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Prologo Dicen que el tiempo todo lo pone en su lugar, que todo lo cura y todo lo puede. Diez años han pasado desde que Luz Valdez huyo de su pueblo con la consecuencia de un amor adolescente y el corazón roto. El destino la pondrá nuevamente frente a su verdugo. Miles de reproches saldrán a flote, viejos rencores, nuevas peleas, será posible que ese amor que había quedado relegado por los miedos e inseguridades pueda sanarlo. Pero podrá el amor curar esas heridas, podrá Benjamín perdonar que Luz le haya ocultado semejante secreto. 1 Realmente no sé cómo sentirme o como empezar con mi historia, nuestra historia. Después de diez años vuelvo a Ushuaia, una ciudad considerada el fin del Mundo, hermosa por su espesa vegetación, caminos angostos, el frío y la nieve. Rodeada de montañas majestuosas teñidas de blanco, en medio de la ciudad un glaciar, cada día era una postal. Nací en una de las estancias más Grandes de la zona, hija única de un matrimonio que fueron padres ya entrados en edad, según ellos fui su milagro. Criada en el campo con algunos privilegios de niña rica, gracias a Mabel y William Brown, los dueños de tan extensas tierras. Los primeros dieciocho años de mi vida viví allí, rodeada de animales de campo, fríos que me calaba los huesos, nieve mojándome las medias, chocolatadas frente a la chimenea tapada con mi manta, hasta el momento conservo la manta que me regalo mi madre cuando cumplí quince años, hecha con la lana de las ovejas de la estancia, teñida con pigmentos naturales y creada por las manos de ella, las que ahora se ven arrugadas y doloridas por las largas jornadas de trabajo y el frio. Esa manta fue mi refugio cuando mi padre Don José, como le decían, murió a causa de una neumonía. Fue uno de los días más dolorosos de mi vida, tenia diecisiete años, días después me enteraria de la mejor y peor noticia de mi vida. Estaba embarazada. Mi madre asustada por el que dirán y las represalias de un pueblo ignorante y machista, me envió a España, donde mi tía Abuela vivía hacía muchos años. Ella era una mujer muy adinerada, siempre quiso quedarse conmigo desde que mi mama le dijo que me llevaba en vientre, le repetía una y otra vez que no tendría futuro si se quedaba en el campo. Mi tía Antonia, se había casado con un banquero que conoció cuando era empleada domestica de mi tío “el gallego” como le decían todos, nunca llegue a conocerlo. Viajar en esa época era algo que se consideraba no solo imposible por los costos, sino que el trabajo en la estancia nunca se acababa. Las cartas y una llamada al año eran nuestro contacto con la tía y algun que otro familiar. Se preguntaran como llegamos al Fin del Mundo? Bueno mi Abuelo, era español y había desertado. Al convertirse en traidor de su patria huyo a Latinoamérica, primero estuvo en México, Paraguay, un breve periodo en Bolivia hasta que se instalo en Argentina. Con ayuda pudo nacionalizarse y comenzó a trabajar formalmente en vialidad Nacional aquí en Ushuaia, un trabajo muy duro para esta zona. Conoció a mi Abuela, de la que no se mucho, a mi madre no le gusta hablar de ella, se que paso algo muy feo pero nunca se me permitió preguntar. Aunque mi tía Antonia o Toña como le dicen, me ha contado un poco. La gente de campo es muy reservada con su vida, mi tía dice que son cuadrados, antes me causaba gracia, porque literalmente me imaginaba a la gente cuadrada, luego entendí que se refería a que la gente era ignorante. Llevo viviendo diez años en España, me costó horrores adaptarme, yo llegaba del tercer mundo, del campo, de la soledad. Y mi tía no solo estaba en el primer mundo, sino que se rodeaba de gente con mucha cultura y dinero. A ella poco le importaba lo que dijeran, decía que estaba más allá del bien y del mal. Sé que mi madre, es una guerrera a su forma, tal vez sus batallas las peleo en silencio y sola, pero siempre quise ser como mi tía. A ella nada la detenía o le daba miedo, cuando se caso con El gallego, le dijeron de todo menos linda y creo que enfrentarse a toda esa gente la volvió dura, además de que le decían que estaba seca, porque nunca pudo tener hijos. Eso es un comentario muy cruel hacia una mujer, pero la gente es así. Cuando supo de mi embarazo, fue la primera en oponerse a que me realizaran un aborto, no solo porque es católica, yo creo que vio un poco de su anhelo en mi estado. Mi madre lloraba sin parar, no entendía como había pasado, bueno si sabia como paso, pero no con quien y en qué momento. Siempre fui una niña mimada por mis padres, y mi tía siempre me tuvo en cuanta, a pesar de los miles de kilómetros que nos separaban estaba al pendiente de mi, hasta tenía una cuenta bancaria de la que desconocía. Por eso se sintió decepcionada mi mama, ella quería algo mejor para mi, que estudiara, que sea independiente. Jamás se hablo del padre de mi bebe, estoy segura que mi madre sospechaba, pero esas cosas no se hablaban abiertamente, seria madre soltera al otro lado del mundo, era eso o decir quién era el padre y casarnos. No podía hacerme eso, no podía casarme con alguien que no me quería, que jamás me amo y que unirse a mi seria más bien una sentencia de infelicidad eterna. Preferí callar y soportar los comentarios maliciosos, me fui con dos meses de embarazo, el corazón en las manos y con la promesa de que mi bebe jamás sufriría, trabajaría muy duro para que nada le faltara y para que nadie lo hiciera sentir menos. Soy administradora de una empresa multinacional de comunicación en Madrid, estoy haciendo un Master en idiomas y cada día mi estatus laboral y social está más elevado que el día anterior. Sentimentalmente mi vida se estanco, desde que me rompieron el corazón mi prioridad es mi hijo y mi trabajo, que es como otro hijo. He tenido breves amoríos, pero el miedo extremo de volver a ser lastimada y arrastrar a mi hijo a mi dolor me bloquea y descarto cualquier posibilidad de formalizar. Mi tía y mi madre no han parado día tras día, mes tras mes y año tras año de recordarme que Vitto, mi hijo, necesita un padre y yo un marido. Antes me molestaba, pero sé que temen dejarnos solos, ellas están con que cada día es el último y que en cualquier momento se morirán y que /me quieren ver casada ante dios y bla bla. No es algo con lo que no fantaseara, me encantaría hacerlo, pero para ello debería primero dejar que alguien entrara a mi vida y luego a la de mi hijo, a quien se le ha metido en la cabeza que quiere un padre, durante unos años había descansado sobre el tema, pero la insistencia de mas matriarcas se le pego y me pone nerviosa, porque sé que debería saber quién es su padre y que su padre debería saber de su existencia, pero el miedo, el maldito miedo me paraliza y no puedo hacer nada. No quiero que lo rechacen, tampoco quiero que mi hijo me odie por ocultárselo. Me había jurado que nunca mas volvería a Ushuaia, cuando mama se vino a vivir con nosotras a España después de su retiro, creí que esa parte de mi vida había quedado sepultada y olvidada, pero las vueltas de la vida hicieron que me enfrentara a mi pasado y me plantara como la mujer madura que era. Dicen que si Mahoma no va a la montaña la montaña va a Mahoma.
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