usará. Lo hará sin piedad. Pero lo que más me intriga no es eso. Es que se llevó el papel. Podía haberlo dejado ahí. Podía haberlo hecho trizas frente a mí. Pero no. Lo guardó. Lo vi. Se lo metió en el bolsillo trasero de su pantalón. Eso no es un gesto vacío. Eso es una señal. Y juro que voy a descifrarla.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD